Cráneo descubierto en Gibraltar en marzo de 1848
Cuando leemos estudios sobre las primitivas culturas humanas que se dieron en el mundo, en la totalidad del planeta que ha podido ser hasta ahora estudiado, esto es, desde África y Eurasia hasta las llanuras de la América del Norte y las grandes zonas, ya sean de altas montañas como los Andes, ya sean actuales selvas como el entorno del río Amazonas, lo que primeramente puede que nos ocurra eso que nos asalten una gran cantidad de preguntas.
Una de esas preguntas, tal vez la mas extendida y menos resuelta, es la de por qué se extinguieron los neanderthales : seguimos sin una respuesta inequívoca, pero parece cosas segura que su extinción no fue debida a acciones deliberadas y hostiles de otras especies de «homo». En pocas palabras : el «homo neanderthalensis» no fue borrado de la faz de la Tierra por actos de guerra u otros modos de exterminio. Con lo que, «the answer, my friend, is blowin` in the wind…», para decirlo con una mítica letra de un poema-canción de Bob Dylan.
El cráneo que ven arriba, descubierto en la cantera de Forbes un día 3 de marzo del año ya indicado, se adelantó en 8 años al descubrimiento del valle del Neander, con lo que el primer neanderthal que vio la luz de nuestro tiempo es éste, como señala el autor del estupendo libro titulado «The Human Who Went Extinct» , de Clive Finlayson, quien lo publicó en el 2010. Y es en ese mismo año cuando lo tradujo a nuestra lengua Joandomènec Ros, en Editorial Crítica. Su título en español es «El sueño del Neanderthal». Dados estos mínimos datos, cosa que suelo hacer para respetar tanto a los trabajos de quienes utilizo como «fuentes», y también para dejar algún tipo de orientación cara a un lector interesado en profundizar en esos temas, vamos a lo hoy iba : ¿Por qué esta especie de soledad?
Si consideramos que en otros tiempos, algunos millones de años atrás, coexistieron en nuestro planeta otras especies de «homo», esto es, otras humanidades, podemos decir que hoy en realidad, y como especie predominante, estamos solos. La cuestión es : ¿realmente existe tal soledad? ¿Es soledad pertenecer a una única especie de individuos tipo «homo»? En mi personal modo de ver este asunto, en absoluto el ser humano se encuentra solo en este planeta : la ausencia de soledad no consiste en la presencia de otras especies como la nuestra.
Nadie está solo en casa porque sea el único habitante de la vivienda. Es más : en medio de una muchedumbre, ya sea el día y la hora que sean, nos podemos sentir completamente solos. O al revés : sin nadie a la vista, incluso sin sonidos lejanos de otros seres vivos, podemos sentirnos plenamente acompañados. Absolutamente «no-solos». Y me doy una respuesta (eso sí : es respuesta provisional) a esta no-soledad y también a ese anterior modo de sí-soledad : la soledad es un sueño.
La soledad es un sueño, sí. Y como tal, tiene historia, y tiene nombres y matices. Es un sueño poblado de sombras a veces, y a veces desnudo, sin carne ni huesos ni nombres siquiera. Los que buscan ( : en la historia, y en la geología, y en el arte, y en los restos mismos de los que nos precedieron, y en las estrellas que ya ni son porque hace eones que dejaron de brillar y arder…) todos los que buscan señales vivas en el tiempo, en realidad están buscando sueños dentro de un sueño. ¿Como si fuéramos neandertales durmientes que quién sabe qué soñaron? Pudiera ser…
Existieron, «fueron» : eso, lo sabemos «fuera del sueño». Y como ellos fueron y vivieron, ¿no tenemos ahí una soberana lección de compañía…, más allá «del más allá»? Somos, luego no estamos solos : nunca hemos estado solos. Que una cosa es «estar» y otra muy diferente es «sentirse uno estar». O eso, o todos siempre hemos estado solos. Y digamos ahora, remedando a Dylan : The answer, my friend, is blowin`in your mind… ( Y cambié «viento» por «mente» ).
Esto que me permito ahora es una licencia, por así decirlo, en honor a aquellos lejanos hombres del valle del Neander :
«Ellos
tendrán recuerdos ya, tendrán pasado
de carne y hueso,
el tiempo que vivieron en nosotros.
Y su afanoso sueño
de sombras, otra vez, será el retorno
a esta corporeidad mortal y rosa
donde el amor inventa su infinito.»
Son los versos finales de «La voz a ti debida», de Pedro Salinas. Su aplicación a esa sombra del pasado que es el «homo neanderthelensis» es una especie de homenaje tanto a dicho «humano» extinguido, como a los genes (un mínimo porcentaje, es cierto; pero algo es algo) que dejaron en nuestros más directos y muy lejanos también antepasados : el «homo sapiens sapiens».
Algo que tengo en mente y sin duda alguna pienso tratar en un muy próximo texto : por qué en un momento dado de nuestra historia hemos preferido mirar al futuro, y luego nos hemos vuelto un tanto más hacia el pasado, interesándonos por nuestros ancestros y orígenes, por los modos de vida y culturas del pasado.