Varios caminos, sólo una meta

22 Jun

Varios caminos, o muchos caminos, eso depende. Mejor será poner muchos, que será más exacto. Pero lo de «…sólo una meta», quede así : una única meta, sólo una y nada más que una, pues en Literatura, la única meta concebible es, hoy por hoy, una : el texto. Y añado : lo de «hoy por hoy» viene a cuento de eso que siempre deberá tenerse presente, -y que es lo que podemos llamar ahora «el signo de los tiempos»-, cuando tratemos de cosas que tengan que ver con el arte, con la literatura, con los modos de expresión humana, ya sean filosofías o creencias o estilos, territorios donde lo que llamamos «Historia» (que es quien marca dicho «signo de los tiempos») rige como dueña y señora indiscutible. Puede que dentro de mil años todo haya cambiado y lo que hoy es considerado relato de humor, o novela, o invención original, haya dejado de existir tal y como hoy los conocemos. Pero por ahora todos los caminos llevan al mismo destino : el texto. ¿Cambiará esto? Tal vez : cuando cambiemos los seres que consumimos eso que llamamos «textos», y nos nutrimos de eso que se llama «literatura», y nos solazamos con tales o cuales maneras de humor.

Sigamos. Cuando tengamos en las manos y ante los ojos un texto de Alfonso Vázquez, leamos atentamente cada palabra y fijemos nuestra atención en cada construcción, en cada párrafo, en cada situación de los adjetivos, en cada elección de los verbos, en cada modo de medir la frecuencia del relato, pues lo que este autor que comienza a trazar un camino personalísimo en la literatura de creación de nuestra lengua nos va entregando poco a poco, digno es de suma atención : estamos ante alguien que cuida la expresión y mide los tiempos en la elaboración de su prosa como pocos hoy pueden hacerlo. Dicho en pocas palabras : Alfonso Vázquez es ya un autor que ocupa, sin lugar a dudas, un espacio absolutamente suyo y único en el territorio de nuestras letras.

No creo que tal cosa que acabo de señalar escape a la percepción de cualquiera medianamente formado en el hábito de la lectura de obras de creación. Desde luego, no ha escapado en absoluto a la percepción de un escritor y lector tan sagaz e inteligente como es Luis Alberto de Cuenca, cosa que el ilustre Académico ha demostrado en su breve pero muy intenso «Prólogo» a la que, con pleno sentido del humor, denomina «monografía tan conspicua como perspicua», y que es el texto que hoy comentamos : ·»Livingstone nunca llegó a Donga», libro donde su autor, Alfonso Vázquez, derrocha precisamente ese humor del que es él, merecidamente, único dueño y señor.

Poco antes de acabar su «Prólogo», Luis Alberto de Cuenca pone su guinda de poética expresión, y también de humor, cuando escribe : «Pero aquello pasó como las naves, como las nubes, como las sombras (que dijera el cenizo de Job), y de mis quince días en Donga…» etc. : No en vano sabe el ilustre miembro de la Real Academia de la Historia que prologa una obra de humor, y de humor que sin duda le ha seducido. Tan seducido – ¡y con razón! -, queda que acaba invitando a los inmediatos lectores del novelesco relato de sano y muy grato humor a que devoren esta obra que se publicó en la colección «Breviarios de Rey Lear», y termina con estas palabras : «Pasen, amigos, y devórenla, como si se tratase de la joven dongaleña que…» etc. Tengo para mí bastante claro que el libro que hoy comentamos de Alfonso Vázquez logró seducir al prologuista que acabamos de citar, lo que podemos explicar como se verá en lo que sigue, y con lo que queremos ya dar fin a este texto de hoy.

