No estoy planteando en ese título, ( Soñar sueños ), ningún tipo de figura literaria. No hay ahí un modo de «acusativo interno», de esos que se ejemplarizan con frases del tipo «vivir la vida». Lo que digo con esa expresión hay que entenderlo de manera directa y literal.
Nos referimos ahí a algo que sucede con más frecuencia de la cabría esperar, y que, cuando ocurre, no es infrecuente que el sujeto que lo experimenta lo viva más de una vez. No me extrañaría en absoluto que algún posible lector de esto que ahora ofrezco a reflexión se reconozca en ello, recuerde y caiga en la cuenta de que también a él mismo le ha ocurrido : ha tenido un sueño y recuerda que en dicho sueño ha soñado que soñaba otra cosa, de la que al despertar no volvía a la vigilia necesariamente, sino a su soñar inicial.
Se sueña un sueño, pues, cuando, estando uno dormido, entra en un como otro nuevo soñar. Que soñando, sueña a su vez que sueña algo, otra cosa, en o dentro de su sueño. Sueña un sueño dentro de su sueño inicial. Recalco el fenómeno por su especial singularidad, que nos llevará más lejos de lo que podamos en principio pensar : a ciertos aspectos de la creación literaria y artística.
Y antes de seguir, vuelvo a insistir en lo que otras veces ya he señalado : que uso el término «sueño» y sus «adjuntos naturales» ( : soñar, ensueño, ensoñar…etc.) en su más nítido y estricto significado onírico, que es el que atañe a los procesos mentales que se dan mientras dormimos y en los que se experimentan diversos contenidos de tantos tipos como los que en estado de vigilia,- esto es, despiertos -, tenemos.
Ya sea porque nos pasan cosas, o porque las pensamos, las deseamos o las tememos, o ya sea por las razones que la vida y nuestra misma naturaleza ponen en nuestros caminos, pero es el caso que los contenidos de nuestros sueños o procesos oníricos que recordamos al despertar, además de que no suelen ser voluntarios la inmensa mayoría de las veces, son muy variados y las más de las veces nunca son esperados por nosotros. No esperados por nosotros : quiero decir que los sueños «nos toman por asalto», por así decirlo; no es ya que no sean voluntarios ( : salvo excepciones, en las que uno, previos ejercicios de control del soñar, logra dirigir y provocar sus sueños cuando duerme, que es algo ahora no tenido en cuenta aquí; salvo esas excepciones, los sueños no son voluntarios ), sino que es que ni siquiera están sujetos ni a nuestra personalidad in-consciente ni a nuestro habitual querer o desear cotidiano. Y recalquemos lo de «nuestra personalidad in-consciente».
Atendamos a estas palabras del investigador Stephen LaBerge, director del Lucidity Institute, en Palo Alto (California) y especialista en el tema onírico, a quien ya hemos citado en otros textos de este mismo blog. Dice así : «Hablar de sueños como experiencias conscientes puede parecer raro, pero conviene recordar que el criterio esencial de la conciencia es la posibilidad de relatar la experiencia, y el hecho de que en ocasiones vamos capaces de recordar nuestros sueños hace que debamos verlos como procesos mentales conscientes, no como procesos mentales inconscientes. Vivimos nuestros sueños tanto como vivimos la vigilia. En estos términos, soñar es una organización particular de la conciencia.» ( vid. pág. 93 de la edición de Harriet Swain, «Las grandes preguntas de la ciencia». Editorial Drakontos. Enero, 2006 ).
Volveremos sobre esta visión de los sueños cuando digamos algo, de nuevo, en relación con los sueños en la obra de Cervantes, tanto en «El Quijote» como en «El Persiles». Por ahora, baste con decir que esa definición que da el doctor S. LaBerge de los sueños hace que en ellos tengan su lugar ciertas experiencias chamánicas, de las del tipo que relatan diversos autores, tanto en la actualidad como en el pasado. Y digamos algo más, ahora en estricta relación con don Miguel de Cervantes : que el autor del Quijote conocía la obra de Macrobio, autor de unos interesantes «Comentarios al Sueño de Escipión». Volveré sobre estas cosas y trataré de ahondar más en el tema, tan fascinante, de saber que a veces soñamos dentro de un sueño y, al despertar, somos conscientes de ello.
