Es posible que algunos lectores no estén de acuerdo con parte de lo que siga a continuación. El tema de por sí es aún confuso, aunque ya mucho menos que hace unas décadas, y sigue estando sometido a revisiones, que se irán produciendo a medida que los nuevos descubrimientos nos obliguen a cambiar conceptos, visiones del pasado de nuestra especie, y, desde luego, paradigmas científicos.
Siempre pensé, y en esta idea me mantengo, que la racionalidad no es algo exclusivo de la especie humana, lo que conocemos como «actuales descendientes del homo sapiens». Yendo más allá, no imagino a los más famosos de nuestros ancestros, los neandertales, ajenos a manifestaciones de arte. Y si apenas si quedan de ellos útiles, seguramente es porque los primeros enseres y artefactos que la especie humana, – en un muy amplio sentido del término «humano»-, tanto armas como otros utensilios, eran de madera, no de piedra. En otras palabras : antes que la llamada «Edad de Piedra» imagino que debió haber una «Edad de la Madera». ¿Que habrá quienes consideren esto un disparate? Poco me importa.
Piensen ustedes que en muchos lugares del planeta, en especial en grandes zonas selváticas, ha sido mucho más fácil hacerse con pieles de animales y con palos de madera que no con piedras que fueran capaces de producir chispas al chocar y, con ellas, el fuego. Y la madera también nos sirve para producir una buena llama que encienda luego troncos y ramajes.
Pero volviendo al arte cavernario :
1.- ¿Conocemos todo lo que se produjo?
2.- ¿Todo el arte parietal de cuevas y abrigos es obra de los sapiens?
3.- ¿Hasta qué punto los neandertales no eran también «sapiens»?
Soy plenamente consciente de que muchas de las cosas aquí dichas podrán ser muy discutibles, otras, serán negadas como solemnes disparates o, si no, como disparates a secas, o sea, sin solemnidad alguna. Mejor. Así este pensamiento en su día cobrará su debida relevancia. Y si no la cobra, todavía mejor : al cabo, cada cual abriga sus ideas y sus sueños allá donde va, y en tanto la vida es realmente vida, ¿no nos merecemos todos un ámbito de pensamiento libre?
Y baste por ahora, que muchas tareas me apremian. Gracias a todos, y que el 2014 sea año de más luces y menos sombras.
Creo que no sólo la arqueología, sino también -y hasta puede que aún más- la neuro-arqueología, esto es, el estudio del cerebro humano a partir de cráneos de homínidos y ancestros diversos, incluidos los neandertales, arrojará nueva luz sobre estas cuestiones. Es cuestión de más afinados avances de la ciencia, y también como decía arriba de una nueva y más «generosa» visión del pasado, de nuevos paradigmas.
Es clave el estudio del ADN. Y han de ser claves los venideros descubrimientos.
Todos ustedes saben sin duda que el nombre «neandertal» nos viene del mismo nombre de un valle en la actual Alemania. Lo que puede que no todos sepan es que en la actualidad se contemplan, además de la especie de nuestros directos y más lineales ancestros, los sapiens «más humanos», que prevalecieron y se han perpetuado, estaban otras especies, las de los neandertales y la de los denisovanos.
Estas tres especies y una cuarta más, aún por identificar del todo, se llegaron a mezclar en cierto grado entre sí, lo que indica que no todo era competencia dura y pura, sino que también se daban casos de apareamientos no forzados.
Estas cuestiones, lector, confieso que me resultan fascinantes.
Recomendaría este libro :
«Palabras en el tiempo». La lucha por el genoma neandertal.
Autor : Carles Lalueza – Fox
Editorial : Crítica. 1ª edición, febrero del 2013