Aquella noche, antes de dormir, había estado releyendo unas páginas de James Cook ( : «Viaje hacia el Polo Sur y alrededor del mundo») y, luego de haber vuelto a sonreír por la evidente errata en las fechas, -errata que luego se comentará, añado por mi parte-, pues en la cita de la versión inglesa se citaban los años del tal «Voyage», y se especificaban : 1772, 1773, 1774 and 1975…
– ¡Caramba, de ser esto cierto, ¿qué hizo Cook entre 1774 y 1975?! Y más : ¿era James Cook un vampiro, capaz de vivir más de 200 años en plenitud de facultades?
Ese comentario hizo para sí mismo la vez primera que reparó en la errata, y sobre ese mismo comentario se demoraba cada vez que la recordaba o, como aquella noche, la releía. «No. Sin duda Cook no era un vampiro ni un longevo en exceso, -muy en exceso-, sino que aquí hay un error de imprenta, una errata : algo que humaniza la edición y (casi) nos deshumaniza a Cook».
Luego, se sumergía en las páginas del «Viaje towards the South Pole…» y se balanceaba en la relectura hasta que estimaba que con las imágenes que sugerían en su mente las palabras del autor, las descripciones gratas de lugares exóticos, -lugares que, en un libro, sólo son una página más cifrada con un número, pero que, en su «imago mundi» evocada por las palabras, eran «reales»…-, o los avatares de la navegación, etcétera, TODO lo ocurrido durante las últimas horas desde el atardecer hasta la llegada del sueño, se confundiría con lo leído antes de dormir.
Y si no se confundían las imágenes vividas con las sólo evocadas, al menos podrían solaparse unas con otras y de ese modo favorecer la gestación de sueños nunca ingratos. ¿Cuántas veces, luego de un día atareado, había tenido pesadillas en sus sueños? ¿Y cuántas otras no le había dicho su maestro de ensoñaciones, -por así llamarlo al bueno de Jonás de Alfara-, : «antes de dormir, procura meditar diez o doce minutos al menos, o si no te es posible eso, que no siempre lo es, lee algo ligero y conocido que aquiete tu mente», cuántas?
– Medita frente al mar siempre que puedas. En calma.
– ¿No es lo mismo mirando las estrellas desde la ventana?
– No. El mar arrulla. Como si fuera un corazón que late inmensamente tendido sobre la tierra. Y las estrellas, en cambio, son tiempo pasado, al cabo, y aunque no lo quieras o ni lo sepas, las estrellas SIEMPRE traen consigo átomos de tiempo. Infinitos átomos de un tiempo infinito.
Eso me dijo un día mi maestro, mientras que Mara, su eterna compañera, parecía ausente, lo que en ella era ya un hábito tan adquirido y arraigado que formaba parte de su natural saber estar. Lo que no significaba en absoluto que estuviera realmente ausente : de tarde en tarde, alguna vez, hacía alguna observación sobre las palabras del de Alfara o sobre mis preguntas, y nos quedaba bien claro que seguía cuanto hablábamos con atención deliberada. Tardé tiempo en descubrir las grandes ventajas de meditar frente al mar, pero cuando alcancé a medir sus efectos, esa costumbre tomó tanta fuerza en mí como la de leer algo ligero antes de dormir .
¿Es por eso – me pregunto aquí- que aquella noche tuve sueños de grandes veleros del siglo XVIII y creí haber visitado lugares donde jamás estaría con mi ser físico? No lo sé. ¡Si tan siquiera sé si ahora soy yo, o soy él, que esto escribe!
Pero no importe eso aquí, que es cosa que a otro lugar pertenece. Importe sólo esto : Medita frente al mar. Hasta que se encalme tu interior marejada y cesen un tanto estas crisis del ánimo, medita, medita frente al mar.
1772, 1773, 1774 and ¡1975! : Algunas erratas, ¡cómo humanizan a los libros impresos!
El título completo de la edición en inglés :
«A voyage towards the South Pole and round the world : performed in His Majesty’s ships the Resolution and the Adventure, in the years 1772, 1773, 1774 and 1975 written by James Cook.»
La traducción del inglés : Manuel Ortega y Gasset.
Espasa Libros, Barcelona, 2012
Don Manuel: mis mayores meditaciones se produjeron hace más de una década cuando surcaba los mares a bordo de una compañía de cruceros. Aclaro que trabajaba y disfrutaba, o sea, no era pasajero. Entre la curva del suelo y bajo el firmamento sentí que me atraía todo el universo. El mar y el espacio unidos. Dormía a pierna suelta, con el vaivén de un camarote que tenía, para más inri, ojo de buey. Saludos cordiales.
Me ha encantado cuando dices a que le errata humaniza al libro y deshumaniza a Cook, me ha hecho reír. El mar me queda muy lejos… pero tengo su sonido hasta que regrese.
Gracias por los consejos.
Dice la RAE: Meditar: «Aplicar con profunda atención el pensamiento a la consideración de algo, o discernir sobre los medios de conocerlo o conseguirlo».
A mí me resulta grato contemplar el mar y oír el rumor de las olas, surjan o no pensamientos. Simplemente trato de disfrutar de esa maravilla que supone el contacto con la Naturaleza.
Saludos cordiales y gracias por sus escritos.
Rafael
Muchas gracias por su comentario, estimado señor. Es cierto cuanto usted me recuerda sobre el valor que la RAE da al verbo meditar, pero a mi juicio, deberá plantearse antes o menos tarde ampliar su sentido con una acepción más amplia : aquella que contempla el acto de concentrarse uno en la propia respiración, en la postura ( o «asana» ) adecuada y el lugar más oportuno, con el fin de aquietar la mente, como medio o «puente» hacia más exigentes logros. Estoy seguro de que sabe usted perfectamente de qué le hablo. Cordialmente siempre, Manuel.