Resulta difícil convencer a alguien de algo, de lo que sea, si el tal alguien no tiene un mínimo de predisposición a ser convencido. Por las razones que fueren, no quiere esa supuesta persona que se le induzca a dudar de algún tipo de idea o de creencia que le habite. Tal vez, no le interese en absoluto la duda. O tal vez la tema, a la duda, más que a la mentira misma en que quizás esté viviendo. Para poner un ejemplo : ¿acaso no vemos en tertulia de «sesudos opinadores», -tertulias que a diario nos ofrecen por televisión-, cómo hablan varios a la vez y, más que argumentar, gritan y gritan «su verdad»? Se escudan en los gritos propios para no oír las palabras ajenas : no las quieren oír, ni mucho menos que las oigamos los espectadores de turno, por estúpido temor : «¿y si «el otro» convence más que yo, y si lleva razón?»
Con buena parte de la crítica literaria ocurre algo parecido, y según las épocas y las tendencias de los gustos estéticos o ( lo que es peor ) los imperativos de las éticas políticas al uso, en las obras literarias se ven cosas diferentes. A veces, incluso cosas contrapuestas. Hablo de la crítica literaria altamente politizada, no de aquella que se rige por principios de firme raigambre filosófica. Pero vayamos al grano : los sueños «vivos».
Llamo ahora sueños vivos a los que se instalan en nuestra «realidad interior» y ahí, en ese «in situ» tan particular y propio de cada uno, laboran. Como aquellas abejas machadianas de sus poéticos colmenares. Destilan comportamientos, condicionan percepciones.
De alguna forma, nos acomodan (o des-acomodan) en el mundo. Los sueños forman parte de nuestro sistema neurológico, y lo mismo que lo que los sentidos de la vista o el tacto, el olfato, el gusto o el oído «construyen» nuestro mundo perceptivo en lo más material, lo que soñamos ayuda a componer en gran medida nuestra interna «sinfonía psíquica» : los vivimos y «nos viven».
Viene ahora a cuento que recordemos algo que dejó escrito ese gran pensador y poeta de nuestro siglo XX, Juan Eduardo Cirlot : «El espíritu es una prisión más monstruosa que la carne».
Viene a cuento porque los sueños son, de alguna manera, habitantes con cada uno de nosotros de esa «prisión», que podemos llamar «monstruosa», y que es el espíritu. Y al mismo tiempo que hay sueños que nos asedian y habitan, nosotros también vivimos parte de nuestras vidas asediando y habitando sueños. Esos, son siempre sueños «vivos».
Bien, -y voy ahora acabando aquí esta entrada de hoy- lo que seguirá, sobre lo que volveremos en unos días y trataremos de comentar hasta donde nos sea hacedero, serán unos sueños que se relatan en «El Quijote», y que nos cuenta el propio héroe cervantino en su aventura de la Cueva de Montesinos. Como veremos, esos sueños más que «vivos» son casi estrictamente «literarios». Que Sueño y Literatura son ámbitos en muchos sentidos casi inseparables; en especial, a partir del Surrealismo. Gracias, y hasta muy pronto, lector.
La cita de Juan Eduardo Cirlot está tomada de la edición de su obra «En la llama», en la edición de E. Granell de Ediciones SIRUELA, del 2005.
Está la cita completa en el «sueño 68», pág. 367 de «80 SUEÑOS», Barcelona, 1951.
Y digo «la cita completa» porque en nuestro texto sólo se ha reproducido la parte primera de ese «sueño 68».
Debo decir, de paso, que quien desee estudiar con más honda perspectiva el mundo de los sueños en la poesía y el surrealismo, antes o más tarde se topará con la gran obra, difícil de abarcar y de increíble altura intelectual y creativa, de Juan Eduardo Cirlot.
Me sigue resultando difícil entender cómo aún en la actualidad lo que se sueña no se sitúa en la debida «perspectiva vital» : somos seres hechos de una extraña realidad donde materia, espíritu, vigilia y sueños, por no decir más cosas, se amalgaman. Sean lo que sean esas cosas,materia o espíritu, y demás.
Sólo el Arte parece tener algún tipo de respuesta, me consuela pensar.
Lo que se sueña conforma y determina lo que somos en la misma o similar medida a como lo hace lo que se lee o lo que se pone en práctica de modo habitual. Los sueños forman parte de nuestro ser como personas con sus otras facultades usuales. Pero seguimos sin reconocer tal cosa de manera casi general…
En próxima entrada, se abordarán algunos aspectos relacionados con los sueños y las espirales. Me refiero a la espiral ahora como forma geométrica. Hasta entonces.