Historias ágrafas

23 Oct
Tipo de escritura cuneiforme, como la utilizada en el Gilgamesh

Hacer coincidir el comienzo de la historia con la invención de la escritura puede ser útil para los historiadores, ya que al disponer de textos escritos, sus argumentos hallan sustento, se pueden probar;  y sólo, – si acaso -, se les puede quedar algo en el aire, en las nieblas de la duda, cuando la interpretación de los textos sea problemática. Pero la cuestión que ahora pretendo plantear es otra : la identificación entre “Historia” y “Escritura / Textos escritos”, ¿es realmente válida para “todo” cuanto haya sucedido en el pasado?

Lo diremos de otra manera : las cosas que ocurrieron y no pudieron ser escritas, ya que no había aún ningún sistema de escritura, ¿son acaso por ese motivo “menos históricas” que las cosas que igualmente ocurrieron y sí pudieron ser escritas? De acuerdo con el criterio que une indisolublemente Historia y Texto escrito, esas cosas no escritas, simplemente, no son historia… Imagino que tal vez vean ustedes ya adónde quiero llegar, pero no nos anticipemos, y dejemos desde ya en claro para todos que el término “ágrafo” significa “carente de grafía, no escrito” ( : así que el título que arriba ondea, valga la metáfora, supone una contradicción : si es “historia” no puede ser cosa que carece de su correspondiente relato, no pude ser ágrafa).

Pasemos ahora a considerar nuestras vidas personales, cada cual la suya propia : lo que pensamos a lo largo del día, ¿no forma parte de nuestra historia personal si lo pensado por nosotros no ha sido escrito? Nuestros sueños, aquellos que de hecho recordamos y se nos quedan en la memoria largo tiempo, y vivimos con ellos y hasta nos condicionan incluso sin que nos demos cuenta, ¿dejan de ser (verdad) porque, al no haber sido escritos, no son “historia” nuestra? ¡Cuántas y cuántas son las cosas que pensamos y ni tan siquiera verbalizamos, y mucho menos ponemos en palabras escritas! Y no sólo cosas que pensemos, sino también cosas que nos ocurran a diario y dejemos pasar y caigan en olvido y…, ¿no son en realidad “nada” por esa condición de “agrafía”? ¿No forman parte de nuestra historia? Yo diría que sí que lo son : historia “no escrita” nuestra, pero historia cabalmente nuestra.

¿Y qué pasa con esa infinita cadena de seres que nos precedieron en el devenir de los tiempos pero no fueron por nadie “historiados nunca”, ya que nadie escribió de ellos? Nótese que he introducido un elemento nuevo en lo que venimos escribiendo : la palabra “verdad”, que se ha puesto entre paréntesis para que su entrada en escena no parezca un subterfugio nuestro, para que se destaque su presencia como lo que es  : un elemento nuevo. En el fondo de nuestra consciencia sabemos que esa cadena de seres que nos precedieron forman parte de nuestro ser, son tan verdad como nosotros mismos, y hasta sabemos más : sin haber sido ellos “antes”, no seríamos nosotros “ahora”. ¿Y van a no ser historia nuestra por no haber sido escritos?

Una mente lúcida, – y es mi opinión en este caso -, no puede aceptar eso de manera plena. Por fuerza, una mente tal tiene que exigirse a sí misma una salida, un “tertium non datur” que permita la elevación de los hechos, de las cosas y sucesos, a un plano del ser donde, con independencia de su “historicidad” o su naturaleza “ágrafa”, tengan una naturaleza de verdad o de realidad absolutamente plenas : porque lo real es lo verdadero, se escriba o no. Y porque hay muchas cosas que han sido escritas y carecen de esa cualidad de “ser cosa verdadera” : son falsedades escritas que, a veces, se nos cuelan en la historia… O pretenden que se nos cuelen, lo que es ya mucho peor.

Estos días atrás he estado releyendo el que quizá sea el primer texto histórico-literario que se conoce y del que tenemos constancia : el Poema de Gilgamesh. Tanto la edición que ha hecho del mismo Federico Lara Peinado, en Editorial Tecnos, como la versión de Stephen Mitchel en Alianza Editorial, en traducción de Javier Alonso López. Tal poema, con sus lagunas textuales y con sus diversas versiones transmitidas, es un  texto que nos sitúa en el inicio de la historia escrita de la humanidad y también de su literatura, puesto que la historicidad de base del Poema está fuera de toda duda, al margen ahora los mitos que narra, así como esa muchedumbre de divinidades, dioses y semidioses, que pueblan el largo viaje del héroe, el rey Gilgamesh.

Pues bien : de las lecturas que cualquiera haga o pueda hacer de ese tan extraordinario texto no tenemos más remedio que coincidir en esto : el Gilgamesh en realidad marca el final de un muy largo proceso de cosas y seres antes sidos, es decir, antes existentes, aunque en otros aspectos sea a la vez el poema el inicio de otras muchas cosas. Y termino con unas palabras del poeta Rainer María Rilke, escritas a finales de 1916 : “¡Gilgamesh es formidable!” En próximos textos deseo desarrollar algunos aspectos del gran poema sumerio que de fijo dará qué pensar a más de uno. Hasta entonces.

2 respuestas a «Historias ágrafas»

  1. Aclaro que lo que más me mueve a escribir sobre lo que en apariencia es un texto muy lejano en tiempo y espacio de nosotros, es una certeza que espero saber poner ante la imaginación de los lectores, y que es esta : del mismo modo que debemos pensar que la invención de la escritura no fue un hecho puntual que sólo se dio una vez en la historia, sino que la escritura ha sido muchas veces inventada por muchos pueblos, y “diseñada” de muchos modos, también debemos pensar que con el fuego ocurrió otro tanto : el uso y manejo del fuego, la manera de lograr hacerlo y dominarlo, no creo que fuera un hecho único sino que, igual que el lenguaje, fueron muchas las veces que en los tiempos de nuestros ancestros se logró domar el fuego, se logró inventar una escritura, y los seres humanos alcanzaron eso que llamamos “lenguaje articulado”.

  2. Y eso me lleva a esto otro : en la Epopeya de Gilgamesh hay cosas relatadas que nos hacen pensar que en tiempos muy anteriores a las versiones y relatos del poema, ya se dieron sucesos y hechos que, por lo que fuere, no han pasado a la historia escrita. O puede que estén por descubrirse los textos o las pruebas que den fe de aquellas cosas. En realidad, estamos siempre a las puertas mismas de un sinfín de misterios…

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