Los sueños, ¿velan, o revelan? Se usa aquí «revelar» en su sentido más directo de «quitar el velo», y no en ese otro, que se deduce del valor tan general del prefijo castellano re-, y que le hace significar «velar doblemente, volver a velar». Y la cuestión inicialmente planteada sobre si los sueños velan o revelan queda así en pie en su sentido más directo y unívoco : un sueño puede tanto «velar», esto es, ocultar una cosa, como «des-velarla» o revelarla, esto es, mostrarnos cómo es la cosa.
Un inciso, sólo para curiosos : ese libro que se titula «Isis sin velo», y que cae de lleno en la corriente del pensamiento teosófico que propagó la señora Helena P. Blavatsky, cuyo título en inglés ( «Isis Unveiled») resulta tan inequívoco como su traducción española, ese libro que se publica inicialmente en 1877, y que ya anuncia la consolidación de la Teosofía, «ciencia» de la que la «La doctrina secreta» es algo así como su Biblia, no carece (aún) del todo de interés, y ES EN CIERTO SENTIDO UN LIBRO SOÑADO. Volveremos sobre esta cuestión en otros textos, cuando abordemos el sentido de los sueños en relación con la muerte y desde el punto de vista del budismo más ortodoxo, que para un servidor de ustedes es el Dalai Lama.
Volviendo a la pregunta inicial, y sin ánimo de caer en juegos de palabras, podríamos apuntar que «los sueños son velos que revelan.» Despejemos la aparente paradoja : ¿acaso todo velo, al tratar de tapar u ocultar algo, no está ya des-velando la naturaleza secreta de ese algo? Saber que algo tiene en sí una naturaleza secreta, es ya una revelación acerca de ese algo : nos avisa, nos previene y, tal vez, nos predispone a tratar de esclarecer ese tal secreto. Pero el camino que queremos seguir hoy en este texto tampoco va por esos derroteros, pues la naturaleza «veladora» a la vez que «reveladora» de los sueños deberá ser cimentada sobre otros varios textos, autores, ejemplos y casos que, sin duda para nosotros, pondrán a gran parte de nuestros lectores en la pista fiable de lo que tratamos de explicar con esa primera pregunta de si son o no son los sueños como velos. Y si lo son, con qué modo de velar nos topamos.
Antes de seguir, esto : «velar», en su etimología, procede del latín «vigilare», que significa básicamente «estar atento, permanecer en vela». «Vela», en este sentido, es «vigilia» y no hay que confundir este valor de «vela» con las velas, el velamen de un navío.
Íbamos nosotros ahora a dejar planteado algo que tiene que ver con cosas ya expuetas en textos anteriores : el hecho de que puedan solaparse «cosas» (id est : realidades) como la vigilia y lo que despiertos vivenciamos y el dormir y lo que dormidos soñamos o «ensoñamos». Y para no extendernos más de la cuenta, leamos esto que sigue :
Hay un fenómeno bastante común que se conoce como sinestesia. Dice David Eagleman en un libro que se publicó en inglés en el 2011 y que se ha traducido al castellano en febrero del 2013, y que más abajo citaremos, que «Las percepciones sinestésicas son involuntarias, automáticas y consecuentes a lo largo del tiempo.» (pág. 100 de la obra que abajo se citará). Luego, en la página siguiente, habla de unos tipos de sinestesias que llama «sinestesia de secuencia espacial». Estos sinestésicos son individuos que «visualizan» el tiempo, y a quienes poseen esta capacidad «les resulta muy difícil entender cómo la gente puede vivir SIN visualizar el tiempo.» (pág. 101 de la obra que luego cito).
Dicen también que uno de estos fenómenos sinestésicos más común es el de percibir los días de la semana en color, y le sigue el ver letras y números de colores. «Pueden saborear palabras, oír colores, percibir las líneas numéricas en formas tridimensionales, y experimentar las letras y los números como si tuvieran sexo y personalidad.» Cito de nuevo de la página 100, y con la pronta referencia del libro de D. Eagleman daré la indicación cibernética precisa que el autor ofrece para que cada cual pueda, por su cuenta, averiguar ( o «desvelar»…) si tiene o no algún tipo de sinestesia. Porque es el caso que podemos vivir toda nuestra vida sin ser conscientes de que tenemos una o varias formas de sinestesias.
Bien, y llegamos hoy al final : en los sueños se producen fenómenos de sinestesia con la vigilia, y también de solapamientos de unos sueños con otros, a veces «soñamos dentro de otro sueño», otras veces despertamos de un sueño que sólo al despertar reconocemos como tal, esto es, que mientras estábamos en el sueño creíamos estar despiertos. ( Ojo : no se confunda esto con lo que se llama «sueño lúcido», que es cuando soñamos y, soñando, sabemos que estamos en el seno del ensoñar, en un sueño…). Los fenómenos de sinestesia que se suelen dar en los sueños son a veces tan gratos que uno lamenta haber despertado, y otras veces al revés : sólo al despertar salimos de un «pequeño infierno altamente personalizado». Seguiremos con estas cosas.
