Que lo que llamamos realidad es algo que, en parte, pertenece al “mundo fuera de nosotros” y, en parte, al “mundo dentro de nosotros”, parece tener una consistencia que no debemos obviar en cualquier acercamiento que se desee hacer a eso que llamamos “lo real”.
Digo ahora mundo “fuera de nosotros” tanto a lo que conocemos como existente en sí, sea lo que sea, como a lo que aún nos resulte desconocido. Una inmensa parte del pasado histórico, por ejemplo, nos es desconocida y no por ello carece de su propia realidad. Lo mismo podemos decir del futuro, y ahora con mucho más motivo, pues es una realidad todavía no acaecida. Y llamo mundo “dentro de nosotros” a aquellas cosas cuya realidad está básicamente ubicada en nuestras creencias y percepciones, como por ejemplo la imagen que nuestro cerebro albergue o contenga de, pongo por caso, una ecuación matemática, o el significado de una frase, o un cuadro, una mesa, o toda una serie de hechos, sean los que fueren.
¿Cuál es la “verdadera” realidad de una manzana, -para recordar una famosa conferencia de don José Ortega y Gasset- : la que vemos de ella en nuestra mano, la que ven los otros en nuestra mano, o la manzana en su ser, la tengamos o no, la veamos o no? Tal vez la “verdadera realidad” de tal manzana sea la suma de todo eso que acabamos de decir…, más algo más que se nos escapa.
Algo más que se nos escapa : y que se nos escapará siempre, quizá. Y más aún : ¿es esa (ahora imaginaria) manzana la misma para el gusano que la roe por dentro, para el campesino que la retira del árbol y la lleva a vender, para el comprador que la adquiere y consume? Es dudoso que sea la misma para todos, y sin embargo, esa cosa manzana debe de tener un “en sí” que le confiera su propia realidad. Sin duda alguna.
Pero ese “afuera” y ese “adentro” a que nos referimos desde el título mismo de esta entrada, ¿son ambos parte de la misma realidad, o pertenecen a diferentes “mundos” de una no idéntica realidad? Por extraña que pueda parecer esta pregunta, admitamos esto : nosotros, los seres humanos hoy, somos en nuestro conjunto un modo de “cosa real” que nos determinamos y que nos ubicamos en el mundo desde (o a partir de) nuestro cerebro y sus sistemas perceptivos y configurativos del mundo, en tanto que otros seres se conforman y constituyen “afuera de nosotros” pero…, ¿en la misma realidad? Volvamos al gusano de la manzana, a la manzana, a la charla de Ortega, al público asistente a aquella charla, y sigamos dentro de la misma cuestión : ¿qué es más real, lo sentido e imaginado por cada uno de nosotros “adentro”, o lo que “afuera” de cada uno tiene su propia consistencia?
No se me escapa que cuanto llevamos escrito nos traslada a una cuestión filosófica tan antigua como el propio lenguaje en que se manifestó lo que se llamó idealismo frente a realismo, “confianza” en el lenguaje frente a “desconfianza” del lenguaje (ver, aquí y para esto, el inicio del libro de W. M. Urban “Lenguaje y Realidad”). Pero dejado eso atrás, voy a lo que iba : aquellas cosas que soñamos cada día, y que luego al despertar recordamos más o menos, o llegamos a olvidar del todo, eso que llamamos “mundo onírico” y que muchos se resisten a ver como cosa que tiene también su propia consistencia y realidad, eso, no sólo es real y posee su propio ámbito, sino que además ayuda en la “construcción” y con-figuración que luego, al estar ya despiertos, hacemos del día a día nuestro y del mundo nuestro de cada día. Nos guste ello o no nos guste, lo que soñamos forma parte de nuestra realidad : una realidad adentro que más d e una vez se sale afuera y nos atrae como un fuego a algunas mariposas.
