Realidad de los sueños

20 Feb
Constelación de Las Pléyades

 

En un sentido bastante literal el ser humano, un a vez instalado en casas, en una forma de vida donde él mismo decidía bastantes cosas en relación con su vida y sus posibilidades, se enfrente a nuevos retos. No hablamos de los retos que se le presentaban a los hombres en ese largo período de tiempo donde subsistía merced a su lucha con todos los elementos, y tenía que disputarle a veces la morada misma a grandes y mucho más fuertes animales : las cavernas, a los osos; las presas más fáciles como pudieran ser cabras u otros mamíferos, a los leones. No hablamos del período donde el llamado «homo sapiens», nuestro más directo antepasado, vivía en lo que se conoce como período prehistórico del Paleolítico, esto es, «el período de las viejas piedras». Hablamos de la época posterior, el de «las nuevas piedras», el Neolítico.

Es en el Neolítico cuando los seres humanos conciben formas de vida donde las cosas tienen cauces más hacederos para ellos, para los seres humanos. Tienen que mirar a los cielos y tratar de indagar qué es lo que más arriba de sus posibles alcances, en los cielos, «se está fraguando». Y tienen  que enfrentarse a sus sueños, a sus incomprensibles estados oníricos donde aparecen imágenes de ellos mismos, y a veces de sus antepasados ya fallecidos, y suceden cosas que escapan a su entero control : lo que controlan en la vigilia, se les des-controla en el sueño. ¿Qué hacer, entonces? ¿Cuál es la realidad más honda : la vida o el más allá, la vigilia o el sueño?

Ina Wunn, doctora que enseña en la Universidad de Hannover cosas relativas a los sentimientos religiosos que pueden deducirse merced a los hallazgos que se han documentado por los estudios arqueológicos, en una obra altamente esclarecedora que se ha traducido a nuestra lengua con el título de «Las Religiones en la Prehistoria», explica cómo desde tiempos hoy muy lejanos, hace más de unos 70.000 años, ya con los Neandertales, el sentimiento de la muerte y el más allá, y con ello la posibilidad de unas prácticas que iban a llevar a los templos y las religiones y los cultos a los muertos, etc., etc., todo eso se organiza y va poco a poco constituyendo.

Veamos algunas de sus observaciones, que tomamos del libro acabado de citar : «Un hallazgo realizado en 1984 en la cueva israelita de Kebara permite deducir prácticas inusuales de enterramientos. Aquí se excavó con los métodos más modernos y una documentación minuciosa el esqueleto de un joven al que se había sepultado en decúbito dorsal hacía unos 60.000 años. El estado de conservación de los restos humanos era excelente; el esqueleto se hallaba en la correcta posición anatómica. Las vértebras cervicales y la mandíbula inferior estaban en la posición esperada; incluso se había conservado el muy frágil hueso hioides. Por eso sorprendió tanto la falta del cráneo.» (pág. 123 de la obra citada).

Basándose en los especialistas en Neanderthal (Ralf  Schmitz y Jürgen Thesen),  la doctora Ina Wunn deduce que el cráneo había sido extraído en una fase posterior a la del enterramiento, una vez que las vísceras se habían descompuesto. Y esto, observan y declaran los especialistas en estos temas, era una observación única en su género para la época de los neandertales.

Estas cosas, junto con otras muchas que nos vienen  muy de lejos, nos obligan a pensar que hay (o, al menos, debe de haber) algo que aún no hemos logrado centrar, algo no localizado o quizá aún no del todo cimentado, que daría explicación de muchas de las cosas que son interrogantes por resolver. No digo que sean enigmas, porque los enigmas van a formar parte de nuestra permanente espoleta. Pero sí sospecho que todavía nos falta mucho por soñar, y mucho más por indagar, hasta dar con la tecla que haga sonar esa música especial que acompaña a las cosas cuando las cosas son algo más que sueños simplemente, y se pueda entonces decir que hay una realidad que esta habitada por nosotros mismos…, a través de nuestros sueños. A ello iremos en otro texto venidero, y desde ese nuevo escrito, veremos qué cosas nos permiten fundamentar nuestra sospecha.

 

5 respuestas a «Realidad de los sueños»

  1. La imagen que ven, Las Pléyades, también conocidas como Las Siete Cabras, pues eran siete las visibles a simple vista en el cielo nocturno, son Maya, Electra y Taigeta, amadas por Júpiter; Alcione y Celene, amantes de Neptuno; Astérope, de Marte, y Mérope, que eligió como amante a un mortal, Sísifo, y fue por ello castigada.
    Las Pléyades configuran una especie de CLAVE : 3 de ellas contiene 7 letras : Alcione, Electra y Taigeta: 2, poseen 6 letras : Mérope y Celena; Astérope tiene 8 letras, y Maya tiene 4 letras.
    Si ordenamos esta numeración tenemos : 7-7-7-6-6-8-4, y sale la cifra 777 que se contrapone a la famosa 666. Y ahí tendremos a la Divinidad ( : 777) como algo que se opone al «Número de la Bestia» ( : el 666).

  2. La vigilia y el sueño son ambos estados reales, sólo que poseen diferentes tipo de realidad. En la vigilia compartimos de un modo constatable realidades con los que nos acompañan, interactuamos con otros durante horas cada día y forjamos proyectos que ven sus logros o no; y en el sueño, las cosas no funcionan así : somos espectadores en ellos de una obra de teatro cuyo guión desconocemos en absoluto. Salvo muy contadas ocasiones, donde en los llamados «sueños lúcidos» somos como amos de un increíble escenario…

  3. Naturalmente las cosas relativas a cuanto se está aquí diciendo, son más complejas. Tanto lo que atañe al hombre prehistórico como lo que se refiere al estado onírico. Y además de ser mucho más complejo todo esto, hay aún más por saber y posiblemente algunas cosas (históricas, científicas) que en su día se verán de otro modo. Pero hoy por hoy, lo que hemos dicho se ajusta bastante a lo que se piensa que ocurre.

  4. La Mitología tiene en esa constelación una verdadera mina : desde Sísifo hasta los amoríos de los dioses del Olimpo con las estrellas-Ninfas, hay un gran «noticiario sentimental».

  5. ¿Qué lanzó a nuestros antepasados a mirar los cielos con esas finales conclusiones míticas? ¿Por qué se interesaron tanto por los sueños?
    Todo eso tiene hoy día su respuesta, qué abordaremos desde nuestras posibilidades.

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