Uno de los poemas de Rafael Alberti, entre los muchos e impresionantes que podemos leer en el gaditano eterno, es el que sigue :
“Hace falta estar ciego,
tener como metidas en los ojos raspaduras de vidrio,
cal viva,
arena hirviendo,
para no ver la luz que salta en nestros actos,
que ilumina por dentro nuestra lengua,
nuestra diaria palabra.
Hace falta querer morir sin estela de gloria y alegría,
sin participación de los himnos futuros,
sin recuerdo en los hombres que juzguen el pasado sombrío
de la Tierra.
Hace falta querer ya en vida ser pasado,
obstáculo sangriento,
cosa muerta,
seco olvido.”
El poema, cuyo título es el mismo primer verso, levante modificado, como veremos de inmediato, está escrito entre 1932 y 1938, en DE UN MOMENTO A OTRO, y se titula “Hace falta ser ciego”. La modificación, (obvio), es ese cambio de SER por ESTAR : esos verbos tan determinantes y típicos de nuestra lengua. El poema, entre los muchos sentidos que la mayoría de los textos poéticos admiten, recubre significados que, dejados atrás los contextos de la Historia y de la Poesía, nos hacen meditar.
Anoto al paso : el subtítulo del libro de poemas antes citado es, precisamente, “Poesía e Historia”, y esto no es nada casual. De hecho, en textos rigurosos como son los poéticos o los históricos, la casualidad suele estar ausente. Y si alguna vez se cuela en ellos, es en contra de la voluntad del que escribe esos textos, o al margen de ella, de la voluntad del autor, de los autores.
“… para no ver la luz que salta en nuestros actos”, escribe el poeta R. Alberti en el verso quinto. Y nos preguntamos : ¿qué luz es esa, qué clase de luz es la que puede saltar en nuestros actos? Las respuestas podrían ser múltiples. Podríamos acudir a aquella frase última que se atribuye a los últimos instantes en esta orilla del genio alemán Johann Wolfgang von Goethe, y que era “Luz, más luz”, con la muchedumbre de interpretaciones que ha sugerido para los comentaristas del ilustre escritor y filósofo. O acordarnos ahora de nuevo del titulo de una novela, interesante y oportuna : “La luz es más antigua que el amor” (Seix Barral, 2010, autor : Ricardo Menéndez Salmón), y que ha sido comentada desde ángulos diversos desde su publicación en la editorial antes dicha. Pero vamos a centrarnos ahora en este tipo de actos y este tipo de luz : los actos que aspiran a cierta permanencia (en esta tierra, en esta vida), y la luz que de esas obra y actos se deriva. O, si se prefiere, la luz que mueve e inspira esos actos, que casi tanto monta en este caso. ¿Qué luz, y qué actos? Veamos :
A esa luz la vamos a llamar ahora “interior” ( en el sentido de la palabra inglesa “insight”, que podríamos traducir como “visión interna” ), y a esos actos los vamos a considerar ahora, de manera casi exclusiva, como aquellos que llevan a un ser humano a crear algo, a hacer, desde su adentro urgente y creador, una obra que luego él mismo ( ella misma ) y todos los demás puedan llamar “obra de arte”. ¿Resumimos en un “la Luz es Arte”? ¿Por qué no?
Voy poniendo fin a esta entrada, a este texto, del que quisiera sacar más adelante nuevas “iluminaciones”. El cuadro que ven ustedes al inicio de este post es del pintor Omar Ortiz, y debo de nuevo dar las gracias a Omar por su generosa aceptación a lo que un día, meses atrás, le pedí : su permiso para usar de sus obras, magníficas a mi entender, en estos textos del blog de La Opinión de Málaga. Y ante ese cuadro, y la belleza que Omar en él nos quiere dejar como algo permanente, cada cual medite sobre la luz y la permanencia, sobre la vida y la belleza, sobre el tiempo y su fuga… Nosotros somos algo como un fuego que alcanza las estrellas : Luz en Actos.
La Luz de la que aquí se habla, aunque pueda esto parecer muy extraño, no es ajena ( entiendo de manera muy personal ) a aquella otra que traté a propósito de una fotografía de mi hermano, ya sido en esta tierra, Francisco Javier, con quien tanto compartí. Gracias.
Dos erratas que se me han escapado : la una, en el texto de Alberti, ( ¡ y por eso la más grave! ) y que es un “nuestra” de donde se me olvida la /u/. La otra, ya en el texto que voy dando de mí, y donde se lee un “levante modificado” (¡?) que debió ser “levemente modificado”. Vayan aquí mis disculpas. Gracias.
Para mi la luz es vida, energía… La luz sale de muchos sitios, incluso de nosotros. Cuando irradiamos felicidad, tenemos luz! La Luz te da la vida, esa energía que necesitas para seguir día a día.
Lo que dices es muy acertado. Te invito a que leas ( en sus Obras Completas ) los “Dichos de luz y amor” de San Juan de la Cruz. Sobre esto, comentaré algunas cosas en la entrada próxima, pues entrar en la obra del carmelita Juan de Yepes, o san Juan de la Cruz, no es cosa de poca monta. Pero viene muhy a cuento de lo que tratamos, como vendrá a cuento hablar algo también de Pedro Salinas, o de su coetáneo Jorge Guillén.
Gracias, Doraura, por tu comentario.