¿Dónde estuvimos antes?

11 Mar

Calle en la Ciudad Antigua de Tallin

Cuando uno recorre calles lejanas de ciudades ya con sus años y sus siglos encima, ciudades digamos que añosas, «cargadas de años», pero nunca digamos «ciudades viejas» porque el tiempo de una ciudad no es ni como el tiempo de los seres humanos ni tampoco como el tiempo de sus leyendas y mitos y esas mil y una más historias que se cuentan y nunca sucedieron : esos «hechos reales» que no pasaron jamás…, cuando uno, decía al principio, anda sus calles y mira sus rincones, ocurre a veces algo inevitable : nos reconocemos en ellas. Antes de que las llegáramos a conocer, ya «eran algo nuestro», en muchos modos. ¿Acaso antes estuvimos en estos lugares?

Y miren arriba, donde he rechazado el propio término de sus habitantes, que sí dicen «Ciudad Vieja» y la distinguen así de «la Nueva» (que viene a ser como todas), y me he ajustado a palabras y expresiones como «lejanas en el tiempo», «cargadas de años» (que eso es «añosas»), y sepan que en mi más interno fuero, esas son ciudades exentas de tiempo : mágicas. Me pregunto ahora como al paso qué hubiera dicho Italo Calvino de Tallín, la no-nueva Tallín…, sino «la verdadera».

Es algo muy extraño que quienes llevamos ya años viajando juntos comentamos algunas veces. Nos atrapa la ciudad, se nos mete de alguna extraña manera en no sabría decir qué rincón de nuestra alma, y como que nos hacemos uno con las añosas ciudades ésas. ¿Acaso en otro tiempo estuvimos en alguna ciudad de ésas? ¿Tal vez las hemos soñado antes de haberlas conocido, recorriéndolas sin prisas, siempre a pie de acá para allá? ¿Dónde, dónde estuvimos antes?

No lo sé, pero sí que sé (y por eso lo digo) que hay incluso quien desde el primer paseo por la ciudad, ya sabe por dónde ir y por dónde no ir. Y se orienta sin más mapa ni brújula que una cierta intuición real : «algo» de esa persona de quien ahora hablo hay en su interior y como que le va diciendo «es por ahí, es por allá».

El fenómeno que trato de describir sin duda es entendido por más de una persona viajera, pero para los que no lo hayan vivido, es muy difícil de explicar de manera convincente. ¿Por qué? Creo que lo he insinuado con claridad antes : porque tales ciudades no son cosa de los tiempos, sino que tienen en sí un algo que podemos asociar a lo mágico. Son ciudades de ensueños. Son ciudades mágicas.

Cité antes a Italo Calvino, y no creo que sea inoportuno terminar este texto con unas palabras suyas, que traslado de su obra «Las ciudades invisibles» : «… Inútilmente, magnánimo Kublai, intentaré describirte a Zaira, la ciudad de los altos bastiones. Podría decirte de cuántos peldaños son sus calles en escalera, de qué tipo los arcos de sus soportales, qué chapas de zinc cubren sus techos; pero ya sé que sería como no decirte nada. La ciudad no está hecha de esto, sino de relaciones entre las medidas de su espacio y los acontecimientos de su pasado…» Digamos, para acabar aquí, que Zaira es ahora Tallín, y que esto que decía I. Calvino en una página de su «Le città invisibile».

 

5 respuestas a «¿Dónde estuvimos antes?»

  1. Algunos de los lugares que uno visita, ya sea una ciudad o ya sea «en» una ciudad, pueden dejarnos huellas que sólo con el tiempo sabemos si son restos de heridas, ecos de sueños, panoramas que nos enaltecen y como que nos dan un modo de luz que sólo existe en la memoria viva de las cosas y los seres…, pueden dejarnos tantas cosas, a veces más de una a la vez, que en realidad en un solo viaje, sin saberlo, estamos haciendo más de un viaje.
    Me pregunto cuántas veces hemos estado en Córdoba, en Praga, en París o en Florencia. Hay ciudades que tienen sitios especiales : el barrio judio de Praga es increíble. La zona comercial de Ámsterdam «era» magnífica. Recalco ese «era» : Ámsterdam ha dado un cambio en unos pocos años que la ha hecho irreconocible para quienes la conocieron antes de la gran invasión de cutrerío que la tiene como trastornada.
    Yo diría que si Ámsterdam era Dulcinea del Toboso, nos la han convertido en Aldonza Lorenzo…

  2. Tallin parece una ciudad de cuentos, de fantasía. Sus calles empedradas y sus muros, sus tejados y torres picudas como cucuruchos de helados son algo que ponen música en la mirada y dan aire fresco a la memoria. Cierra uno los ojos y se cree -casi- en plena Edad Media.

  3. Con esa ciudad y otras como esa, luego de haber estado unos días allá, podemos decir que co-existimos con ellas «consistiendo» en ellas. Esto lo explicaré en un próximo texto. Al igual que hablaré sobre la experiencia de Helsinki.

  4. Adelantaré algo : tomo ahora la palabra «consistir» (que es de cuna latina y entre otros significados tiene el de «existir») como muy hermanada desde su cuna misma con la palabra «coexistir». En gran medida ambas son una manera de decir «tener fundamento con, existir con». Pero eso lo explicaremos con más detalle en un próximo texto. También sobre Tallin, y Helsinki.

  5. El verbo latino «sistere» está en la base de ex-sistere, y de cum-existere. En un próximo post, como decía, lo explicaré con mayor detalle.
    Coexistimos con muchas cosas y seres, acontecimientos y lugares. Por muy de paso que estemos en o junto a todos ellos.

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