No se va a entrar ahora en la valoración de los sueños como algo que tenga que ver con estados de santidad, de clarividencia, o de altas facultades del tipo que sea. Lo que sí se va a tocar, y esto muy de pasada, – pues no estoy en disposición de ir muy a fondo en el tema, ya que mis conocimientos al respecto tienen sus límites -, es cierta relación que existe entre determinados estados de santidad y determinados sueños. Ni más ni menos a como existen relaciones entre ciertos estados de sueños y otros de chamanismo, asunto éste último ya abordado en anteriores textos en este mismo blog, y que habremos de volver a abordar, dado el enorme interés que todo esto suscita en no pocas personas.
Está hablando Teresa de Jesús, (en los capítulos 18 y 19 de su “Libro de la Vida”), de lo que ella llama “cuarta agua” o “cuarto grado de oración”, y deja escritas cosas que no se pueden pasar de largo si bien queremos entender lo que acaba diciendo sobre el sueño, el agua y la “aquella nube del cielo”. Veamos ahora las más notables para nuestro propósito.
“Aquí faltan todas las potencias y se suspenden de manera que en ninguna manera, como he dicho, se entiende que obran. /…/ Ansí que a esta mariposilla imprtuna de la memoria aquí se le queman las alas, y ya no puede más bullir. La voluntad debe estar bien ocupada en amar, mas no entiende cómo ama. El entendimiento, si entiende, no se entiende cómo entiende; al menos no puede comprehender nada de los que entiende.” (Cap. 18, punto 14)
“Parece esto algarabía y pasa ansí. Acaecídome ha algunas veces en este término de oración estar tan fuera de mí que no sabía si era sueño u si pasaba en verdad la gloria que había sentido, y de verme llena de agua que sin pena distilaba con tanto ímpetu y presteza que parece que lo echaba de sí aquella nube del cielo, vía que no había sido sueño.” (Cap. 19, punto 1). (Anoto de paso : ese “vía” es “veía”).
La santa de Ávila como vemos separa sueño de realidad, con claro criterio. Los fenómenos que describe en el inicio de este cuarto grado de oración, donde acude a los símbolos del fuego y del agua, fenómenos son que sólo pueden ser explicados por una más avanzada ciencia y conocimiento de nuestro cerebro y sus facultades, por una muy puntera y en nada pre-condicionada en contra neurología, o, si no, ser experimentados de manera directa y personal, ya por vías de santidad, ya por vías de auténticas experiencias chamánicas, que a mi modo de ver, y en contadas ocasiones, deben ser cosas que se solapan entre sí. Me explico : santos, auténticos santos, y chamanes que no sean simples parlanchines, bien puede ser que tengan en común experiencias de realidad más allá de las que tenemos el común de los mortales y “vean” cosas y entren en contacto con “entidades superiores”, con energías espirituales, las llamen como las llamen, Dios, ángeles, o demonios.
Voy poniendo fin a esta entrada : uno de los grandes soñadores que también era fundador y muy gran santo es Don Bosco, como se le conoce comúnmente a San Juan Bosco, fundador de los Salesianos. Nacido el 16 de agosto de 1815, y fallecido el 31 de enero de 1888, tuvo gran parte de su acción y vida religiosa marcadas por los sueños, que eran vías de conexión entre él, su hacer, y la divinidad donde fundamentaba toda su obra. Sobre él, ya que estamos en un año significativo por ser centenario de su nacimiento, volvermos : el libro “Los sueños de Don Bosco” es de gran interés.
El uso que hace en estos textos del “Libro de la Vida”, por otra parte, dejan bastante claro, a nuestro juicio, que el significado del símbolo “fuego” nada tiene que ver, en modo alguno, con sentimiento que pueda acercarse ni por asomo a lo sexual. Ni consciente ni inconscientemente.
Anoto esto para dejar bien claro que la imagen que de la Santa esculpió Bernini, que tantos han querido ver como “imagen sexual sublimada”, es un error. Eso, a mi profano entender.
Fuego y agua son símbolos de algo absolutamente espiritual en la obra de Teresa de Jesús.
El sentido del fuego como símbolo, junto con ese agua que es a la vez grado de oración, deja claro a mi juicio que la interpretación “sexuada” que se hace a veces del sentir místico de la Santa de Ávila (sobre todo la imagen que dejó esculpida Bernini) es un craso error.
El uso que hace Teresa de Jesús del término “fuego” en ese sentido simbólico, junto con el término “agua” ( ¡tan presente en la obra toda de Teresa de Ávila : las mesmas aguas vivas de la vida” ), aleja del todo la posible interpretación “sexualista” de sus experiencias místicas.
Que en la imagen esculpida por Bernini, tan fantástica y de altísimo valor artístico, quieran algunos ver un a expresión de “arrobamiento sexualizado”, es una cosa, y que tal cosa tenga realidad en las vivencias de la santa, es otra. Y otra muy, muy distinta.
Quienes ven en esas experiencias de Teresa de Ávila algo sexual, sea o no sublimado, yerran. A mi juicio, se equivocan.
Las opiniones sueltas que Teresa de Cepeda y Ahumada deja caer acá y allá en su obra, La Vida sobre todo, sobre el sueño, son muy razonables. Las comentaremos en su momento.
Me ha gustado tu referencia al agua y al fuego (¡ay, Bachelard: releer, releer!) para neutralizar la sospecha “sexualista” de las experiencias místicas de Teresa de Jesús. También ayuda a descartarlo su alusión constante al sufrimiento, “Nada te turbe / nada te espante / todo se pasa…”…
Un abrazo, querido onirólogo 🙂