Estados de consciencia

15 Ene

Nubes de atardecer

Si observamos esta imagen, ¿qué vemos? Pocos serán los que no identifiquen en ella un atardecer, unas pocas nubes sobre el cielo ya cambiante de color, nubes rojizas por el brillo que les confiere el sol poniente, y abajo, como en primer plano, árboles, casas, algún lejano monte… La tierra, en definitiva. Y el mar y el cielo junto con ella. (El aire es en las fotografías algo que siempre se intuye, o casi).

Esto es una simple muestra de lo que solemos ver de manera casi constante mientras estamos despiertos, en estado de vigilia consciente. Una simple muestra : podíamos poner una calle con sus aceras y personas pasando por ellas, sus vehículos, los escaparates de tiendas…

O podíamos haber elegido un portal de una casa, solitario o con alguna persona que entra en él, o que sale… O una estación de ferrocarril, una parada de taxis, una feria de población mediana, una sala de cine…

Son muchísimas las posibles elecciones que podíamos haber hecho : hasta cierto límite, pues aquí no estamos ante ningún tipo de infinitud como la que nos ofrecen, pongo por caso, la sucesión de números, o el concepto que podamos tener del tiempo en el cosmos, los años desde el inicio de los seres y las cosas. Pero atendamos a esto que ahora voy a proponer :

Un hombre del período paleolítico podría haber visto un atardecer similar y unas similares nubes, pero no una zona de casas como la que en la parte baja de la foto, algo ensombrecida, se ve. O casi se ve, pero desde luego, se intuye. Atendamos a ello porque tiene una enorme importancia para lo que luego se va a tratar de razonar.

Y, al tiempo que mantenemos esta idea en nuestra atención (aún cuando sea atención secundaria en tanto seguimos leyendo), tengamos presente también esta otra cosa : hay otra infinidad de cosas que el hombre del paleolítico podía ver y sin duda veía, y que están ya absolutamente fuera de nuestras posibles observaciones. No hablamos de las cuevas que ellos pintaron (o no : se limitaron a habitarlas ocasionalmente), porque son algo que podemos aún hoy ver.

Las cuevas, digo. Ni hablamos de los pájaros o los peces, de los ciervos o los toros o los perros-lobos o las cabras o las nubes… Son cosas que «creemos poder seguir viendo», porque aún están, pero ¿Y nuestra mirada sobre esos seres? Esos, como dijo un poeta romántico hablando de las golondrinas, esos ya nunca para nuestra percepción ya volverán a ser : nuestra consciencia y con ella nuestra posible mirada, ha cambiado.

La mirada del ser humano se puede decir que cambia de manera constante : primero, el hombre occidental de una ciudad moderna, como puedan ser Bruselas o Barcelona o Málaga, no mira igual que el hombre oriental de este mismo tiempo de hoy; lo mismo que la personas cultas no miran igual que las incultas. Culturas, tradiciones, tiempos o épocas, creencias…etc., nos hacen ver y mirara el mundo de formas muy distintas.

Y ahora, nos preguntemos esto : ¿qué veían realmente los hombres que pintaron las cavernas que hoy se afanan en estudiar los especialistas en las cosas que pintaban? «El chamán durmiente» de la Cueva de Lascaux, como se le ha llamado, y que estudian muy brevemente Julia y Derek Parker en un libro sobre Sueños, ¿era visto igual por quien o quienes lo pintaron y por los actuales estudiosos de esas pinturas? No, no pueden ser vistas del mismo modo las cosas de otros tiempos por los hombres que eran sus «hacedores» que por los hombres que hemos venido siglos después.

¿Por qué? Por los cambios que afectan a los modos de consciencia en los seres humanos, cambios que resume en unas muy lúcidas palabras David Lewis Williams en un sabio libro ( : «La Mente en la Caverna», es el libro ), y desgrana los posibles estados de consciencia, en líneas generales, en páginas 124 y siguientes. De estas cosas seguiremos tratando en venideros textos, que hoy, con reflexionar algo sobre lo ya escrito y dicho aquí, tenemos tarea de sobra.

3 respuestas a «Estados de consciencia»

  1. Los estados de consciencia cambian de manera constante. Incluso sin que nos demos plena cuenta de ello, nuestra consciencia experimente cambios a lo largo del día, y más aún de los años, y mucho más aún a medida que la vida nos pone ante experiencias muy variadas.
    De igual manera cambian las consciencias de los seres humanos con el cambio de los tiempos, de los siglos, de los modos de vida, de los cambios en el entorno… Hasta según la lengua que hablemos, e incluso las lenguas que conozcamos, nuestras consciencias del mundo y de las cosas y los seres, son de un modo o son de otros modos. Cambian. No son los mismos.

  2. Lógicamente nos estamos refiriendo a consciencias «normales», no a los «estados de consciencia alterados» (por ejemplo, por drogas, o por fuertes traumas) ni tampoco a aquellas consciencias que precisan cuidados psicológicos debido a múltiples causas.

  3. Es curioso : la mentalidad de los estudiosos de épocas muy lejanas en el tiempo de nosotros, de nuestra concepción del mundo, cambia de maneras tan radicales que se llegan a extremos que rozan lo que nos cuesta trabajo llamar por su nombre : rozan el ridículo. Un investigador que se plantea la hipotética manera de hablar de los Neanderthales, ¡equipara ese supuesto lenguaje al de las abejas!

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