Terminemos ahora, pues, con una simple consideración, que estimo debemos tener en cuenta : A veces la cualidad más alta de una obra, (o de una persona), de una extraña forma, pasa desapercibida en una primera ojeada. Así, el humor que Alfonso Vázquez suele usar como ingrediente necesario de su estilo, alcanza un alto nivel y dota a su prosa de lo que me atrevo a llamar «capacidad hipnótica». Pero esto no se suele notar en una primera lectura. Pondré ejemplos que dejen en claro esto que aquí me limito a decir sin más desarrollo del tema, cosa que dejo para otra ocasión a fin de no cansar a los lectores :

Algunas obras clásicas, como el relato que hace Bernal Díaz del Castillo de la Conquista de la Nueva España (que era como inicialmente se denominó a México), nos ofrecen un tipo de prosa tan directa y señera y clara que, apenas uno tenga una cierta formación filológica, no sólo admira y reconoce, sino que pasado un  tiempo gusta uno de volver a leer y a releer la prosa de Bernal, pues en su lectura uno se engolfa, en el sentido más alto y positivo del término. Y eso ocurre también con algunos poemas de San Juan de la Cruz, que sin caer en modos de misticismo alguno, leemos con fruición una vez y otra. Como puede ocurrirnos con algunos logros de algunas obras de don Ramón del Valle – Inclán, o con algún soneto de Quevedo, o, si se está algo avezado en los textos latinos clásicos, con algunos fragmentos de la «Eneida», o de las «Tristia» : que también Virgilio y Ovidio alcanzan cimas de expresión de gran belleza y considerable «potencialidad hipnótica». ¿Quien, que leyera en su día «La Isla del Tesoro», escapa a su innegable poder de una cierta sensación de haber estado leyendo una obra dotada de indiscutible ternura? ¿Y el humor de Jaroslav Hasek en su «Las aventuras del buen soldado Svejk»? Por no citar algunos pasajes de la obra más conocida de don Miguel de Cervantes.

Tomen ahora, lectores, esto de la capacidad o la potencialidad hipnótica de la buena prosa sin ir más allá de la simple consideración que sigue : ¿acaso un fragmento de alta música, una bella danza, un inspirado discurso bien medido y lleno de armonía, no son posibles ejemplos de capacidad hipnótica? Pues eso, a mi modo de ver, sólo está al alcance de los escritores verdaderamente dotados y que son absolutamente dueños de su manejo del idioma en que escriben. Y eso es algo que más tengo por un don, que no por un azar ni tampoco por un logro que se alcanza con el estudio o con el paso más o menos fértil por las aulas de tal o cual Universidad. Y eso, desde luego, es algo que con relativa facilidad podemos detectar en las obras creativas de Alfonso Vázquez, como podrán ustedes comprobar incluso en no pocas de sus Crónicas de la Ciudad, que a diario se publican en La Opinión de Málaga, y no son, por cierto, obras de intencionalidad creativa literaria, sino de crítica periodística y urbana. Aunque, ( ¡ inevitablemente ! ), también ahí la vena de escritor de raza rebosa a veces y se escapa, por así decirlo, del estricto formato de la prensa de cada día.  Gracias.

 

 

2 respuestas a «Varios caminos, sólo una meta»

  1. Como es lógico seguiremos abordando otras obras de creación literaria de Alfonso Vázquez, pero intercalando en este blog «Palabras, bosques» otros textos de otros temas.
    Iremos pues a las lecturas de «Viena a sus pies», de «La Invasión de los Hombres Loros», o de «Crimen no the Rocks», entre otras obras del mismo autor, poco a poco : el buen vino o el buen café se degustan así, poco a poco.

  2. En «Lo que esconden las Islas» tocaba esa tan agotante ( : han leído bien : «agotante», porque llegan a agotar ) «escapada del mundo real» que algunas cadenas de tv ponen ante los cada vez más insensibilizados ojos de los espectadores-consumidores de la cosa : los reality, oh oh oh los realities!
    No se pierdan tampoco esa otra obra de Alfonso Vázquez. Ni tampoco esa genial «Teoría del majarón malagueño».

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