Ante cosas como esas que se llaman fenómenos paranormales, ¿qué otras opciones podemos contemplar? Una de las más usuales suele ser la de acudir a lo misterioso, a la presencia de seres que no podemos ver ni sentir, y que la inmensa mayoría de personas jamás percibe, y sobre todo, seres que la ciencia misma se resiste a admitir. Y donde se dice «seres», se puede «fuerzas» o «presencias» o «extrañas energías».
Sin entrar en grandes honduras, eso de que haga uno una fotografía con una cámara clásica, – : las de carrete y posterior revelado-, y luego, en el revelado de alguna de las fotografías realizadas, aparezca «algo» que no estaba ante nuestros ojos en el momento de hacer la foto, ni en los momentos anteriores tampoco, «eso», ¿es un fenómeno paranormal? Por ejemplo, la luz que en la foto de mi fallecido hermano Francisco Javier se puede ver : una luz muy nítida y clara que parece como salir de su pecho, o como ir a entrar en él. La tal luz, ni estaba en la habitación que Javier habitaba por aquellos días, ni pudo tampoco ser detectada «físicamente» en el negativo del carrete de fotos.
Como ya dije en anterior entrada, la titulada «Afuera y adentro», científicos del CSIC analizaron el carrete y las fotografías, y no hallaron nada fuera de lo normal que explicara ese luz. ¿Qué es, entonces, la tal luz?
Paloma Navarrete (según creo recordar) nos dijo que se trataba de un fenómeno paranormal relacionado con el estado anímico interior de mi hermano, y que como ahora podemos saber, «a toro pasado», era la proximidad de su fallecimiento. Y mi pregunta ahora es muy simple en apariencia : ¿es la muerte un hecho «pre-cognoscible»? Quiero decir que si, de algún modo, uno mismo puede llegar a «saber de» su propia muerte, ( : un «saber sin saber», ése donde se sabe algo pero se ignora cómo se sabe), aunque no pueda dar razón alguna de su propio saber. ¿Es esto que digo un disparate, o es una posibilidad que debemos desdeñar? Me inclino por lo segundo, y creo que es una opción.
Y trato a continuación de justificar mi creencia, aunque de un modo aquí muy, muy escueto; que ya habremos ocasión de retornar esta cuestión con mayor detenimiento : existe el mundo de los fenómenos cuánticos, y esto sí que es algo constatado por la Ciencia. Y desde las perspectivas que ese mundo abre ante nosotros, no es ningún disparate, en mi opinión, pensar que hay fuera de nuestro conocimiento «actualizado y actualizable» una gran cantidad de cosas que, aunque ignoradas por nosotros, no por eso dejan de ser cosas reales y en absoluto «misteriosas». Simplemente son cosas que no nos son accesibles hoy por hoy de acuerdo con nuestro estado evolutivo.
Ni más ni menos como no era accesible para el hombre de la época de Julio César la futura existencia de «cosas» como internet, la telefonía, o los vuelos de un país a otro, de un continente a otro, en naves tripuladas e impulsadas por motores que consumen un tipo de combustible cuya misma producción también para ellos era algo ignorado y «misterioso». En alta Paz estés, Francisco Javier : que uno de tus tus últimos deseos era alcanzar el medio siglo de vida, cumplir los cincuenta años, y se produjo tu óbito cuando tenías 49 y te faltaban 49 días para cumplir los 50… (¡Dios…!)
Lo de que la muerte de uno pueda llegar a serle a uno mismo «cosa prevista», o intuida, o como se quiera decir, tampoco creo que sea un disparate : de hecho, sabemos de personas que se preparan de un modo muy específico ante la «intuición» de su personal tránsito al otro mundo, sea lo que sea ese «otro mundo».
Para no salirme de mi propia familia, tengo presente el caso de mi abuela materna, mi abuela Dolores (Lola), que dejó señales evidentes de que estaba ya dispuesta y perfectamente preparada para ese paso.
Como es obvio, esto no tiene nada que ver (¡en absoluto!) con el caso de aquellas personas que «disponen su muerte», esto es, que se dan muerte a sí mismas. No se habla aquí de suicidio, sino de un modo de conocimiento muy especial, que es lo que hemos comentado aun cuando muy de pasada.
Tengo claras algunas cosas. Por ejemplo, que la ciencia acabará desvelando muchas de las cuestiones que hoy no podemos explicar. La neurología, los neurólogos, junto con los avances en la nanotecnología, harán posible un estudio mucho más hondo del cerebro humano.
Hasta hace poco no se sabía, pongo por caso, que los crustáceos como cangrejos pueden sentir algo parecido a lo que llamamos estrés, y ya es cosa que se puede estudiar y observar.
Otra cosa que creo también tener bastante clara es que más allá de lo que en la actualidad sabemos, mundos y hasta «universos» que ni imaginamos se abrirán para el hombre futuro. Sin eso, nuestro porvenir apenas si es posible de pensar…