Luz : los Sueños

5 Abr
Portada del libro de José Antonio Sau

Según relatos firmemente asentados, «Licht, mehr Licht!» ( : «¡Luz, más luz!») es lo que dijo Goethe poco antes de morir. Como algunos han comentado, en realidad casi toda la vida y la obra de Johann Wolfgang von Goethe estuvo orientada hacia ese propósito : iluminar espacios vitales hasta entonces rodeados de sombras, cubiertos de velos.

George Eliot dijo del gran romántico alemán que había sido «el último hombre universal que caminó sobre la tierra». Claro que (debemos matizar) desde que muere G. Eliot hasta la fecha, algún que otro «gran hombre universal» ha podido caminar sobre la tierra. Pero esto es ahora cuestión menor, y el propósito del texto de hoy es otro : ver qué conexión hay ( o, en su defecto, podríamos establecer) entre el conocimiento y los sueños en general, y entre las obras de creación y los sueños en términos ya más particulares. Y la palabra «luz» aquí en realidad la tenemos, hasta ahora «in mente» y desde aquí de manera explícita, pensada por o como o en lugar de la palabra «sueños». Y ello, en este sentido : los sueños pueden ser luz. De hecho, con mucha frecuencia, los sueños dan lugar a «Licht, mehr Licht».

Y de nuevo debemos matizar : siempre y cuando los sueños no sean de esos que nacen de lo que se conoce como «trastornos del sueño», como puede ser la parasomnia, sino que sean de manera inequívoca de esos otros que producen o dan lugar a «iluminaciones» : científicas, por ejemplo. Como la que experimentaron Dmitri Mendeléyev (1869 : primera tabla periódica de elementos), o Federico Augusto Kekulé, que explicó que había logrado desentrañar la estructura de la molécula del benceno gracias a un sueño.

O, en fin, literarias, poéticas : como la «iluminación» que dio de sí el poema «Kubla Khan», de Samuel T. Coleridge. El título completo es «Christabel, Kubla Khan, y Los dolores del sueño», y aunque se terminó en 1797, no aparece publicado hasta 1816. Si algo más tuviera ahora que decir del poema de S. T. Coleridge, acudiría al ensayo de Jorge Luis Borges que se titula «El sueño de Coleridge». Y así que acabo de citar a Jorge Luis Borges, ¿cómo no dejar escrito una vez más que en la obra del inmortal argentino los sueños y otras magias tiene un papel fundamental?

En no pocos textos anteriores, y en este mismo blog que con grata donosura me permite La Opinión de Málaga ( y que nunca sé cómo agradecer suficientemente), he estado acercándome  (y a la vez rehuyendo : son temas de notable enjundia) a los sueños que manejó en su obra don Miguel Cervantes, ya sea en el Quijote, o ya en el Persiles. Una y otra vez dejo cosas dichas y también me propongo otras muchas por decir, y debo aclarar que eso me resulta inevitable porque constantemente me salen al paso nuevos temas, inesperadas sorpresas.

Son cosas del día a día que de manera casi siempre grata salvo excepciones que hacen que el vivir se nos convierta en una a modo de camino con «senderos que se bifurcan», para decirlo con palabras de resonancia borgiana. Son como cosas que tienen dos posibles agonías,  – para seguir con J. L. Borges -, que son la vivida en vigilia y la soñada en el dormir.

Y vamos llegando al final del texto de hoy para el blog : otro libro, un libro breve, de muy reciente publicación y, a mi juicio, de muy feliz discurso. O sea : de palabras que fluyen como un río clásico. Me estoy refiriendo ahora a «La chica de los ojos manga», de José Antonio Sau, donde leemos que «A veces, los pensamientos aleatorios y los hechos están mágicamente conectados» (en el relato primero, pág. 17, que da nombre al libro en su conjunto). Son en total diez relatos  y ninguno de ellos hace predecir al que sigue, y todos se dejan leer de un tirón, desde el primero, ya citado por su título hasta «El detective», que es el décimo y último. Ahí, en ese libro de J. A. Sau, también los sueños ( o sus trastornos, como en el caso del relato segundo, «Sonia no está en el oasis», donde la protagonista sufre de parasomnia ) se entrelazan con la ficción narrada, con la «realidad de lo escrito». Y antes de irme de este párrafo quiero felicitar al autor de «La chica de los ojos manga» por su libro, de prosa excelente y de muy bien organizada arquitectura narrativa.

