Soñar con difuntos

12 Ago
Altar de Noctiluca, con su piedra bicorne en la base

Es un tipo de sueño mucho más frecuente de lo que se suele pensar, y sus posibles significados varían mucho. Van desde la añoranza por seres queridos ya pasados «al lado de allá», hasta el simple «eco» de personas con quienes tuvimos trato o conocimiento en nuestra vida. Llamo ahora «eco» al hecho de que algunas personas dejan a veces en nuestra psique una especial impronta, una huella, para bien o para menos bien, y eso nos acompaña durante un tiempo, a veces durante años, siendo tal conexión la causa de nuestros sueños. Pero en general, y a salvo casos muy especiales, esos sueños no tienen mayor importancia y no hay que buscarles tres pies al gato para ver de dar sentido a dichos ensueños.

En ocasiones, muy contadas pero no por ello poco importantes, esos sueños con personas ya fallecidas sí que significan cosas importantes. Bien para el soñador, o, lo que es más raro, para el ser fallecido con quien se sueña. En este texto voy a referirme a un sueño personal que me ha acompañado durante meses y al que no he dado más importancia que la de su extraño contenido. Fue un sueño muy breve, tras el que desperté y no lo anoté, como suelo hacer en la mayoría de los casos, sino que me quedé pensando en lo que había soñado y también en la persona que en mi ensoñación apareció de manera inequívoca.

El lugar donde hay que situar la acción del sueño es la Cueva del Tesoro, lugar que visito de manera regular varias veces cada mes, en ocasiones un par de veces por semana : es mi obligación hacerlo, sobre ser también un modo de devoción mía a la que me cuesta renunciar. En mi sueño, yo me encontraba a solas en la sala que conecta la que se llama «Sala del Águila» con la que contiene en sí un altar natural : un betilo de piedra caliza con una curiosa forma como de Dama envuelta en un manto y con una media luna en su base; al modo como se conocen los altares bicornes de la cultura cretense arcaica.

Les hablo con esto de la «Sala de Noctiluca», uno de los nombres que reciba esa divinidad prehistórica que recibió culto en el área del mediterráneo. Tales cosas las sabemos por haberlas leído en los  estudios por Gustavo Glotz (17 de febrero de 1862 – 16 de abril de 1935) en un libro suyo de 1923 que se titula «La Civilisation Égéenne», que fue traducido al español y publicado en Arbor, una colección del CSIC. Leí el libro del sabio francés en casa de mi padre, que tenía una estupenda biblioteca.

Estando en mi sueño en ese lugar, a solas, como suelo, he aquí que de pronto veo a una persona ya fallecida, a quien identifico de manera inconfundible con un viejo amigo de mi padre. Podría incluso decir que casi compadre suyo pero de quien no daré el nombre ni más datos que puedan identificarle (más que nada, por respeto a sus familiares, aún vivos, y  también a la propia persona fallecida). Este señor, hace bastantes años ya ido al otro lado, (al igual que ya se fue mi señor padre, fallecido en 1988), vestía su habitual traje oscuro, con chaleco y chaqueta, y se encontraba dando vueltas y más vueltas en torno al altar de Noctiluca de que he hablado. Me fijé en sus zapatos, oscuros, a tono con su atuendo, y en la manera tan peculiar como daba sus pasos, apresurados y rítmicos, en sus vueltas sin parar en torno a la Diosa. Mis sentimientos para con esta persona, a la que conocí y algo traté en vida, no fueron ni de pena ni de alegría, sino de cierta sorpresa. Y en mi sueño recuerdo que me decía ( : «Qué curioso el destino de algunas personas después de haber vivido… ¿Cuánto les podrá durar estos estados post mortem?»). Y luego de eso, despierto y nada más sueño esa noche.

De momento, nada más comentaré de este sueño y dejo así las cosas. En otros textos, sobre estos temas, y también en relación con esa Cueva del Tesoro tan llena de tradiciones e historias, unas reales y otras míticas, ya trataré cosas de interés. Aclaro algo : tales historias, en algunas casos, implican a personas aún vivas y, lo que es más de notar, relacionadas de maneras diversas con la Cueva. Gracias a todos.

2 respuestas a «Soñar con difuntos»

  1. Los lectores deberán comprender que omita el nombre de la persona que vi en mi sueño dando vueltas en torno a Noctiluca, esa curiosa formación de piedra en cuya base mi padre encontró una montículo de cenizas que, analizadas, resultaron ser de huesos de mamíferos, tal vez incluso humanos. Y de ningún modo daré más pelos ni señales del señor amigo de mi padre con quien soñé : respetemos a quienes nos antecedieron, que así tal vez nos ganaremos mejor el respeto de quienes nos sucedan en esta interminable cadena de seres y seres y seres… Gracias.

  2. Conviene recordar que los sueños con personas difuntas son «un clásico» en muchas culturas : en la Biblia, en la antigua Roma (recordemos el famoso «Sueño de Scipión», entre otros muchos ejemplos que podríamos recordar aquí, pero que no es preciso ahora para nuestros propósitos). Esto significa que desde tiempos históricos hay constancia de estos «contactos», en estos casos a través de sueños, y sin acudir a los rituales que practicaron otros pueblos (griegos, romanos) y conocemos por obras clásicas de sus respectivas culturas.

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