“El soplo continuado del silencio pone a punto el interior hontanar del
pensamiento. Las musas han abandonado sus habituales bosques, sus
parajes de ensueño, sus vuelos de antaño y ya no son sino la historia
mítica y solemne de un lejano desencuentro. No haya lágrimas, el
desconsuelo cada su lugar a los nuevos modos del canto: los hombres
continúan famélicos de belleza y éxtasis y ponen como siempre sus
palabras a secar al sol, tal ropa recién aclarada por serviciales manos
de antañonas matronas legendarias. Nada cambió, tal vez, pero
sospechamos no ser los mismos en los sueños, o después d una tal o
cual noticia vaga, inesperada, vacilante : la tortura constante de lo
incierto. Se ignora el ser en sus mismos cambios o juega, quizá, a
ignorarse, mirándose translúcido en el azogue familiar, tan pleno de
preguntas mudas, tan sabio en su callar umbroso, tan cerca de tantas
ausencias seculares…¿Quién ignora que se va uno yendo, como epístola
impar, hacia un pasado que habitarán otros, idos nosotros ya? Nadie se
pierda en esos laberintos : la ausencia es una nada compartida, una
metáfora del existir, una esquina sin nadie en ella esperando a
nadie… Y es de pura ausencia que se nos va encalando este cuerpo de
rotunda presencia hoy, aquí, sin tregua, mas tan de paso. De pura
ausencia y de cal final los huesos, urdimbre del hombre en su
eterna noche solitaria, allá cuando intuye que no es sino un saquillo
de palabras, y algo que surge de no sabemos exactamente qué
deshabitados sueños”.
Escribí este texto, a lo poético y a lo deshilachado, el 19 de mayo del 2005. Era una carta, en principio sin destinatario, pero ahora es un texto en una entrada de blog, como un a modo de desahogo literario donde (¡tal vez, que nunca se sabe!) pueda darme a mejor entender por quienes me lean o me hayan leído alguna vez.
Gracias doy a todos. Y me explico : pongo como “reclamo visual” esa portada de ese gran libro de Claudio Guillén porque fue leyendo la primera edición, de noviembre de 1998, cuando, en la pág. 189, me vino la repentina necesidad de escribir lo que acabo de poner ante ustedes, lectores. ¿Por qué? Aún me lo pregunto.
Anoto : en el verso 5, donde dice “cada” ( es la segunda palabra ) debe decir “ceda”. Hay también una /d/ (en el verso 9) que debería ir acompañada de una /e/, o sea, ser “de” en lugar de esa seca “d”. Son las erratas que acabo de detectar y que no están en el texto que tengo escrito y conservo en una cuartilla, en la página misma del ensayo, tan lúcido, de Claudio Guillén, quien en la solapa de su libro repite esto : “Lo que me ocupa es la historia literaria, lo que me preocupa es la forma de pensarla”.
Y he dicho “repite”, porque eso ya lo había escrito don Claudio en el Prólogo, como pueden ustedes ver en la pág. 15 de la edición ya citada antes de “Múltiples Moradas”.
Algo más debo añadir : quienes lean y reflexionen los ensayos de Claudio Guillén en ese luminoso volumen, y hasta donde puedan hagan suyas las miradas que el sabio profesor echa sobre los autores y textos que comenta, se hará cargo, posiblemente, de no pocas de mis a veces un tanto “extravagantes construcciones” de los textos en este blog “Palabras, bosques”, de La Opinión de Málaga. Y hablo de tanto posible anacoluto, sobre todo.
Repasando papeles ya añosos donde guardo textos similares a este que hoy ha sido el texto del blog, encuentro que en notas mucho tiempo olvidadas casi un 70% de los textos poéticos propios están gestados a partir de sueños. ¿Es esto síntoma de una actividad cerebral muy conectada a la vigilia, o es algo normal? No lo sé.
Preciosas palabras Manolo, una reflexión muy honda sobre el pasar. Un abrazo fuerte
“Mientras estamos dormidos en este mundo, estamos despiertos en el otro.” Salvador Dalí.
Una muy acertada cita. Gracias.