Sueños : fronteras

9 Ago
Tal el árbol se escinde, así la vida

Hay personas que afirman que nunca sueñan, ni han soñado nunca, y no imaginan qué es eso de soñar o de tener un sueño en tanto duermen. Son pocas, pero las hay. Ahora recuerdo en concreto a una de esas personas, a la que por razones profesionales conocí y traté con una relativa confianza durante un tiempo. Esta persona no sólo afirmaba que nunca había soñado, sino que negaba la posibilidad de que se pudiera dar el caso de que al despertar, de manera sistemática, olvidara lo que hubiera podido soñar. Era inútil tratar de convencerla de que los sueños forman parte del proceso del dormir, y es algo que ha sido estudiado de manera científica, y de que los llamados «laboratorios del sueño» tiene una notable base real. Es la postura del «si yo no lo veo, no lo creo» llevada al extremo de «si yo no lo concibo, es que no existe.» Su propia (y muy limitada) imaginación reducía su mundo mental a una especie de corralito fuera del cual no había nada digno de atención para seres humanos «razonables».

Otras personas, en cambio, hallan en los sueños auténticos mundos en los que se adentran y por los que emprenden viajes más o menos fructíferos. Están estas dichosas personas abiertas al «infinito mental», por así decirlo; y si en sus excursiones voluntarias y decididas por esos siempre vírgenes parajes se topan con soluciones de problemas ( : como el químico Kekulé, que soñó la estructura del benzeno), o con «entrevistas» o vivencias insólitas y creativas ( : tal le ocurre a R. L. Stevenson, de quien se sabe que soñó la trama de su magnífico «Doctor Jekyll y miste Hyde», extraño caso que se convierte en una de las más famosas novelas de ficción con base real en la vida del autor), o atendemos a la vida de otras personas que tuvieron en los sueños un auténtico «camino de revelaciones», como fue el caso del famoso fundador católico Don Bosco, veremos que ellos nunca se extrañaron de esos fenómenos. (En un texto muy anterior a este, ya toqué estos casos; allí, con mayor amplitud).

Aceptaban la realidad de los sueños como lo que son : atisbos de mundos al otro lado de la frontera de la mente cuando dormimos. Y mundos tan dignos de atención y tan reales, en su propio ser, como lo pueden ser los recuerdos del pasado o las imaginaciones de diversos modos de futuro. El mundo futuro de A. Huxley sería así «tan real» como el imaginario de Alfred Hitchcock, quien decía : «al público, dale placer; el mismo que obtiene cuando desperté de una pesadilla». Junto a Hitchcock podemos poner a Luis Buñuel, de quien sabemos que dijo que «el cine es un sueño dirigido». Bien.

La cuestión ahora sería saber si esas fronteras entre la vigilia y el sueño son o no son permeables, en caso de que las aceptemos como fronteras reales, esto es, de que les demos a los sueños que se tienen mientras estamos dormidos, y que luego recordamos, al despertar, como estados de nuestra psique que en sí tienen tanta validez como los que experimentamos cuando en una charla con alguien tenemos tal o cual sensación :  «hablo con Fulano y mientras hablamos sé que me está mintiendo». La «mentira» que Fulano deja sobre mí en su conversación es tan real ( ¡y tan imaginada!) como lo que soñé anoche y recuerdo con nitidez ahora. ¿Nos mentía Orwell en su novela sobre el mundo futuro, con ese Gran Hermano de su novela «1984»? ¿No es una estupenda creación lo que diseñó Salvador Dalí para el film «Recuerda»? Son muchas las obras, literarias y menos literarias, que nos vienen desde el inicio del pasado siglo XX y nos remiten al mundo de los sueños como muy posiblemente se entraba en esos mundos los chamanes de las prehistoria, con o sin alucinógenos (o, por mejor decir, enteógenos).