Y me pregunto dónde acaban los espejos y empiezan nuestras miradas, o dónde está la luz y dónde el sueño, cuando ambos viven en una obra escrita, o por qué nunca vemos el sol cuando soñamos, como ha observado alguien, pero sí vemos muchas veces las cosas y las figuras vivas de los sueños con una luz especial y como carentes de márgenes. Y también yo carezco de respuestas y también yo a veces, releyendo a Borges, me siento casi como desdoblado. Quiero decir que a veces somos «el otro» que hay en cada uno de nosotros. Y termino : ¿qué es más real, lo soñado y que nunca se olvida, o lo vivido y que ya no podemos en modo alguno olvidar?

6 respuestas a «Luz : los Sueños»

  1. Intuyo que el autor de «La chica de los ojos manga» no sólo es un buen lector de muy selectos escritores, dada la fácil prosa de notable fluidez, sino también persona que además no rehuye enfrentarse a sus reflexiones como quien analiza realidades que son a la vez propias, personales, y ajenas : de ahí su comprensión de la naturaleza humana. Pero esto es algo que sólo en una más pausada relectura de su obra, y ya en otro post, podré desarrollar. Y desarrollar con la plena conciencia de lo que sigue : al tratarse de un autor vivo y actual, mis reflexiones lógicamente tendrán doble filo : la cara, que consiste en que podrán ser ratificadas por el autor de la obra, y la cruz, que sería el desmentido de mi intuición.
    A este particular me atrevo a decir que esta situación, la de hacer crítica libre u opinión a bote pronto, por así decirlo, de una obra contemporánea, es situación de privilegio. Gracias.

  2. PROPÓSITO Y FINGIMIENTO.
    Ayer quise ver a Borges
    en una calle argentina,
    delimitada por bosques.
    Me lo propuse, es verdad.
    Pero Borges está muerto
    y América dónde está.
    Una propuesta, no más…
    Y cuando llegó la noche,
    entreabierto el ventanal,
    una luz, tenue y ligera,
    filiforme como una haz,
    se posó en mi ensoñadera
    y habitó en nocturnidad.
    Los espejos de la estancia
    facilitaron mi afán,
    lo cóncavo y lo convexo
    se dispusieron a dar
    anatomía a aquel sueño.
    Entre parada de apnea
    y un remolón muscular,
    de repente llegó un ciego,
    con un cayado inmortal
    y una mirada perdida
    tomó asiento en el lugar,
    se reverberó en espejos
    su silueta incomprensible,
    sus cuencas casi inasibles
    y un discurso vesperal
    que trataba sobre el tiempo,
    del que fue y del que será,
    hechos ya símbolo eterno
    en la unidad de pensar.

    El propósito es cumplido
    en el sueño de soñar:
    Borges, muerte, lo imposible,
    invención de lo vivible,
    espejismo, despertar.

    Señor Laza, su texto está lleno de trenzas y de jirones, y pienso que estos últimos deliberadamente sueltos y sometidos al viento para no cerrar la potencia verosímil de la semántica. En el fondo, somos el sueño de la palabra encarnada, del verbo hecho hombre (no lea teísmo en esto). Si existe una realidad que enjuiciamos o sueños en trasiego, es porque la palabra precede como una troncal inexorable. Es la palabra la que crea la realidad y el sueño y la que después habla de sí misma, de tal forma que cualquier discurso acerca de nuestra vida o nuestros sueños es un feedback sobre la palabra misma, un mirarnos a nosotros creyéndonos fuera de nosotros. Somos el original de los espejos. Los sueños son una separata de la obra de la vida. Y en cada despertar, vida rediviva. También recidiva, y así damos la opción resurrecta a las trastornos oníricos. Todo es un juego de palabras. Las palabras son nuestra expansión, pero también nuestra limitación, hasta la propia justicia, la verdad o la ética están imposibilitadas de suyo por la palabra. ¿Qué sueña el ornitorrinco?, se me ocurre pensar. Si el loro dice frases, ¿soñará con palabras sueltas, con sílabas, con fonemas? ¿Es la unidad de sueño el monema? ¿Es el sueño el ADN del verbo?
    Respecto a si los sueños pueden llevar a una verdad científica o al conocimiento científico, una respuesta afirmativa hace pensar en que el sueño tiene capacidad de estructurar el pensamiento en un modo distinto al de la vigilia. Como si el cerebro tuviera capacidad de autorregulación y, sin necesidad de consciencia absoluta, trabajara desde un diseño de cuya propiedad no somos responsables. Puede ser mucho pensar, pero implica suponer que el cerebro tiene capacidad inteligente al margen de su “sujeto”. Lo veo difícil, pero cualquier especulación nos puede superar. Imaginemos que esta tesis fuera verosímil, que el cerebro funciona, al menos temporalmente, al margen del individuo, que hay duplicidad, otredad, un más allá del “yo”. Siguiendo este razonamiento, ¿no sería lógico pensar que la incapacidad de autoaceptación y el subsiguiente suicidio obedecen a un desencuentro entre sujeto y cerebro? Esta tesis abona la diferencia cuerpo/alma y las teorías no unitarias del ser, en las que no creo demasiado. Pero cualquier certeza es humo ante la duda.
    Sin embargo, sí que creo que el pensamiento aleatorio y los hechos pueden tener conexión, aunque no del todo mágico. Me explico. Pienso que casi nunca cerramos el pensamiento antes de tomar decisiones y ejecuciones. Nuestros pensamientos son aleatorios y a la vez incompletos o fragmentos de una unidad descompuesta, que igual podríamos terminar, pero que nuestra idiosincrasia humana nos lo impide. ¿Cuántas veces tomamos decisiones tan sólo porque concebimos como acabado, perfecto, equis pensamiento? Si esperamos un minuto, el resultado es otro. Luego, pensar ad infinitum equivale a estatismo. Por tanto, la aleatoriedad construye tiempo histórico. Igual esto que escribo es una deriva maniquea de lo que usted ha querido decir, no lo sé. El pensamiento es una narración que cuando se detiene se edita, en muchas ocasiones. Compartir el pensamiento, o sea, hablar, ¿no es intertextualidad, así visto? ¿Son los sueños una continuidad narrativa?
    Respecto a “¿qué es más real, lo soñado y que nunca se olvida, o lo vivido y que ya no podemos en modo alguno olvidar?”, creo que ambas cosas son reales porque han sucedido en nuestra realidad, pero subestimamos una de las dos porque no es tangible. El sueño se subsume en la vida y la vida está en el sueño. Es todo, como digo, cuestión de lenguaje, de casi figura retórica. Quijote soñaba realidades porque la realidad tangible no se compadecía con el sueño de la justicia, el intangible de los sueños.

