Lilith, pintada por J. Collier. Es obra de 1892
En una visión fragmentaria de la realidad, tendemos a ver las cosas como parecen ser, y de ese modo nos incapacitamos para verlas, a las cosas, es decir, el mundo y los seres como en realidad son. O como en realidad somos, si quieren apurar el asunto hasta el fondo.
Hagamos un ejercicio de imaginación y tratemos de pensar qué nos parecería ver, en un mercado público, a mujeres y hombres comprando sus cosas del día, como siempre, pero todos desnudos… (¡Escándalo! Pero… ¿Escándalo?)
Una persona desnuda nos parece algo que se sale de lo normal, y por más que se acepte en el cine, si me apuran en alguna que otra obra de teatro, y por supuesto en el Arte, donde tiene por cierto una muy rica y larga tradición, en la realidad cotidiana no sólo no se acepta sino que se sanciona. ¿Es delito? Parece ser que sí : lo es. O como tal se le trata. La gente se acostumbra a verse vestidos de tal o cual modo, y todo lo que se salga de esa costumbre, cae en el terreno de lo absurdo, lo inaceptable, lo delictivo incluso.
Ahora llevamos un poco más allá la imaginación, y vamos a tratar de ver a lo que se vende en el mercado y son seres como merluzas, sardinas, gallos, terneras…, etc., a la venta, sí, pero cubiertos de la correspondiente ropa. Desnudos, no : cubiertos cuando menos con telas. Telas a modo de ropajes. En este segundo supuesto no entramos en el terreno del escándalo, sino en el del absurdo : ¿estará esta gente loca? ¿Qué tapan cuando cubren con trozos de telas a lenguados, a boquerones? ¿Por qué tapan cuidadosamente esa pata de vaca?
Vaca que fue -atención al dato- previamente engordada para su asesinato final, que es donde se inicia el negocio de los vendedores de carne de ternera, vacas, toros, o corderos. ¿Es que no hay en este mundano hemisferio sastres para los pollos, las gallinas, las pescadas, los calamares? ¿Qué ha estado pasando en este mundo desde que se expulsó a Lilith a los horrorosos abismos de los Infiernos?
Lo que ahí ven es la parte superior de una cuadro de John M. Collier, escritor y pintor británico que vivió entre 1850 y 1934. Su obra «Lilith» es de 1892, y es uno de los temas más famosos de todos los tiempos : Lilith es la naturaleza en estado puro, pero la tradición (¿judeocristiana?) la convierte en la primera esposa de Adán, anterior a Eva, y finalmente aliada de la Serpiente, que es «Quien» representa, (la Serpiente es aquí un «quien», no un simple «lo que»), o quien encarna y simboliza, tanto el saber y la astucia, como el mal y el demonio en el mundo.
Miremos de nuevo a la Lilith de John Collier, que parece jugar de un modo que por más nos esforcemos no podemos llamar nunca «lascivo», sino todo lo contrario : inocente, como quien juega despreocupadamente, infantilmente disfrutando de su propio contoneo con la Sierpe, que la abraza y acaricia. ¿Dónde está el pecado? ¿Qué tenía que tapar Lilith antes de haberse desnudado del todo, si es que alguna vez se vistió de algo?
Naturalmente estas preguntas (y este enfoque de hoy) están planteadas desde una previa «visión tradicionalista del pecado original», tal y como se describe en el Génesis : «…¿Quién te ha indicado que estabas desnudo?» :
Le pregunta Yahveh a Adán cuando al llamarlo vio que se escondía de Él, su creador. Y es desde esa visión tradicional y donde la noción del pecado y de el mal y la muerte y todo lo demás que nos sea desagradable, desde esa atalaya que la tradición ha dado al artista de cada época, es desde donde es posible y tiene sentido la pregunta de hoy : «Lilith, ¿qué desnudas?» La razón de esto es simple : todos los seres conscientes estamos en realidad absolutamente desnudos frente a nuestra interior realidad, que veremos siempre que no caigamos en modos de locuras insanas : ya lo dejó bien planteado otro gran artista también inglés : el autor de «El retrato de Dorian Grey», que Oscar Wilde publicó en 1891, (aunque hubo una edición no revisada del todo de un año antes, 1890).
¡Qué cercanas en realidad y pese a todo las dos obras, la de Oscar Wilde y la de John Collier!
Luego queda una cosa por descubrir : ¿por qué el autor de este post (suelo usar el término «texto», en lugar de post) que por cierto soy yo, por qué, digo, no ha representado la totalidad del cuadro de J. Collier? La Lilith de Collier es una imagen femenina vista desde la cabeza a los pies, de cuerpo entero. Ah, eso es lo de menos, pero veremos qué pasa cuando lleguemos a «El origen del mundo», otro cuadro de época…
Y hay más : ¿no es mejor dejar a la imaginación cuanto más mejor?
El tema de la mujer, en cualquiera de las tradiciones que tomemos como punto de partida, se hace como ella misma es : infinito. La mujer es infinita, y lo seguirá siendo.
En otro orden de cosas : ya abordaremos en otro texto el avatar – vamos a llamarlo así – de Lady Godiva.
Sin la «presencia disidente» de la mujer en el mundo, o todo sería mucho peor, o nada sería…Y nada es nada!
Presencia disidente : está pero sabe que su estar es para poder un día estar todo de otra manera a como se lo encontró. Así ha sido desde los míticos relatos del Génesis. Y antes : sin la mujer es posible que siguiéramos en la proto-prehistoria. Y me acepten el término donde repito dos veces casi lo mismo (proto- pre- ¿no es aquí lo mismo? Sí : pero al insistir en un aspecto, algo cambia…).
Más allá de todas estas cosas, hay una muy antigua tradición que está recogida en gran parte en un libro de J. Campbell, titulado «Diosas», publicado en nuestra lengua en el 2015 en Edit. Atalanta, donde podemos comprobar que estamos ante una historia mítica contada desde por lo menos hace unos 5.000 años, esto es, desde antes del 2.500 antes de la Era Cristiana.
Las «diosas» representan la prepotencia del principio femenino de la vida y el nacimiento. Es sólo a partir de la Edad del Bronce, cuando las armas se imponen sobre los ritos de nacimiento y vida, cuando se inicia el predominio del varón sobre la mujer.
La Biblia que el Cristianismo toma como su «libro», ya está dentro de esta segunda tradición donde lo masculino está considerado como anterior o por encima de lo femenino. No hay más que remitirse al Génesis, donde a la mujer Yahveh dice «te llamaré varona pues del varón te he formado». Es cuando «crea» a la mujer a partir de una costilla de Adán, el varón.
Mi reflexión ahora es lo que sigue : el hombre es creado por Dios del barro, sobre el que sopla para infundir vida, y la mujer está creada también por Dios pero no del barro, sino de una costilla humana ( : de Adán )…, ¿no se nos puede ocurrir que la mujer es más espiritual al estar más lejos del barro, es una creación «de segunda generación», y por lo tanto más perfecta que la primera, la del varón?
Ahí queda eso por ahora.