Me permito ahora sugerir al lector interesado en el tema que acuda (en la Red puede hallarlo) a otro texto mío en este mismo blog de La Opinión de Málaga, del día 3 de septiembre del 2012, que titulé «Sueños sincrónicos». Ahí, donde prometía analizar un muy curioso sueño relacionado con Stonehenge, con la mujer y con el fuego, se plantea algo que deberé a partir de ahora ir abordando : la relación tan estrecha entre los sueños y la creación literaria, por un lado, y con la evolución de la ciencia, por otro. Tiempo habrá para todo.
La hipótesis de que Cervantes no es el autor del Quijote, sino que está escrito por Juan Luis Vives, no me parece convincente. La cultura de don Miguel de Cervantes no era, en absoluto, desdeñable. Y las coincidencias entre obras de Vives y el Quijote, pueden explicarse desde otra óptica y con perspectivas que en absoluto quitarían del panorama literario la autoría de Cervantes en relación con la totalidad del Quijote : el de 1605 y el de la II parte, el de 1615.
De la «Novelita de Alonso Quijano» nace el «primer Quijote» : el enteramente burlesco y paródico, casi ridículo, de 1605. El «segundo Quijote», el de 1615, el que «es ya otro», y lleva ya consigo a Sancho, y además de hacer reír nos hace también meditar, también es de Cervantes. La evolución que se da en don Miguel desde 1605 hasta 1615, se traslada a su obra, y se completa «El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha». ¿Quién escribió el llamado «Quijote de Avellaneda»? Tiene eso otra historia y posible es que ese «otro Quijote» (ya rematadamente loco) influye en la actitud de Cervantes al decidirse a publicar su «versión de un escritor arábigo llamado Cide Hamete Berengeli», que plantea otras diversas cuestiones. Algo diremos de estas cosas en otros textos.
POETICA AL SUEÑO (es lo que se me ha ocurrido)
Soñé que soñaba un sueño,
entre algodones y hielo
soñé que soñaba un sueño.
Era mullido y ligero, evanescente
y cayendo sobre el rió del cerebro
chapoteado del agua de lo que antes
fuera hielo. El algodón, en volutas,
me llevó lejos, muy lejos. Atraqué
en un viejo reino donde los hombres
tenían un diccionario de sueños,
que pocos podían leer
porque rompieron la imprenta.
En el reino de lo oscuro,
los hombres parecen legos.
Cuando desperté del sueño,
recordaba el diccionario,
que no tenía palabras.
En el lenguaje del sueño
confundimos las palabras
con el orden de las cosas.
Soñé que sonaba un sueño,
y al despertar encontré
en lenguaje lo incorrecto.
Saludos
Es en el capítulo VII de la Primera Parte cuando aparece Sancho. Pero el Sancho Panza definitivo es el de la Segunda Parte. Ahí sí está ya el Sancho Panza «completo».
Gracias, sea usted quien sea, por esa «Poética al Sueño». Y añado, a las gracias que le acabo de manifestar, que SE ME OCURRE ESTO : Si se tiene por cierto que «podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía», ¿podría ser que existieran los sueños aunque no existiera soñador alguno? Dicho de otro modo : el mundo onírico, ¿tiene consistencia fuera de (o al margen de) nuestro cerebro?
