Habla C. G. JUNG en su particular «biografía» de un caso que le afectó de forma muy directa y que él define con el término de «sincronismo». Cuenta que un día, estando dormido, despertó con espanto y creyó que algún extraño había entrado en la habitación de hotel donde se encontraba, y en donde en ese momento estaba alojado porque se había desplazado a la ciudad de B. (Jung no dice el nombre de la ciudad, sólo nos da la letra inicial). Encendió la luz de su habitación, y no vio a nadie. Incluso se levantó y abriendo la puerta se asomó al pasillo, ya tampoco vio a nadie. Soledad y silencio.
Se para a rememorar en ese momento lo que le había pasado, y cae en la cuenta de que había despertado debido a un sordo dolor, como si algo le hubiera golpeado en la frente y además le hubiera llegado a dar en la parte posterior del cráneo…
Al día siguiente recibió un telegrama donde se le hacía saber que un paciente, que él estaba tratando por aquel entonces, se había suicidado. Y más tarde supo que se había disparado un tiro en la frente, llegándole la bala a la parte posterior del cráneo. Este relato que acabo de resumir pueden ustedes leerlo en la página 169 de la obra de C. G. Jung que se titula «Recuerdos, sueños, pensamientos.»
(Como veremos, hay una gran cantidad de cosas en la vida de Jung que tienen una enorme importancia no sólo en su propia actitud vital, sino que reforzó sus creencias y aumentó la natural fuerza moral que el ilustre «médico del alma humana» llegó a tener).
La coincidencia en el tiempo de dos sucesos cuyas causas y sujetos son dispares y están distantes el uno del otro la llama Jung en su obra «sincronicidad«. Expliquemos con las propias palabras de Jung este término :
«He elegido el término «sincronicidad» porque la simultaneidad de dos acontecimientos análogos, pero actualmente ligados, parece un criterio esencial. Empleo, pues, aquí el concepto general de sincronismo en el sentido especial de coincidencia temporal de dos o más acontecimientos, relacionados mutuamente de modo acausal, que tienen un contenido idéntico o semejante. Esto se opone pues al sincronismo que representa la mera simultaneidad de dos acontecimientos.» (págs. 481 a 482 de la obra citada antes).
Acabemos ahora este texto,con las explicaciones pertinentes : una, el título. Llamamos «Torreón» a este texto porque en su momento nos ocuparemos al que se hizo construir Jung (su «Torreón de Bollingen«) en un momento dado de su vida, y por qué hizo tal cosa. Otra cosa es lo que sigue : a lo largo de nuestras vidas realizamos actos, o somos espectadores de actos que otros llevan a cabo, (actos, o empresas más complejas y prolongadas en el tiempo), que pueden parecer «calcos» de actos anteriores de seres anteriores, muy anteriores en el tiempo y el espacio.
Las cosas suelen tener alguna veces vida propia, y cuando las contemplamos, notamos en ellas algo como si fuera una especie de halo, o de no visible huellas impresas, que parece que nos tocan. Ocurre con las cosas, con los paisajes a veces, con algunas personas, con objetos incluso.
Y aquí aclaro algo : cuando digo «las cosas», que son las palabras que inician este texto, no estoy pensando sólo en cosas u objetos materiales, sino también en sucesos, en acontecimientos, e incluso en personas vivas a quienes tal vez veamos por vez primera en nuestra vida, y sin embargo desde un principio nos parece conocer de antes.
«Conocer de antes» : quiero recalcar esta expresión porque entiendo que tiene en sí una gran fuerza. Me explico : ¿cuántas veces no somos espectadores de un suceso, o tenemos un encuentro con algún tipo de persona, o de situación, que sentimos como si lo re-conociéramos?
No hablo ahora del típico «dejà vu» : la cuestión que trato de explicar tiene una mayor incidencia e intensidad en quien la vivencia que el tradicional fenómeno que expresamos con ese par de términos franceses, cuya traducción (algo «ya visto») no omito. Una gran cantidad de cosas no son más que repeticiones de otras ya antes hechas. Es más : las especies mismas a veces «se repiten» a lo largo de milenios, y parece que no evolucionan, (como se dice a veces que ha sido el caso de los Neandertales : lo que causó su extinción al aparecer el llamado Homo Sapiens).
El anterior texto sobre este mismo asunto estaba incompleto, como ya expliqué en los comentarios pertinentes, y éste de ahora, que está de momento completo, deberá a su vez ampliarse : las cosas, tanto las propias de C. G. Jung como las de las personas en general, son de suficiente complejidad muchas veces, y tratar de minimizarlas suele ser un modo de restarles su verdadero valor.
Importa que el lector atienda a esa diferencia que establece Jung entre «sincronicidad» y «sincronismo».
En una nota en el libro que hemos comentado, se lee (son palabras de JUNG) :
«La sincronicidad no es más enigmático o misterioso que las discontinuidades de la Física» En pág. 428 de la obra que se viene citando.
Cuando comentemos el notable interés que llevó a Jung de hacerse del Torreón, tal vez se nos haga más claro el por qué de muchas cosas que el ser humano hace y con el tiempo se olvidan y hasta se sorprende uno de los motivos reales de tales hechos.
Cuando una persona escribe para el público sus pensamientos, sus ideas y sentimientos, y más aún su opinión sobre sucesos de los que ha sido protagonista, ya sea en parte, ya de manera total, la sinceridad de sus palabras debe ser absoluta. Hay «Memorias» literarias o históricas que son fieles a los hechos, y otras que no tanto. El caso de C. G. Jung es de los que con mayor elegancia ha sido fiel a la verdad, y eso es algo que el lector algo avezado puede notar.
Con respecto al Torreón que se puede ver en la imagen inicial de este texto, se halla en la Plaza de Santa Caterina (o Catalina) en Bruselas. Se le conoce como «el Torreón Negro», y es el resto de una de las antiguas murallas de la ciudad.
Bruselas es una ciudad alegre y de gran belleza. Su gente es amable y su cerveza excelente. No les recomiendo sin embargo que ingieran ostras de puestos callejeros: suelen estar algo pasadas.
Con lo antes dicho todo lector podrá deducir que el Torreón que se ha reproducido en este texto no es el de Jung en Bollingen. En la Wikipedia pueden ustedes acceder a ver el auténtico Torreón (en realidad acabó siendo un pequeño castillete, pues el psiquiatra le fue añadiendo nuevos añadidos, Torres nuevas…etc.
¿Cuáles son los pasos ( : siglos, cambios genéticos…) que nos llevan del «homo sapiens» al hombre moderno actual?