¿Cuándo comienza realmente la historia de una persona? ¿Cuando nace, cuando cobra conciencia plena de su humanidad y su personal estar vivo? ¿Cuenta el pasado, o no cuenta? Y si cuenta, esto es, si ponemos al tiempo pasado como parte de la historia de cada ser humano, ¿no habrá que poner también al tiempo futuro en ese mismo «sitio» que es la historia de cualquier ser humano? Dicho esto de otro modo : ¿comenzamos a ser cada uno de nosotros, a existir de alguna manera, desde el mismo instante en que «empezó todo»? Y cuando decimos «el pasado» nos referimos a todo el tiempo, desde el comienzo mismo de lo que llamamos «tiempo».
Al fin y al cabo, si hacemos que cuanto ocurrió en esta tierra hasta que uno de nosotros llegó a ella, – cualquiera de nosotros : los seres humanos en su totalidad -, forme parte de la historia personal de cada uno, entonces el tiempo debería contar en su totalidad : el pasado, porque «algo» se fue organizando en sus entresijos hasta dar de sí a cada ser vivo; el presente, porque en él estamos; y el futuro también, ya que cuanto hacemos en vida va entrando a formar parte de esos tejidos que el Tiempo va zurciendo hasta formar esa Gran Madeja que construye la totalidad de lo que tenga entidad, sea cual sea dicha entidad. ¿Estaríamos entonces, si hacemos tal operación de unificar en una única y misma madeja, el todo y cada una de sus partes, avanzando un poco más allá de lo que nos propone Martín Heidegger en su «Sein und Zeit», «Ser y Tiempo»? Creo que sí, y creo también que con ello no descubrimos ningún nuevo mar : simplemente nos movemos en el terreno de lo que podríamos llamar «Bio-Cosmología», algo que de hecho ya existe, aun cuando tenga otros nombres.
«El Ser y el Tiempo» del filósofo alemán se publicó en la primavera de 1927. Curiosa fecha : en España y su Literatura da nombre a una generación de poetas de alto valor : la Generación del 27, con F. G. Lorca y Rafael Alberti, con Luis Cernuda y Emilio Prados, con Jorge Guillén y Pedro Salinas, con José María Hinojosa Lasarte, con Dámaso Alonso, con Manuel Altolaguirre, con José Moreno Villa… Poetas que también han sido llamados, (aun cuando con menos éxito), «Generación de la República». Y es en 1927, según leemos en una nota a pie de página (la nota 77, en pág. 220) del libro «MIRAMAR» cuando los padres Paúles se hacen cargo de la capilla del «Miramar», construida en 1909, y convertida en parroquia en 1943.
¿Por qué damos ahora estos datos? Muy simple : los poetas del 27, como la historia que se nos novela y relata con un lenguaje dotado de enorme plasticidad y fuerza en «Miramar», es también una historia «partida en dos, y no por gala», como diría Max Aub, cuando habla de la Guerra Civil española y sus efectos en la Literatura y su Historia. Y este libro que ahora comentamos, ( «MIRAMAR» ), tiene como hito de referencia en el tiempo precisamente ese trágico episodio de nuestra Historia en el siglo XX.
«MIRAMAR» contiene momentos de una notable fuerza dramática, fuerza ésta que unida a la plasticidad del lenguaje con que se nos va entrando con viveza el relato, produce un efecto que podríamos llamar «cinematográfico». No hay ninguna página del libro que esté de más, y sí percibimos un equilibrio en la narración que nos remiten, necesariamente, a la consideración de que sus autoras, CARMEN ENCISO VERA y ELOÍSA NAVAS MARTÍN, son dueñas de un lenguaje expresivo de indudable valía. Ello da de sí una obra que siendo como es extensa, generosa en páginas, ( : unas 538 en total), se nos hace ligera, y se lee con agrado, pues desde el inicio hasta el final nos sentimos como dentro de un considerable frescor narrativo.