Termino aquí : esa imagen que ven ustedes arriba es una fotografía de mi hermano Francisco Javier, (la última que se le hizo en vida : Javier falleció en enero de 1998, con 49 años y a la “distancia” de 49 días de cumplir sus 50 : edad a la que deseaba haber llegado…), y esa luz que en la fotografía se ve salir (¿o tal vez llegar a?) de su pecho, no se veía fuera de la fotografía, y los científicos del CSIC que estudiaron el negativo no supieron dar explicación alguna del curioso fenómeno. ¿Es esa Luz un “adentro” o un “afuera” de mi hermano?
Dedico este post a su memoria, y agradezco al grupo del padre José María Pilón de la Compañía de Jesús la atención que prestaron a estas cosas en torno a Francisco Javier, hermano eterno ya en mi alma : adentro.
Mi hermano Francisco Javier había nacido un día 24 de febrero de 1948. Su enfermedad, esclerósis múltiple, se le manifestó por primera vez a sus 25 años, cuando ya ejercía su carrera de Licenciado en Filología en la UMA.
En Paz estés, Javier.
Aún viven personas que pueden dar fe de este curioso fenómeno que se observa en la fotografía de mi hermano, pues remití el negativo, así como la propia foto en sí, a las personas del grupo Hepta fundado por el P. José María Pilón de Bernabé, S.I.
A dicho grupo pertenecieron tanto José Luis Ramos Jácome, doctor en Medicina y estudioso de fenómenos científicos, como Lorenzo Plaza, notable doctor en Óptica. José Luis, el Padre Pilón, y el propio Lorenzo plaza fallecieron en edad muy avanzada ya en el año 2012. Pero Sol Blanco Soler, Paloma Navarrete, Piedi y alguna persona más del grupo aquel que estudiaba la Parapsicología, aún viven y quizá recuerden el hecho, ya que ellos se encargaron de estudiar este fenómeno que ocurrió en torno a la persona de Francisco Javier, mi hermano. A los pocos meses de hecha la foto, Javier fallecía.
A todas esas personas, mi gratitud. Y a los ya sidos, que en Paz estén todos.
Emocionante disquisición orteguiana. En sus meditaciones sobre el Quijote insiste en la manzana, o creo que naranja, para demostrar que la realidad es basta e inaprensible. Y tan real como los sueños y las manzanas es ese haz de luz, transido de espiritualidad, que inunda de forma premonitoria a Francisco Javier. Un fuerte abrazo Manolo, hermoso homenaje a tu querido hermano.
Muchas gracias, Alfonso. Tus palabras, sabias y buenas, siempre hacen mejor las cosas a que se refieren, ya sean cosas de la ciudad, ya sean otros escritos.
Javier vive en mi corazón y en mi memoria, y así será por siempre.
Con respecto a la manzana o la naranja, yo cito la anécdota a partir de la referencia, un tanto paródica de la conferencia “del Maestro” (Ortega y Gasset) que hace Martín Santos en su “Tiempo de silencio” ese hito del siglo XX. Allí, era manzana. En otros escritos orteguianos seguramente haya variantes y aparezca la naranja de que tú hablas. Para el caso, tanto da.
Un fuerte abrazo y muchas, muchas gracias por tu comentario, querido Alfonso.
Las realidades de las que se hablan me son conocidas, de hecho, yo muchas veces no sé cual es más real de las dos en las que me encuentro inmerso, la mayoría de las veces las diferencio por que en una “realidad” las caras cambian aunque lo “esencial” es lo mismo.
Me acuerdo tantas veces de mi tío Javier que no creo que ande muy lejos de mí.
Creo que las personas que ya se fueron de este nivel de existencia no desaparecen del todo : somos energía, en lo básico, y como tal, cambiamos, pero no somos destruidos. Nos transformamos.
De mis cuatro hijos, el más parecido a tu tío Javier, mi hermano, eres tú. Al menos lo eres en mi percepción, que es lo que básicamente me guía.
Gracias por tu entrada a comentar este texto.
Un abrazo, Kike.