¿Hasta cuándo?

26 Ago
"Alegoría con Venus y Cupido" de Agnolo Bronzino (Siglo XVI)

Parece a veces que la humanidad tiene una especie de intuición muy certera de sus carencias y de sus muy visibles defectos, y esa visión interior de sí misma, en su conjunto, tratada de mantener en secreto por la mayoría de los humanos, pero más de una vez manifestada o puede que hasta compartida con la generalidad de los mortales en obras y estudios diversos, esa visión no querida por nadie, – me digo -, puede que nos lleve a intentar salir de nosotros mismos y dar lo mejor de uno de maneras muy diversas : a través de la ciencia, del arte, de la dación generosa de uno mismo para con los demás… O a través de instituciones que tratan de esforzarse en ayudar a «los otros», es decir, al prójimo cuando se encuentra éste en apuros insalvables o casi.

¿No vemos contraste alguno entre los actos vandálicos de individuos diversos, o las guerras sostenidas por poderosos contra etnias y pueblos enteros, y esos otros haceres (¡tan humanos y dignos!) que parece que nos redimen a todos en conjunto de los males y fechorías que se cometen a diario? ¿Ha de ser este mundo de manera inevitable una especie de constante teatro donde se alterne, de continuo, lo bueno y lo malo con lo peor, y lo peor con lo (: esto, muy raramente) excelente? ¿Se organizan las naciones para evitar penalidades e injusticias al común de los mortales, o más bien para perpetuarlas solapadamente?

De todo habrá, imagino. Pero en su conjunto a veces cae uno en una especie de estupor y pesimismo acerca del futuro que le aguarda a nuestra especie si no ponemos freno a los múltiples actos inicuos que se cometen. Pensemos en este dato : se anuló aquella ley que establecía que el monte quemado tendría que volver a ser monte como era, y tardase lo que tardase, y no se podría por lo tanto usar esa tierra devastada para construir y hacer negocio, y miremos cómo han proliferado los incendios de montes. Incendios intencionados. ¿Hay correlación entre aquella anulación de una normativa que era firme y esas devastaciones insensatas? Cada cual se dé su respuesta, que ya tengo yo la mía.

Con todo, y tras dejar dicho que la historia al cabo la suelen escribir los vencedores, como bien dice en su libro un estudioso de la Prehistoria al referirse a los Neanderthales, (tema sobre el que como prometí volveremos), quiero ahora mostrar una de las maneras como en la Historia misma del Arte se ha mostrado el deseo amoroso, la pasión erótica, la visión de lo directamente sexual : como pecado o incluso como algo que puede llevar al incesto. Y así, de lo que puede y debe ser motivo de belleza y gusto, – según tengo para mí y creo -, se hace cosa lasciva y que conduce a la enfermedad cuando no a la muerte. Si no, reparen ustedes en ese cuadro, magnífico y pleno de alegorías aunque sea ( : para mi gusto, aclaro ) recargado y «excesivo», que pertenece al siglo XVI y tiene como autor al pintor que se suele conocer como Agnolo Bronzino, y que se encuentra en la National Gallery, en Londres. Se titula «Alegoría de Venus y Cupido» y sin entrar ahora en el significado de sus figuras, desde la central, esa Venus desnuda, hasta esas otras figuras desapacibles que laten al fondo del óleo del artista del Manierismo del XVI italiano, señalemos tan sólo esto : ¿es que somos incapaces de tener por fuerza que ver, más allá de toda posible relación gozosa del placer erótico, lo negro, lo maligno, lo enfermizo, lo mortal doloroso? No lo sé, no lo sé. Pero digo que «sic transit gloria mundi…», y en mi interior me pregunto : ¿hasta cuándo? Seamos optimistas. Seámoslo, so pena de caer en negruras del alma que sólo a mala locura nos pueda llevar.

Una respuesta a «¿Hasta cuándo?»

  1. Doy el link donde el lector podrá informarse del sentido general del cuadro y de los significados de sus figuras en él representadas :

    http://www.elcuadrodeldia.com

    Gracias.
    En próximas entregas, vuelvo sobre el tema de nuestros antepasados muy lejanos, los «Sapiens – Neandertales», cuya «historia» fue inicialmente escrita por otra especie humana, los «Sapiens – Cromagnón», pero de los que la Ciencia está redescubriendo novedades dignas de saberse. Ambos eran «sapiens», como hoy sabemos.

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