El dato bibliográfico antes prometido :
Obra.- «INCÓGNITO. Las vidas secretas del cerebro»
Autor.- David M. Eagleman.
Edición en español.- ANAGRAMA, Colección Argumentos. Barcelona.
Fecha de la versión española.- Febrero, 2013.
Traducción de Damià Alou.
Y en cuanto a la «indicación cibernética» (se me permita la expresión) que prometía antes, es esta:
¿Cree que podría tener sinestesia? Haga las pruebas gratuitas online en :
http://www.synesthete.org. Véase Eagleman et al., «A standardized test for the study of synesthesia.»
Esa es la Nota 6, en la página 284, del libro citado.
Gracias.
Usted -supongamos- duda de estas cosas de la percepción sinestésica. Bien. Trata de imaginar, en una zona de aparcamientos donde hay espacio, su propio coche. ¿Podría mentalmente «ver» dónde está la puerta delantera izquierda, el volante, el maletero, las ruedas…? Como en otro comentario similar que aparece en el libro de D. M. Eagleman, trataré de poner más ejemplos.
Cuando un sueño que «vela» u oculta algo se nos hace patente o revelador a través de otro sueño, o eventualmente a través de una correcta interpretación, dicho sueño pasa de velar a revelar algo.
Otras veces los sueños de manera directa pueden revelar cosas al soñador. El ejemplo del sueño de Kekulé y su desciframiento de la estructura del benceno es ya clásico.
Es muy interesante lo que se menciona de si existe un posible «despertar» a eso que llamamos sueños, si no es más que la continuación de una «conciencia» libre o un soliloquio de imágenes que intercambiamos con nosotros mismo mientras dormimos… En los sueños también hablamos con otros, cambiamos espacios y nos revelamos partes de nosotros mismo que no conocemos. Es cierto que todo parece cada vez la misma cosa… Para mí es extraño…
En poemas de Gustavo Adolfo Bécquer, en no pocas de sus Rimas, se aborda el tema del sueño. Pero ahora, y retomando lo que dices en tu comentario, te remitiría a la Rima LXXV, que acaba con esta estrofa :
«Yo no sé si ese mundo de visiones
vive fuera o va dentro de nosotros.
Pero sé que conozco a muchas gentes
a quienes no conozco.»
Y ya puestos en este aspecto del tema. los sueños y los poetas, no está de más recodar dos cosas : la una, que los románticos en general, y los románticos alemanes en particular, dieron una notable importancia al tema y, conectando con eso, que a través de Heine, nuestro G. A. Bécquer estaba muy cerca de dicha sensibilidad.
El tema, como se ve apenas se detiene uno un poco en él, es de gran calado pues…, ¿cómo olvidar a nuestro Antonio Machado, al hablar de su obra poética y de los sueños en ella?
A veces me pregunto si acaso el poeta no es, muchas veces, un tipo muy particular de «durmiente en vigilia», lo que no estaría en contradicción con la raíz misma (de las lenguas ide.) de la palabra «sueño», que es SWEP.-, de donde el sánscrito «svápiti : duerme», «svapna : sueño». Y con sufijos: 1) -os el latín «sopor», en el sentido de «sueño profundo», y 2) -no (swep-no : somnus) y el griego YPNOS, que sería de la misma familia.
De todos los tipos de sueños que más despiertan mi interés son los que llamo «sueños de conocimiento», que son aquellos que nos revelan o anticipan cosas, los «sueños creativos», que son los que generan en quienes los tienen acciones que conducen a la realización de obras, y los «sueños de curación», tan practicados en la Antigüedad por griegos y egipcios, sobre todo los griegos, que tenían templos expresamente dedicados a la incubación de sueños para curar determinadas dolencias. Sé que hay también «sueños proféticos», como los que se describen en libros de La Biblia o como los que relata un fundador casi de nuestra época, y están publicados en un libro («Los sueños de Don Bosco»), de los que el fundador de una orden religiosa destaca el que denomina «el sueño de los 9 años», un sueño que tuvo a esa edad y donde se le pronosticó un futuro acto fundador.
Un sueño de conocimiento le hizo al químico ruso Kekulé desentrañar la estructura del benceno, que se le había atascado; uno creativo dio lugar a la obra tan conocida de «El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde». Esa, entre otras muchas obras, literarias y no literarias, que «nacen primero» en sueños de sus autores. Y el doctor C. G. Jung refiere en su obra casos clínicos tratados por él donde algunos pacientes evitaron daños irreparables gracias a sueños que tuvieron.