Vida onírica

2 Mar

A veces podemos llegar a a asombrarnos de cosas que hemos vivido en nosotros mismos, que hemos aceptado casi como normales en el tiempo en que las vivíamos, y que luego, tras de haberlas olvidado, las recuperamos y revivimos en nuestra memoria. No me refiero a cosas en general ahora, sino a un tipo de «cosas» muy específicas : lo soñado, los sueños, cosas de la vida onírica.

Que tenemos una vida onírica es algo que poco a poco ha ido asentándose en mi ánimo con una inusual fuerza, al mismo tiempo que me he llegado a convencer de que, en los tiempos modernos, a partir del declive del surrealismo sobre todo, la atención que se le presta a este tipo de vivencias humanas – y vivencias que compartimos con otros mamíferos, que también sueñan como nosotros : obviamente, en sus respectivos «espacios mentales»- es muy pobre. Y es curioso : justo cuando está empezando a ocupar un espacio en el ámbito científico y en las investigaciones neurológicas, la vida onírica nuestra de cada día suele ser algo que dejamos de lado de una manera que me atrevería a calificar de impertinente. Quiero decir con esto que no atendemos lo suficiente a nuestros sueños, y al actuar así cometemos un error no pertinente, de ahí lo de «impertinente».

En las páginas 110 a 112 de su obra «La vida simbólica», Carl G. Jung relata un sueño que le comunicó un médico amigo suyo y que le llamó poderosamente la atención, aun cuando no lo pudo descifrar a tiempo. Digo bien, «descifrar a tiempo», porque el joven paciente de ese médico amigo de Jung, que tuvo el sueño, al poco de ser dado de alta del internamiento psiquiátrico a que estuvo sometido, cuando parecía estar equilibrado y a todas luces parecía llevar una vida ordenada y tranquila, se suicidó.

El propio Jung, luego de referir ese sueño, comenta que con el tiempo llegó a a entenderlo y añade que, de haber él conocido tanto al joven paciente dado de alta como a su curioso y muy singular sueños, habría podido evitar el suicidio. Pero, esto, tanto el sueño en cuestión como los comentarios de Jung, no son el tema de hoy. Ahora nos vamos a limitar a remarcar lo ya dicho : tenemos una vida onírica, no siempre coincidente con nuestra vida de vigilia, y de ella solemos extraer, por lo general de forma inconsciente, cierta cantidad de «saberes» y actitudes que luego nos valen para la vida normal de nuestro día a día durante la vigilia.

Otra cuestión que volveremos a recalcar, también más adelante, es la singular relevancia que cobraron los sueños a partir del surrealismo y de los estudios del gran maestro que fue, en muchos sentidos, S. Freud. Y de paso, tendremos que razonar cuál es, a nuestro juicio, la razón que tiene al hombre actual y a la sociedad en general tan alejada y como tan ajena a este aspecto de nuestra existencia, la vida onírica, nuestro interior mundo de sueños y nuestra constante actividad, normalmente nocturna, del soñar. Hasta pronto, pues.

7 respuestas a «Vida onírica»

  1. El libro de Carl Gustav JUNG citado en el texto es el volumen 18/1 de su Obra Completa, editado por Editorial Trotta, «La vida simbólica», traducido al español en el 2009 por Jorge Navarro Pérez.
    El relato que hace Jung en esas páginas antes citadas es lo suficientemente extenso ( e interesante ) como para que le dediquemos, más adelante, una entrada de este blog en concreto. Con todo, damos la información suficiente para que el lector interesado pueda acceder a ese texto. Gracias.

  2. Acerca del asombro que puede causar en nosotros enfrentarnos, pasado un tiempo, a cosas ya antes vividas por nosotros, es algo que pueden comprobar ustedes mismos : si llevan una diario de sueños, y de manera regular los anotan con sus fechas y demás detalles, repasen su propio diario y verán con qué facilidad se sorprenden de una gran cantidad de cosas que en su día anotaron sin darle la mayor importancia. ¿Cuál creen que es la causa de esto?

  3. Don Manuel: Estoy decidiendo si me hago con un ejemplar del Libro Rojo de Jung. Pedir libros a españoles que viajarán al sudeste asiático se ha convertido en mi juguete preferido; en la sensación más atractiva que no huele a desodorante. Saludos cordiales.

  4. Joaquín, las Obras Completas de Jung están en la Editorial Trotta, y muy bien traducidas. ¿Crees que incluirán el Libro Rojo? Yo no lo sé, pero voy a buscar ese dato.

  5. Hecho. «El Libro Rojo» de Jung está traducido al castellano en la Editorial El hilo de Ariadna.
    Un abrazo, Joaquín.

  6. Hola Manuel, como bien sabes, he llevado un diario onírico en periodos intermitentes a lo largo de muchos años. Los llamo intermitentes por mi falta de constancia, he tenido periodos en los que no hacía caso a mis sueños. Uno de los motivos por los que pienso que nos alejamos de nuestra vida onírica es por lo absorvente que puede resultar nuestra vida diaria. Sin embargo, tengo que aclarar que en los periodos en los que he llevado a la par ambas vidas, me he encontrado con un estupendo estado de ánimo. Por esto siempre intento retomar mi vida onírica, además de que por mi experiencia sirve de orientación para tu vida diaria.
    He de decir que nunca he realizado una lectura de mis sueños para ver si alguno lo había vivido, pero si es cierto que he tenido vivencias en mi dia a dia cotidiano que he recordado haberlos tenido en un sueño.
    Definitivamente estoy de acuerdo en llevar ambas vidas «cogidas de la mano».

  7. Acertada idea la tuya : llevar de la mano ambas vidas. Por muy ajetreada que sea la de vigilia, siempre podemos dedicar unos minutos, (diez, quince), a la atención de lo que soñamos. Y más, con los medios que la tecnología nos oferta y así, en tu móvil puedes anotar sueños, por poner un ejemplo.
    Trata de hacer ese esfuerzo y verás cómo, al llevar un tiempo en ello, le tomas gusto y afición y ya no te cuesta trabajo. El tiempo, Doraura, lo podemos casi siempre estirar como un chicle!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *