Esos largos caminos…

26 Jul

Esos largos caminos, en realidad apenas son un suspiro. Hablo de los caminos que recorre la humanidad desde sus más tempranas, iniciales marcas, hechas directamente con los dedos y algún tipo de sustancia impregnante, – ya sea polvo de piedra caliza enrojecido con polen, o incluso plantas trituradas para ese fin, o con sangre o simplemente barro -, y luego de preparadas, ya con las tonalidades buscadas, son fijadas, impresas directamente en las paredes de las cavernas. Y allí quedan como detenidas en un espacio, quietas en la oscuridad de la cueva. Y se diría que están, además, como apresadas en el tiempo. Quietas, y también silenciosas. Tan silenciosas que parecen mudas.

Pero…, ¿mudas, realmente? ¿Nada dicen, nada nos dicen? Hoy sabemos que no : algo dicen, algo nos dicen. Porque aun cuando todavía estemos muy lejos de saber qué nos dicen ( : o qué pueden estar diciendo), sólo el hecho de saber que «algo dicen», algo ya «nos dicen» : porque algo significan. Es tarea del investigador llegar a desentrañar esos posibles significados, los sentidos que portan en sí esas marcas, esas «señales». Pues desde el momento mismo en que el hombre descubre que esas aparentes «manchas» (a veces, incluso simples garabatos llegan a parecernos) tienen un sentido, aunque no sepa uno qué sentido, sí puede ya afirmar el hombre que esas manchas o marcas, «son cosas que significan».

Quien sabe que los cables de los postes de luz llevan en sí altas cargas de electricidad, sabe sin lugar a dudas que esas calaveras marcadas «ad hoc» en sus bases de madera, o puede que en la puerta metálica de entrada a la caseta donde se reúnen y de donde luego parten esos cableados, pueden causar la muerte a causa de una eventual y muy fuerte descarga eléctrica. Ese saber lo posee el hombre actual, y como tal saber lo transmite al niño, que pronto lo aprende y así puede evitar el peligro. Nos valga este ejemplo.

Nosotros sin embargo aún no sabemos los sentidos de muchas de las marcas que hombres de hace 20.000 e incluso 30.000 años dejaron en las paredes de las cavernas. ¡Si ni tan siquiera estamos del todo seguros con qué intención pintaban ciervos o bisontes o cabras…etc., en las paredes de sus cuevas! Elaboran los entendidos teorías que tratan de dar una explicación plausible de las pinturas de las cavernas, pero hay diferentes interpretaciones. Discuten entre sí y con nuevos descubrimientos cambian las cosas, y lo que un tiempo era desatendido, de pronto resulta altamente destacable.

Valga este ejemplo en su totalidad para que podamos hacernos una idea de algunas cosas que ahora importan : primero, que las pinturas rupestres, y las marcas geométricas a veces que las acompañan, tienen un determinado sentido; segundo, que tal sentido, salvo excepciones, nos sigue resultando aún algo que se nos escapa : no podemos atribuir a muchas de las pinturas que se conocen un único e inequívoco significado, lo que no quiere decir que no lo tengan. Lo tienen, pero a nosotros, todavía, (y recalcaría lo de «todavía») nos resulta algo incógnito, desconocido. Si no del todo, pues resulta que a veces algo intuimos, sí en gran parte. Eso, sin contar con que «intuir» el significado de algo no debemos hacerlo coincidir con «saber»…

Y tercero, y pudiera ser que muy, muy importante : sabemos que aún quedan muchas más cosas por descubrir, lo que por fuerza nos tiene que poner sobre aviso : el arte de la llamada «Edad del Hielo» (aun cuando parte de dicho arte no tuvo lugar exactamente en las condiciones climáticas que se conocen como «edad del hielo») tuvo una extensión global, fue universal en un sentido extensivo, ya que se documenta en los cinco continentes, y de él sólo nos es hoy por hoy conocida una parte, no la totalidad. Y eso quiere decir que estamos únicamente ante una parte del «puzzle», conque…

Lo que ven hoy en la imagen que arriba se ha reproducido son unas marcas rojizas, se diría que de los cuatro dedos de una mano de hombre adulto, además de otras marcas del mismo color, ya mucho más pequeñas, (¿serían las de un niño?), y unas como líneas negras que tienen un cierto sentido geométrico, debido a la predominante forma cuadrangular. O al menos así me lo parece. Tales tipos de marcas (¿o podrían ser «señales» de algo?) aparecen en varios lugares, y lugares diferentes, de la Cueva que suelo comentar, que es la que fundamentalmente visito y trato de entender.

