Los sueños en el Quijote

12 Nov

Estaba yo en una ocasión escuchando una muy documentada conferencia en el aula magna de la Facultad de Letras de Sevilla, hace ya años de esto, y al tiempo que oía las razones que el conferenciante daba, pensaba lo que sigue «si lo que uno dice en público y razona y trata de enseñar», – pensaba yo para mí-, «no le aprovecha a uno mismo, ¿de qué sirve?»

Me explicaré más adelante con más detenimiento, que ahora debo aún de añadir que el tema de la conferencia era la poesía de don Antonio Machado, y el profesor aquél, especialista -decía él- en el tema, venía a decir que en la obra machadiana todas las referencias al agua eran de carácter positivo : que Machado sólo trató en sus poemas de «aguas vivas», a lo Santa Teresa, no de aquellas otras que están estancadas y muertas.

No estuve de acuerdo, y así lo manifesté, pese a lo documentado de la conferencia. Y no estuve de acuerdo porque vino a mi memoria un muy breve poema de Machado, donde dejó escrito aquello de «…en la glorieta en sombra, reposa el agua muerta». Y el ilustre profesor, un hispanista rumano, me dio la razón llegado el momento de las preguntas y observaciones luego de la conferencia. Pero vayamos al tema de hoy :

¿Es de razón que uno se esfuerce, y hable y hable, (y más hable; ¡y hasta razone!) a quienes tal vez no estén dispuestos siquiera a pensarse lo que se les dice, y de tal disertación  no sólo no obtenga beneficio (intelectual) alguno sino que, muy al contrario, acabe ganándose la envidia o la inquina o la maledicencia de los demás? Y ello, sólo por el hecho de haber hablado sobre algo que bien conoce, que se ha estudiado, y que ha venido ocupando gran parte de su tiempo.

Pues sí, y no : Ambas cosas a la vez, porque quien a ciertas tareas dedica tiempo y trabajos y hasta hacienda propia, por la misma naturaleza de dichas tareas, ya sabe que no siempre va a ganarse el favor del público. Y hasta puede que menos aún de no pocos de sus colegas. Todo eso, claro está, dependiendo de las tareas que uno emprenda, y de la naturaleza misma de dichas empresas, pues hay trabajos que por su misma esencia deben ser pagados y reconocidos por la sociedad y las diversas comunidades que en la sociedad estén organizadas, en tanto otros, como digo, tienen que ser muy particularmente asumidos sin más esperar de nadie ni aplauso ni paga del tipo que sea.

Pues bien, mi postura a este respecto no puede ser otra : quien dedique su tiempo a estudiar los astros, confórmese con lo que de su estudio vaya aprendiendo. Y lo mismo quien se entregue a la empresa que sea, si tal dedicación es voluntaria y decidida por uno mismo, pues que el hacer por gusto y querencia lo que uno apetezca no tiene por qué ser considerado un trabajo a remunerar. Y mucho menos tiene uno que pretender recompensa alguna, como no sea la que el propio trabajo y estudio le den, que a lo mejor no es poco premio.

Debemos entender que las cosas, en especial aquellas que son opinables, tienen que ser consideradas y valoradas con suficiente detenimiento, y no debemos caer en ese error de creer que por el hecho de que cada cual tiene libertad (¡o debe tenerla!) para pensar lo que fuere, ya está capacitado para sentenciar en todo cuanto ocurra, y sus ideas han de ser tomadas como una Biblia, llegado el caso. No. No, porque hay temas, cuestiones, asuntos públicos y privados, problemáticas…etc., que requieren de personas experimentadas y duchas en ellas, y son esas personas y no otras las que tienen que dictaminar y poner cada cosa en su sitio. De todo eso nos ocuparemos cuando llegue el momento de plantear lo que en el siguiente post abordaremos : los sueños en el Quijote.

4 respuestas a «Los sueños en el Quijote»

  1. El texto completo del poema de Machado a que se alude antes, al inicio :
    XXXII
    «Las ascuas de un crepúsculo morado
    detrás del negro cipresal humean…
    En la glorieta en sombra está la fuente
    con su alado y desnudo Amor de piedra,
    que sueña mudo. En la marmórea taza
    reposa el agua muerta.»

    Este breve poema, una descripción, casi un pequeño cuadro de una fuente en un jardín, es del libro «SOLEDADES» (1899 – 1907)

  2. Sobre la conferencia a que me he referido diré que tuvo lugar en 1975, con ocasión del centenario del nacimiento de Antonio Machado (26 de julio de 1875, nace en el palacio de Las Dueñas, en Sevilla; a 22 de febrero de 1939, muere; tres días después muere su madre, Ana Ruíz. Ambos son enterrados en el cementerio de Collioure, en tierra francesa, de cara a su amada tierra hispana). La Facultad de Letras estaba entonces en el edificio que hoy se usa para otros menesteres, políticos, no universitarios. Et sic transit gloria mundi…

  3. El tema de los sueños en El Quijote ha sido abordado por distintos especialistas. Lo que en un próximo texto en este espacio de La Opinión de Málaga trataremos será un simple par de aspectos de esa cuestión : uno, qué hay que suponer que Cervantes sabía acerca de los sueños y el soñar, y el otro qué tipo de valores daba Cervantes a los sueños que le hace tener a su máxima creación literaria, el Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha.
    Debo añadir que con ello sé que en absoluto se agota el tema, pues son más las cosas que sobre ese particular, el soñar, se podrían abordar, ya que don Quijote soñó de varias maneras, según cabe deducir del texto que dio vida al singular caballero.

  4. Una cuestión que deberemos tratar, en esto de los sueños en el Quijote (y, en general, en la obra de Cervantes : los sueños del Persiles son de gran riqueza también) es si don Miguel de Cervantes leyó o conoció la obra de Juan Huarte de San Juan, famoso filósofo y médico, autor de un «Examen de ingenios para las ciencias», que se publicó en Baeza en 1575 y desde su aparición pública tuvo un gran éxito, llegando a imprimirse en el XVI hasta cuatro veces, entre 1578 y 1594. Fue traducida al latín, francés, italiano, alemán… Lo más seguro es que Cervantes conociera esta obra, tan de su tiempo y de tan gran prestigio científico.
    Que a Cervantes le interesaron los temas relacionados con los trastornos del sueño, y el funcionamiento del cerebro y la mente del ser humano, es hoy cosa sabida de todo estudioso del tema. Y la obra de Huarte de San Juan fue precursora de las ciencias neurológicas, tan en boga hoy día.

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