Unas reflexiones sobre ciertos tipos de pinturas, como estas «manchas negras que son pintura», y que ven ustedes ilustrando el texto que ahora escribo, creo que tendrán algún interés, sin duda. Y también creo que, a la vez, podrán dar lugar a ideas que discrepen de las que yo aquí apunte. Las cosas de los estilos y sentidos en las artes son así. O si lo prefieren, no es que sean así, sino que tienen esa cualidad : que a los receptores, a los que las ven, y las tratan de entender, y las valoran, y las estiman de una u otra manera, esas cosas de los estilos y las artes nos ponen ante la condición humana en más de un sentido, como trataré de razonar. Nos despiertan el alma, diría yo; y sea lo que sea eso que llamamos «alma».
Porque…, ¿qué pensarían los que sabiendo lo suficiente de los temas que vamos a tratar leyeran, aquí y ahora, que se puede establecer una cierta similitud entre «cosas» que pintó Henri Michaux, y algunas de las «cosa negras», sin sentido aparente, que nos han llegado pintadas desde tiempos prehistóricos? Las que acabo de llamar «cosas negras» y he situado en la época prehistórica ( : ambos datos son objetivos ) son pinturas rupestres, y las mostraré en otro texto, que seguirá a este…, luego de haber vuelto sobre la obra narrativa más reciente de Alfonso Vázquez, que también en esa ( aún breve ) obra narrativa podemos ir señalando modos de evolución en el estilo del autor; lo que eleva su obra y resalta su hacer literario.
Ahora, sin embargo, la tarea es otra : razonar muy brevemente cuanto sea de mayor relevancia en relación con una etapa de la obra pictórica de Henri Michaux y, a partir de ahí, a partir de dichos razonamientos, voltear nuestra mirada de nuevo a las «pinturas negras» que he podido encontrar en Cueva del Tesoro, la que se halla en el tercero de los cantales de la «puerta de la Axarquía», esto es, en Rincón de la Victoria. Y con esas pinturas mostradas a los lectores, tratar de encontrar caminos que nos permitan aventurar hipótesis sobre el alma humana ( : sea lo que sea lo que cada cual entienda por «alma humana», que yo ya tengo mis aproximadas ideas a este respecto ) en el seno de lo que llamamos «Arte de la Pintura». Y considérenlo así : tanto «arte» como «pintura», escrito con letras mayúsculas, pues mayúscula es la tarea que a esas ambas cosas sostiene y endereza.
Leamos algunas de las cosas que escribe H. Michaux en sus «Escritos sobre Pintura», y también algunas de las cosas que escribe Chantal Maillard en el «Prólogo» a la edición de la citada obra del pintor y poeta (y otras tantas y elocuentes cosas de digno respeto y conveniente consideración) nacido en Namur (Bélgica) el 24 de mayo de 1899. Ni lo que dice Michaux ni tampoco lo que destaca y reflexiona y opina Ch. Maillard son cosas que se puedan pasar por alto. Por ello, y aunque ahora en nuestro texto destaquemos algunas, mi recomendación es que quienes deseen pensar y reflexionar a fondo sobre estas cuestiones, se hagan del libro antes dicho. (Doy aquí la exacta regencia del mismo : «Escritos sobre Pintura», de Henri Michaux. Edición, Traducción y Prólogo de Chantal Maillard. Colección de Arquitectura, Murcia. Año 2000).
En un escrito de 1946 («Pensando en el fenómeno de la Pintura») dice el poeta franco-belga que ahora estamos considerando :
«Chesterton decía, insatisfecho con las pinturas de paisajes campestres y de las vacas en los paisajes campestres : «Lo que yo hubiese querido, es pintar el alma de la vaca». (Pág. 80 del libro citado). Y añade a eso Michaux : «Existe una especie de fantasma interior que deberíamos poder pintar en vez de la nariz, los ojos, los cabellos que se encuentran en el exterior… a menudo como suelas». ¡Pintar el alma de la vaca, y poder pintar esa especie de fantasma interior, ahí es nada!
Al inicio mismo de un escrito sobre pintura, que se titula «Emergencias-Resurgencias (1972)», escribió H. Michaux, escribió :
«Nacido, criado, instruido en un medio y una cultura exclusivamente de lo «verbal», y antes de la época de la invasión de las imágenes, (repone la traductora y prologuista, Chantal Maillard), PINTO PARA DESCONDICIONARME.» (Pág. 139, op. cit.)
Vamos acabando por hoy. Hagámoslo con estas palabras del pintor y poeta y pensador franco-belga :
«He llegado al negro. El negro devuelve al fundamento, al origen.» /…/ «En lo negro está lo que importa conocer, y en la noche es donde la humanidad se ha formado en su primera edad y en donde ha vivido su edad media.» (Págs. 147 y 148 de la obra citada).
