Es uno de los espeleotemas emblemáticos de esta Cueva. Da nombre a una sala de dimensiones considerables, y se encuentra en una zona de gran interés en muchos órdenes de cosas : por los restos de pinturas de hace siglos en sus paredes, por las formas que la propia geología y formación de la Cueva ha ido tallando, esculpiendo, y guardando para la propia historia natural de lo que es La Tierra, y en ella, nuestra tierra : Rincón de la Victoria, La Cala del Moral, Málaga, Andalucía, el Sur de Iberia, Hispania o España, como le quieran considerar. Ya sea a lo grande o a lo mínimo, a lo íntimo o a lo más público y conocido. Ahí está, contemplando el tiempo, sobre el que vuela o se va a lanzar a volar ¿para capturar, qué?
La simbología del Águila es tan antigua y venerable como la propia Humanidad. Las legiones romanas la tomaron con enseña de sus soldados. Ni más ni menos a como hicieron otros muchos pueblos de otras muchas zonas de la Tierra, y de otros muchos tiempos en estas diferentes zonas. Hay un estupendo libro publicado en TASCHEN, que se titula «El Libro de los Símbolos» y reúne los datos de una selecta lista de autores, reunidos en torno a la temática de los símbolos (con base en C. G. Jung) por Ami Ronnberg, como Jefa de Redacción, y a Kathleen Martin como Editora. Con más de 40 colaboradores y una muy selecta Bibliografía. me demoro en la cita de esta obra por su exquisito gusto y su magnífica edición. Es una joya.
Las águilas representan la victoria de las fuerzas solares sobre las de lo abismal y telúrico. Es un símbolo imperial : no sólo en Roma, sino entre otros muchos pueblos repartidos por la faz de la tierra, como los aztecas, por ejemplo, que en el templo Mayor de México tenían el Guerrero Águila Azteca, símbolo del Sol. Garuda, el águila divina del hinduismo, ataca a la serpiente, aunque ambas, águila y serpiente son aspecto del supremo Vishnú. Un mito de los iroqueses cuenta como Oshadage, la Gran Águila del Rocío, luego de que ha habido un gran incendio en la tierra, que queda agostada por el fuego, transporta sobre su lomo un lago de rocío para llevar agua a la tierra seca. En los mitos asirio-babilónicos el águila con cabeza de león Imdugud cubre los cielos de nubes cargadas de lluvia. Es el símbolo de Zeus y ver volar un águila ( o incluso un ave semejante, como el halcón ) es señal de buen augurio.
José E. Guraieb, en su libro «El mensaje de los sueños» (Editorial KIER, Buenos Aires, 1988) cuenta que en según una leyenda árabe el sabio rey Salomón llamó al águila «rey de las aves», y dice que soñar con el vuelo de un águila sin sentir temor del ave es señal de vida larga y abundancia de bienes, tanto materiales como espirituales.
Pero cuando los hombres prehistóricos, aquellos que dejaron las huellas de su paso por estas Cuevas con pinturas rupestres y signos y símbolos varios, algunos de los cuales sí han podido ser interpretados en la actualidad, y otros aún no, cuando vieron estas formas de piedra que tan claramente representan seres diversos, como es el caso ( : ya sea un águila o un halcón, pero desde luego no nos hace pensar en un gorrión, sino en una gran ave de presa ) ¿qué pensaban? ¿Cabe suponer que llegarían a entender que existe un tipo de poder por encima del ser humano? Miren ustedes de nuevo esa figura ahí arriba representada en una fotografía, y háganse las preguntas pertinentes.
El ser humano, que Yves Coppens llama HH ( esto es, «homo hunter», o sea, «hombre cazador») en su libro «Últimas noticias de la prehistoria» (en la edición de junio del 2012 de TUSQUETS, pág. 30) afirma que este antepasado nuestro vivió hace 3 millones de años, ese cazador que habitaba en cuevas y en refugios naturales o abrigos, cuando no sentía la necesidad de fabricarse un habitáculo con ramas de árboles, ¿llegaría a pensar que esas formas de piedra eran formación de las aguas en tiempos mucho más anteriores a su propia existencia como especie, o creerían que existen poderes superiores a ellos que sólo les podrían ser accesibles a través de sueños o de experiencias de trance?
Posible es que ambas cosas : sueños, y trances. Pero muy difícil es pensar que llegaran a saber que antes del Pleistoceno, cuando ellos, los humanos, empiezan a manifestarse sobre la Tierra en formas diversas, hubo otra etapa mucho más antigua, el Plioceno, donde aún esa cueva estaba bajo las aguas del mar. Esas cosas, las sabemos ahora. Ellos, que descubren el fuego hace al menos unos 500.000 años, en torno a las hogueras en las largas noches del invierno, nada de eso sabían, sin duda. Pero seguro que conocían otras muchas que nosotros hoy ignoramos y hasta puede que ni lleguemos nunca a imaginar : cada época tiene sus mitos y sus fobias.
Nos dejaron sus pinturas y sus símbolos representados en piedras, en paredes, en objetos diversos, y supieron respetar su entorno, lo cual nos ha permitido saber cosas de ellos. La cuestión ahora es si sabremos nosotros hacer lo propio, o arrasaremos con todo lo que no sea de nuestro interés o agrado. Los mitos y las leyendas orales que han llegado hasta nosotros surgen con la propia humanidad. Las conductas, cada tiempo y cada ser en su vida se las va forjando.