No quiero cansar al lector de hoy, ni tampoco excederme en las dimensiones de lo que debe ser una entrada o «post» de un blog, pero tampoco quisiera irme de estas palabras sin añadir algo más del libro, que me llamó la atención. (Son palabras que puede el lector encontrar en la página 224) :
«…para contemplar sus preciosos jardines, me abracé a la higuera centenaria que había a la entrada y sentí cómo su savia se acompasaba con los latidos de mi corazón.»
Explico el por qué de mi especial atención a este momento del relato, cuando estamos ya en Tánger y a salvo de los trágicos avatares de una guerra : en un libro de reciente publicación, que se titula «Otras fronteras, otras realidades», y cuya autora es la extraordinaria sensitiva y muy culta PALOMA NAVARRETE, leemos esto :
«-Cuando os sintáis cansados o bajos de moral, mustios, deprimidos, si un día la vida pierde sus colores, un buen árbol os puede ayudar. Podéis ir a un parque, pedir ayuda a los árboles, aquietar la mente, escuchar con atención, y un árbol os llamará. Ya sabéis la técnica, pegáis vuestro cuerpo y cabeza a su tronco, lo rodeáis con vuestros brazos y sentís cómo su savia corre por vuestras venas: Su energía os entra por los pies, recorre vuestro cuerpo e inunda vuestra cabeza.»
Y aquí dejo de momento al lector, con la esperanza de haber puesto en su interior la suficiente curiosidad para que se asome a las páginas de esta singular historia centrada en torno a un muy noble edificio de nuestra Málaga. Y termino ya : me he permitido ese título, ( : «Miramar», It Book), con la certeza de que la lectura de esta obra no dejará indiferente a nadie de cuantos la aborden. Gracias, lectores.
Son muchos los nombres, lector, que nos hemos dejado atrás. Y también muchos los datos, como los de los fusilamientos, los intentos de escapar del desastre cada uno y cómo cada intento, a veces, «retrata» al fugitivo, para bien o para mal. Los incendios, las destrucciones, los avatares…
Pero tal cosa era inevitable. Me consuelo de esto pensando que lo seleccionado para este post de hoy haya sido cosa suficiente para despertar su interés y le acerque así al libro. Gracias de nuevo.
Que eso de abrazarse a los árboles sea una técnica energética es algo que se ha explicado en diferentes obras, Sobredo todo obras de lo que dio en llamarse New Age. Personalmente lo leí por vez primera en los libros de Carlos Castaneda, en esas «novelas – testimonio » donde relata sus años de aprendizaje con el «brujo» don Juan Matus.
Encontrarme en el libro MIRAMAR ese dato que antes he dado en el texto, y haber leído hace poco también alusión directa a dicha tecnica por la «brújula blanca» que puede que sea la psicóloga y farmacéutica, además de notable «sensitiva» Paloma Navarrete, llamó mi atención, y no poco.
Ay, esto de que los smarphones «sepan» ortografía…! Arriba. En el comentario anterior, donde se lee «brújula» yo había escrito «brujita». Creo que hay diferencia. Valga esta corrección que aquí dejo, lector.
La nota 146, en pág. 515, da un dato curioso para quienes se interesen por las cuestiones del vocabulario peculiar de cada zona. En este caso se alude al origen de la palabra (malagueña y gaditana, también, se nos dice) «tejeringo». Un tejeringo es lo que en otras ciudades se llaman «churros», o como en Sevilla, «calentitos».
La novela, en suma, nos lleva por unos hechos y unos paisajes que muchos habremos conocido de niños, y otros, aun no habiéndolos vivido, los podrán interiorizar con facilidad : ya hablamos antes de la extraordinaria plasticidad del lenguaje de este libro.
Para insistir en lo dicho, y de paso no volver de momento más sobre el tema, quiero reproducir aquí unas palabras que escribió para la contra-portada de «MIRAMAR» el gran lector y excelente librero que ha sido (y es, y que por muchos años lo sea : así podrá disfrutar de su jubilación) Pepe Guerrero. Son estas :
«La mejor novela que he leído sobre la Málaga del siglo XX. Los malagueños disfrutarán con las historias de este libro, con su folklore, con los usos y costumbres y con el léxico; los que no lo sean, los descubrirán.»
Gracias, Manuel, por tan preciosas palabras dedicadas a Miramar.