Tales lugares no son aleatorios : suelen reunir unas «mínimas condiciones» que ahora no voy a detallar, pero  ya de por sí tales «condiciones», por fuerza, tienen también su relevancia. Se diría que constituyen como requisitos que el hombre que los produjo en su ya tan lejana vida tenía en cuenta cuando realizaba sus «marcas deícticas»… Avanzaremos por estos largos caminos : cosa es esta de la que estoy seguro, como creo que podré mostrar a todos ustedes. Gracias.

6 respuestas a «Esos largos caminos…»

  1. El estudio de Genevieve Von Petzinger, que se titula «The First Signs : Unlocking the Mysteries of the World´s Oldest Symbols», se centra en la indagación del significado posible de las figuras geométricas que desde tiempos muy primitivos los primeros humanos, antepasados nuestros, tal vez con intención de mantener algún tipo de cómputo, dejaron en paredes de cuevas. Me pregunto si estos «dedos rojos» son a su vez «antepasados» de esos primeros signos de que habla la investigadora citada.

  2. En la Cueva del Tesoro, que suelo visitar y trato de entender lo más cabalmente posible, contiene no pocos de signos que podemos calificar en los siguientes tipos básicos : 1) figuras zoomorfas, como cápidros, équidos, conejos…; 2) marcas de manos similares a la que ven ahí, que es por cierto una foto de una de esas figuras de la Cueva de que acabo de hablar; 3) figuras geométricas; 4) extraños «rayados» hechos con un sílex, posiblemente, sobre una pared semi-oculta.
    Eso, sin contar los espeleotemas como el Águila, el Toro, la Deidad…

  3. Disculpen algún anacoluto como ese de «En la Cueva del Tesoro…, donde antes del «… contiene etc.» falta un «se». Debía decir «se contiene…», o quitar el inicio con la preposición «En…» :
    «La Cueva del Tesoro contiene…» etc. Ese /En/ está de más. Sobra.

  4. Hay dos cuestiones, al menos, que lindan con lo que hemos tratado aquí de los signos que podemos llamar «naturales» ( : unas manos, una vulva, flechas…etc. ) y que se refieren, la primera, a la universalidad de tales signos : ¿hasta dónde alcanzaría dicha universalidad? Y la otra atañe a la manera como se nombrarían esos signos. Si se mantiene como cierto que el origen de la escritura está en Sumer, y que su función era, más que nombrar, enumerar, ¿dónde situamos el origen de formas de «escritura» entre los mayas, aztecas…etc.
    De esas cosas trataremos cuando se aborde el tema del origen del lenguaje. la arqueo-lingüística tiene un largo camino por delante.

  5. Fascinante la universalidad de estos símbolos, pues su abundancia en España y Francia se debe a la abundancia de excavaciones.

    No dejan de salir en Rusia, Sudáfrica….confío en que nuevos hallazgos nos ofrezcan una reveladora visión de conjunto.

    Un abrazo.

  6. Es muy cierto lo que dices. Confío en que no esté lejos el día en que la Humanidad tome plena consciencia de su papel global en la Tierra, que no es tanto dominarla como comprenderla y conservarla. Y es obvio ( par así, al menos ) : la Tierra incluye cuanto su historia puede ofrecernos, desde la Botánica o la Mineralogía hasta la Literatura, la Música o las especies que habitan el planeta…, ¡y las que lo habitaron! Gracias, Alfonso, por tu comentario.

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