    Cordiales saludos.

  3. Es de gran interés lo que ha comentado, y me sugiere bastantes cosas. En la mayoría de lo que dice estoy de acuerdo con lo que se le ocurre, y lo expondré en breve, sin duda.
    Hay algo que debo dejar rectificado : el final de mi post tiene un grave lapsus : donde puse el verbo «…olvidar?, debí poner «…recordar? Lo cambia todo. La pregunta era, pues, qué es más real, si un sueño, un episodio onírico, que ya no olvidamos, o un hecho que nos ocurra, por activa o por pasiva, estando despiertos pero que se nos olvide del todo y ya nunca podamos recordar. Responder a eso creo que tiene no pocas implicaciones acerca de la naturaleza de la «realidad» de la vigilia y también de la (¿irrealidad?…) de los sueños.
    Su texto poético es muy sugerente, y lleva razón en lo que apunta de la estructura de mi escrito en términos generales : deliberadamente, voy entrando en cosas que dejo y paso a otros, que dejo igualmente, hasta llegar a mi objetivo : la reunión en un bello libro de esos diez relatos breves de J. A. Sau.
    Y su referencia a las cosas de ese gran JL Borges, que tanto dejó dicho sobre los sueños, muy bien venida sea.
    Volveré con más tiempo sobre sus palabras : las del anterior post (Soñar Sueños) y la de este de ahora.
    Un muy cordial saludo, y quedo en deuda con usted.
    Gracias.

  4. Antes de irme : que el sueño pueda estructurar verdades científicas no lo creo. Pero que a partir de cosa soñadas, a partir de sueños, se nos organicen en la vigilia cosas que lleguemos a desvelar y que estábamos buscando, es algo que está comprobado a lo largo de la historia. El episodio de Kekulé es muy explícito a este respecto, y el propio científico lo expuso en una conferencia que dio a sus colegas. Como también hay creaciones literarias que se germinaron en sueños, como el «Strange Case of Dr Jekyll and Mr Hyde», como el propio Robert Louis Stevenson explicó : la idea le surgió en un sueño, y ya en la vigilia la desarrolló en la obra tan famosa que conocemos.

  5. Pues lo de que el cerebro tenga autonomía con respecto al sujeto, y según algunos investigadores de la neurociencia, parece ser que en algunos aspectos es así : no somos «responsables» de todo cuanto «hace» nuestro cerebro.
    Yo no soy en esto sino un lego aficionado a indagar, pero algo me dice que si bien es cierto que somos el original de lo que vemos ante un espejo, no somos siempre (: siempre, sólo eso) autores de nuestros procesos cerebrales.

  6. En otro orden de cosas : la cuestión Senoi en lo relativo a los sueños es de suma importancia. Un investigador reciente ha afirmado que esos pueblos de las montañas de Malasia han avanzado en el conocimiento y uso del soñar y los sueños como el mundo occidental en el conocimiento de los átomos… ¡Ahí es nada!

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