Acabemos ya por hoy : Henri Michaux reflexionó sobre el arte de la palabra, sobre la escritura, sobre el ser más íntimo del ser humano, y en sus lúcidos destellos de luz del pensamiento nacida de lo oscuro y nocturno, y llega a decirnos :
«Regalo envenenado. La escritura como único pilar era el desequilibrio.» Y luego, en la página 144 de ese libro que contiene en sí diversos escritos, leemos que «A los escritos les falta rusticidad», y, más abajo, sin pasar de página, se lee que : «En la pintura, lo primitivo, lo primordial se recupera mejor.»
Son tantas las reflexiones que habremos de hacer sobre estas cosas que nos legó H. Michaux y que luego podemos poner frente a otras cosas que encontramos en otros lugares, y en apariencia en otros contextos pero en realidad en el mismo contexto, pues en definitiva estamos ante actos humanos que buscan expresar esa interior llama que en lo oscuro nuestro arde, que vamos a necesitar más de un texto para dejar algo en claro. Ni más ni menos como nos ocurre con lo que se sueña en un instante y luego deseamos poder poner en palabras o plasmar en lienzos. Lo que llamamos «Alma» ¿tiene posible traducción en lo que llamamos «Arte»? Lo veremos.
En el inicio mismo de su Prólogo, ya en el párrafo primero, Chantal Maillard destaca esas palabras de Michaux que nosotros antes hemos reproducido entre otras del interesante pintor y escritor franco-belga. Leamos lo que dice Chantal :
«… Pero halló la escritura demasiado convencional, henchida la palabra con demasiada conciencia histórica, demasiada cultura, demasiado lastre, y /lo escribe Ch. Maillard en letra bastardilla/ «…pintó para descondicionarse».
Y luego añade Chantal : «Pintó como se grita, pintó para gritar mejor, y para expresar aquellas ondas del espíritu que no tienen correspondencia adecuada en el lenguaje. Los infinitos son lugares demasiado intensos para la palabra.» (Pág. 9 del PRÓLOGO).
Porque debemos dejar desde ahora en claro que tan interesantes como los escritos de H. Michaux sobre Pintura son las reflexiones e ideas de Ch. Maillard sobre el ¿poeta, pintor, filósofo, o simplemente «anarco-pensador»? Y quitemos del sentido de ese «anarco-» toda conexión con idearios políticos y, por supuesto, con esos lamentables desvaríos de bombas y tiros a quemarropa.
De manera que también nos ocuparemos de lo que se dice en este Prólogo a los «Escritos sobre Pintura».
Hay una problemática cuestión de fondo. O de principio, si se prefiere. Y es la siguiente : ¿en la especie humana podemos concebir formas de expresión artística ( : en pintura, en expresividad corporal, o de narratividad, o de capacidad de mímesis y de convicción…, etc.), que estén ligadas más que al devenir de la especie en el tiempo, más que a eso, a la propia «esencia de la especie», por así decirlo?
Si las hay, en algunas cosas como la transmisión de saberes y como las danzas o los ritos equis, o como la expresión pictórica (o también «pictográfica»), podemos estableced líneas de continuidad entre los seres humanos que daban cuenta de su expresión de lo anímico en las cavernas hace miles de años, y seres humanos contemporáneos nuestros que lo hacen igual pero en otros «formatos», con otros medios. Eso lo tendremos que tratar.
Llamo «esencia de la especie» a estas tres cosas : el binomio «cerebro – mente», la noción de la muerte ligada a los enterramientos (con mayor o menor «carga ritual»), y la religiosidad, esté o no esté ligada a la creencia en una entidad superior, Diosa o Dios.
Entiendo que en los tiempos primitivos sería mucho más aceptable creer en una divinidad «femenina» ( La Diosa ), y sólo más tarde, con el pueblo hebreo sobre todo, se iría imponiendo la idea de una entidad divina «masculina» ( Yaveh, Dios, Zeus…).
El arte surge de ese binomio y la vivencia de la idea de divinidad, ideas sobre la muerte, observación de la naturaleza, consumo de enteógenos…, y un largo etc., que ahora no viene al caso.
Estimado amigo Manolo, Son ya muchos años lo que he visto en pinturas, y creo que muchas obras de genios y para mi también descerebrados que encuentras en otros como ellos ese arte, Me contó un
buen artista de Malaga que el tenía por costumbre cuando un cuadro no le gustaba lo doblaba´ ,aun
con la pintura fresca los tiraba, un buen día uno que le compraba cuadros vió desplegado el cartón de aquel dibujo tirado y se lo pidió regalado, el pintor entró en una gestoría y observo aquella ruina de cuadro colgada, y le dijo a la secretaría Sña no se han dado cuenta que el cuadro está bocabajo.. Moraleja .
Siempre habrá `personas que en los entuertos veran maravillas.
Al igual que en las maravillas no verán nada de valor.
Los estudios de Chantal Maillard sobre la obra de Henri Michaux son de un gran valor, y las obras de arte ( en poesía, en pintura, también a veces en la müsica…) no son siempre valoradas con justeza. Pasa ahí lo que ocurre en cuestiones de organización de las sociedades humanas : ¿quién tiene la tecla justa y precisa, caso de que tal tecla exista?
Yo, no lo sé.