Hace ya tiempo que dejó escrito Mario Vargas Llosa que los novelistas posteriores a Cervantes, tanto los modernos como los estrictamente contemporáneos, tenían con el autor del Quijote una deuda impagable : la de los diversos artificios narrativos, la de los varios juegos, por así llamarlos, con la secuencia temporal. En suma, la de la conformación misma de lo que entendemos por novela, y más concretamente, por novela moderna. Es cierto que este tipo de afirmaciones siempre son discutibles, y casi siempre son negadas desde otras perspectivas ajenas a la que sostiene era autor de «La ciudad y los perros». Pero también lo es que cuando el río suena, agua lleva.
Quiero decir que si un autor de indiscutible talla literaria tal cosa afirma, algo de razón debe de haber en lo que dice. No importa que otros sean de opiniones muy contrarias, pues eso es moneda corriente en lo que a cosas de arte, literatura, ideas y, en general, gustos o modelos de cultura se refiere : ahí tienen a Vladimir Nabokov y sus lecciones sobre la genial novela de Cervantes, (tan crítico con su obra como desviado del sentir más general sobre la misma), esto es, sobre «El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha». No olvidemos que un ilustre médico y fundador de toda una rama muy estimable de la medicina, Sigmund Freud, cuando conoció la obra de Cervantes se dio a estudiar nuestra lengua para poder leer El Quijote en su versión original castellana, pues no quería perderse ni un matiz sobre lo que en sus obras (no sólo ya el Quijote) dejó dicho don Miguel sobre los locos, ya fuera el licenciado Vidriera, o el propio insigne hidalgo de patria chica aún hasta hoy discutida, como en su día lo fuera también Homero.
Algo similar ocurre con las valoraciones que se pueden hacer sobre lo que don Miguel de Cervantes muestra saber, o por el contrario no saber, sobre cuestiones oníricas. Porque la verdad es que a este respecto cabe plantearse una cuestión que estimo clave : ¿era Cervantes un gran soñador, y, sobre ello, un excelente meditador de la naturaleza misma de los sueños? Algunas de las cosas que dejó escritas tanto en el Quijote como en su obra póstuma el Persiles, nos invitan a pensar que en efecto, Cervantes sabía sobre los sueños bastante más de lo que a simple vista pueda creerse, según las cosas y distinciones que en sus obras citadas hace. Maneja de tal modo y con tan excelente maestría (según mi personal entender, tan discutible como el de cualquiera) la ilación, la trabazón, entre lo que va narrando como cosas real y lo que intercala como cosa imaginada, por un lado, o como cosa soñada, por otro, no es en absoluto ni fácil de imitar, ni de factura común sino que por sí misma ya presupone una maestría en el arte narrativo que sólo en grandes clásicos encontramos. ¿Que tuvo Cervantes en vida detractores y enemigos literarios feroces, como Lope de Vega por ejemplo? Sin duda. Pero eso no le resta al autor manchego, sino que le suma. Lo mismo que en otro orden de cosas ocurre con Bernal Díaz del Castillo y su incomparable relato de la Conquista de la Nueva España, que así se llamó México en el siglo de Cortés y sus soldados : Nueva España.
En definitiva, y para ir dejando esta entrada de hoy aquí, debemos recalcar que en materia de opiniones y juicios sobre gustos y estilos, sobre cosas del común sentir y parecer de las personas, la variedad es más indicio de riqueza que no de insuperables desacuerdos. ¿Vamos a ponernos el mundo por montera cada vez que otro no coincida con nuestro parecer o vamos a dudar de lo que creamos y estimemos como mejor opción sólo porque nuestra opinión difiera de la de otros muchos? Ah, eso es otro cantar, conque allá cada cual con sus ideas y sus variaciones de ideas.
La imagen que ven arriba está en Praga, en el pasaje de Lucerna, cerca de la plaza de Wenceslao, del artista David Cerny. Es la estatua de San Wenceslas montando un caballo que no sabemos si está vivo o si está muerto, aunque la idea más común es que el santo monta sobre las tripas de un caballo muerto y, por ello, patas arriba. Se trata de una obra paródica, como otras tantas del gran artista checo. Como muy posiblemente es también paródico en no pocas cosas el mismo Quijote de Cervantes.
Las opiniones encontradas sobre el Quijote, las discusiones sobre si era o no era obra «digna de aprecio», son algo que surge desde la misma publicación de la genial novela. Así como también aparece desde el principio su fama y comienza a ser leída en público con éxito. Marcel Bataillon y otros eruditos europeos dan fe de ello. Libro tan discutido como generador de ideas, opiniones, variedad de teorías sobre mil y una cuestión, El Quijote representa un antes y un después en nuestra historia literaria.
Mucha razón en sus palabras, siendo una obra que en mi generación se obligaba a leer y por eso imagino que no se apreció lo suficiente, tambien por culpa del lenguaje de la época la hacía un poco pesada de leer(creo que han sacado una versión actualizada con el lenguaje actual); pero ciertamente es una obra maestra que como las buenas canciones no pasan nunca de moda.