El mundo de los sueños limita con el los mundos de la vigilia en cada uno de nosotros de maneras muy diversas, las lindes son muy permeables, no siempre somos conscientes de estos fenómenos pero la realidad es que algunas de las fobias y las filias que manifestamos en estado de vigilia plena tiene su origen en esos «universos oníricos» que visitamos cada noche desde nuestra almohada. ¿Quién sabe cuántas veces ha volado en sueños, o ha estado a punto de ser asesinado, o ha sido asesino, o ha sido un doble viajero mientras dormía? ¿Quién alguna vez no sospechó que lo que estaba soñando era nada más que residuos de lo que en estado de vigilia, despierto, había deseado, o temido, o incluso aborrecido?

Pero ahora nos apartamos de estas cuestiones y preguntas y dejamos abierta una puerta a lo que en breve queremos abordar : el sueño como entrada a uno modo de vivencia del mundo que es el modo propio de los antiguos (y actuales) chamanes, criaturas que entre otras muchas tareas tomaban sobre sí la de ser «guías de hombres» a través de rituales secretos, manejo de hierbas muy específicas, y «sueños de fronteras» : las que lindan con lo divino o lo infernal y no nos son asequibles a todos por igual.

4 respuestas a «Sueños : fronteras»

  1. En un texto posterior, más adelante, sería interesante entrarse un poco en la obra de Salvador Dalí, plena de valores oníricos y de tal riqueza expresiva y de tan viva imaginación creadora, que salva de un magnífico salto todas las posibles fronteras : las de las ideologías, las de las trabas de creencias y religiones, las de lo miserable y rastrero humano de cada día. Dalí se libera hasta de sí mismo en su obra, incomparable y única. ¿Fue Salvador Dalí un sueño del Renacimiento en el más pleno siglo XX atómico y devorador? No lo sé. Las fronteras con lo inefable, que Dalí pasa una y otra vez, son de muy difícil expresión con palabras. No lo sé, repito. Pero si hubieran renacido chamanes de la prehistoria en el siglo de Dalí, muy posible es que sólo con él (y unos pocos más) se habrán entendido.

  2. Sabemos que las tesis chamánicas aplicadas a la prehistoria han sido (y aún lo son) objeto de discusiones entre los estudiosos de la prehistoria. J. Clottes entre otros es uno de los defensores del chamanisno. En realidad, es más lógico pensar en un «arte y rituales chamánicos» en la prehistoria que negar esta posibilidad.
    Por mi parte, creo que la hipótesis chamánica se ajusta con claridad a los hechos y datos conocidos. Eso, sin necesidad de acudir al ejemplo de los llamados «primitivos actuales».

  3. Esto nos puede servir como «entrada» a esos mundos que, contra lo que se podría pensar, tienen su propia realidad. Ni más ni menos a como la tienen los mundos de nuestros personajes «imaginarios colectivos», con viajes a la Luna, incluído un «desembarco de un astronauta» a la superficie lunar; y decía «esto nos puede servir…» He aquí ese «esto» : acudan al estudio o ensayo de Jean Clottes y David Lewis-Williams, «Los chamanes de la prehistoria» (Ariel Prehistoria. 1a) edición en español de octubre 2001. La primera en francés «Les chamanes de la préhistoire», es de Éditions du Seuil, 1996.
    Ya abordaremos esas cuestiones y más aún en relación con una cueva que no conocemos mal : la Cueva del Tesoro, en Málaga.

  4. Es posible soñar una obra creativa, un terrible accidente, una posibilidad venidera, una solución a un problema, una traición de un conocido ( : los amigos de verdad nunca traicionan; pero a veces tomamos por amigos a simples conocidos), soñar un paisaje inexistente fuera del sueño, o una ciudad que recorremos en diversos sueños consecutivos… La variedad y riqueza del dólar es tan infinita como la de la vida de la vigilia. A veces se podría pensar que incluso es más rica y variada : sus límites no nos son conocidos.

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