Pues no lo sé, señor Laza. Parecería un tanto platónico. El sueño como entidad sin necesidad de ejemplos, de hombres. Es como si hubiera o existiera una mentefactura divina que contiene el original del sueño, en tanto que los hombres ejercen de aprendices, de locuaces repetidores de una ecolalia lejana. Realmente, no lo sé. Ni idea. Lo que sí creo es que, excepción hecha del psicoanálisis, cualquier teorización del sueño corre el riesgo de perderse, maleada por la poética. Es probable que la mayoría de la población signifique el sueño como el material que encarna los deseos. Yo creo que el sueño no existe fuera de nosotros; más bien somos el material de los sueños. Quizá el sueño sea una razón inversa. La vigilia condiciona el sueño, pero al revés la verdad no lo veo. También entiendo que el sueño es vida y que las religiones, al construir “el sueño eterno”, han hecho moriloquio sobre vida. Además, quién es capaz de demostrar que un muerto reciente no puede soñar, el encefalograma plano no implica psiquis plana, al menos como hipótesis absurda de trabajo.
A su pregunta onírica SE ME OCURRE ESTO:
SUEÑO SIN SOÑADOR
¿Aquél sueño tuvo autor o no?
Era un sueño desprovisto de escuadra
y de cartabón. Surgió por primera vez
en el principio soñado, y se perdió?
Los cerebros desconocen su esencia,
su condición, su unigénita presencia,
su soledad, hasta incluso el centurión
ignora, que cuando ordena, cumple
un sueño sin autor. Quizá el arte
sea el sueño que nunca nadie soñó.
¿Acaso a la primavera se le presupone autor?
Todos los seres que nacen llevan sellado el amor,
nadie les enseña cómo, ni cuándo, ni su fragor.
El sueño que no se sueña es el espermatozoide,
microbiología de Dios.
PD: disculpe que haya contaminado su blog con estos esperpentos.
Cierto : resultaría muy platónico. Pero al cabo, ahí sigue Platón. Su comentario es muy sugerente e invita a la reflexión. Si me permite, con más detenimiento le daré mis opiniones, algunas de ellas surgidas a raíz de la lectura de su «poética» y también de esta otra entrada suya en los comentarios.
Creo que es,además de lo que usted plantea con suficiencia y elegante lenguaje, una cuestión que al menos en ciertos aspectos tiene que ver con las visiones que las diferentes culturas tienen. Culturas algunas «primitivas» en las que el mundo de los sueños tiene una realidad que «parece» superior a la de la vigilia. Claro que eso implica quizá cierto teísmo, pero…, ¿hasta qué punto son los mundos de los dioses, o nuestras humanas nociones teístas, desdeñables?
Creo que tal vez haya que «matar a Platón», aunque eso poco resolvería, me temo : en la historia de las culturas no todo es «lo real», sino que hay un acaso «trans-real» (sin ir a lo su-real) donde sin Platón incluso es concebible (creo) un modo de platonismo. Pensaba en esas culturas que rigen sus vidas de vigilia por o desde el mundo de los sueños. Los sennoi, quizá, podrían valer como ejemplo.
Seguiré con esto : me apasiona.
Ah, y antes de reflexionar sobre sus palabras y comentarlas con detenimiento : nada de lo que le he leído me parece esperpéntico, ni mucho menos contaminante. De modo que ¡bienvenido sea usted con sus poemas e ideas nítidas!
Como le decía, volveré sobre lo que me ha comentado. Con más preguntas (me temo) que respuestas, porque si como usted dice «somos el material de los sueños». ¿no parece que estos en cierto modo nos preceden?
Me hago esta pregunta como punto de partida, y esto sin entrar aún en «la cuestión SENNOI» : ¿Era imaginable que además del Cosmos que se conocía hasta la segunda mitad del siglo XX, se plantee ahora la existencia de uno modo de «Materia – Energía» de carácter «Oscuro» y antes no detectada? Gracias, muchas gracias por sus palabras, y espero en breve comentar algo más sobre ellas, así que me haya tomado algo de tiempo para reflexionar cuanto ahí usted dice.