Este espeleotema (palabra que no veo en el Diccionario de la RAE) que es esa configuración rocosa con forma de águila o, si no águila, sí que ave como el halcón u otra rapaz de grandes dimensiones, da nombre a una sala en la Cueva del Tesoro.
En dicha sala hay también pinturas y marcas rupestres cuya antigüedad cabe suponer que se remonta a muchos siglos : ni más ni menos que a los orígenes de los seres humanos en estas costas del sur.
Si se colocan junto al águila de piedra caliza, y miran al techo con iluminación suficiente, verán una cabeza de toro o vaca. Y si continúan entrando en la Cueva, a pocos pasos llegarán ante Noctiluca, esa divinidad lunar muy antigua, citada ya en textos clásicos latinos y griegos. ¿No es curioso y llamativo que en salas de esta gruta, salas contiguas, aledañas la una de la otra, tengamos un símbolo solar ( el Águila ) y un poco más adelante otro símbolo, ahora lunar (Noctiluca, la diosa)? Lo es. Y sobre ello hablaré en otro texto.
Ahora sólo me resta pedir desde aquí a las autoridades que gestionan esta histórica Cueva del Tesoro, del Higuerón o del Suizo, que se esmeren en su cuidado y conservación : estarán cuidando un bien de todos, algo común y llenos de historia, y preservando para la posteridad lo que si perdemos o dañamos por malas gestiones… ¡Mejor dejarlo ahí : y que a todos nos sea dado hacer bien lo que haya de hacerse!
Ocasión habrá de hablar de estos elementos que se detectan en la Cueva : un Águila, un Betilo con su altar bicorne en la base, un Toro en un techo… Y todo ello poderlo relacionar con los grandes mitos que ya recoge en el Gilgamesh la propia historia de la humanidad.
El Toro Celeste aparece en el poema de Gilgamesh. Pongo por caso. Y el altar bicorne está estudiado en Creta por Glotz, donde primero se descubre uno y se le relaciona (tal vez) con el Minotauro. En cuanto al Águila…, ¿acaso no es uno de los «avatares» de Zeus, y así puede mejor raptar a sus objetos de deseo?
Leo un artículo de Lucas Martín sobre las cuevas de La Pileta y Ardales, y donde destaca la labor de Pedro Cantalejo. Enhorabuena por toda esa información sobre la riqueza y valía de lugares con alto valor arqueológico. Por cierto que hay un estupendo libro donde Cantalejo y su equipo, que contaba entonces con la colaboración de Rafael Maura, estudió también con un gran despliegue de conocimientos y observaciones la Cueva del Tesoro. También a él gracias por aquella labor donde hay que señalar que el Ayto. del Rincón de la Victoria se implicó positivamente en la edición del libro sobre las Cuevas del Cantal : la de La Victoria y la del Tesoro.
Entre otras cosas, las Cuevas de los Cantales de Málaga tienen en sí el valor de los lugares donde se deja constancia, ya sea de forma deliberada o fortuita, de haber pertenecido a una tierra como nativo de ella. Eso, junto con los datos arqueológicos que se puedan fechar, tiene un gran valor y más aún cuando sabemos que uno de los problemas de la prehistoria es la enorme falta de datos con que tiene que trabajar el experto en la materia.
Seguiremos indagando desde nuestras personales posibilidades.
La Sala del Águila la destacaron en su estudio de las pinturas rupestres Rafael Maura y Pedro Cantalejo, quienes formando un estupendo equipo de investigación han recorrido las principales cuevas de nuestra provincia.
Por mi parte, al ser una cavidad que conozco desde que en ella se despertó (gracias a mi padre, Manuel Laza Palacio) mi interés por las formas de vida de los hombres desde la prehistoria y hasta nuestros días, busco tanto en «el Águila» como en otras zonas de la Cueva del Tesoro, cosas, aspectos, detalles…, que a la vista de las más recientes investigaciones de prehistoriadores y arqueólogos son o pueden ser dignas de mención y estudio.
Este y otros temas relativos a esta Cueva son objetivos que no puedo dejar de la mano : ora et labora!
Los próximos textos abordarán temas que conectan de un curioso modo los tiempos prehistóricos con los actuales. Y es que el ser humano, sea sólo sapiens o sea sapiens – sapiens, es un cajón de sastre a veces.
Tal vez usted podría escribir los siguientes artículos que se refieren a este artículo. Quiero leer aún más cosas al respecto. Gran blog ¡Gracias!
Los temas en relación con estas zonas de la Cueva del Tesoro no se agotan con lo hasta ahora escrito. Seguiremos en esta línea de reflexión sobre estas cuestiones, y cuanto se haga, por supuesto que irá al mismo blog. Gracias por su lectura.
Según me comunican en breve viajarán a Málaga unos colaboradores de Iker Jiménez para hacer un reportaje sobre esta zona de Cueva del Tesoro donde se han dado curiosos fenómenos. En la próxima temporada del conocido programa de tv que lleva Iker Jiménez se dará lo que de esa visita salga en concreto.