¿Son los sueños en ocasiones «sentidos de un sinsentido»? Empiezo de manera un tanto abrupta con esta pregunta por dos razones : la primera, dar una muy fiable pista acerca del significado que queremos dar al título de esta entrada; y la segunda y principal : queremos dejar desde en inicio ya clara constancia de cómo tratamos nosotros de entender el sentido, el significado intrínseco de lo que se sueña. Porque se parte de la base de que en el seno de la vida en general, tanto humana como la que se extiende más allá de los límites de los humano, nada hay que carezca de sentido. TODO TIENE SU PROPIA RAZÓN DE SER.
La razón de ser una cosa, de un fenómeno o de un proceso cualquiera, es ya su sentido, contiene en sí necesariamente su sentido. Incluso eso que llamamos CAOS ( y que posiblemente no lo sea; quiero decir que puede que lo que vemos o percibimos como caótico posea un «modo de orden» a nosotros, hoy por hoy, oculto) tiene «sentido». Desde ese punto de vista, lo que se ha llamado «el sinsentido» no sería en realidad un verdadero «algo carente de sentido», sino un «algo cuyo sentido no nos es accesible». Y dichas estas cosas, vayamos a ciertos posibles sentidos de esos sueños que a primera vista se nos aparecen, en el recuerdo de los mismos, (cuando tal recuerdo se nos hace posible, lo que no siempre ocurre), como carentes de significado posible por su incoherencias o por sus «absurdos implícitos», o quizá también por sus propios contenidos que nuestra habitual moral rechaza, con elementos oníricos como el de los asesinatos, el incesto, los actos físicos «imposibles» en la vida de vigilia…, etc.
Ese tipo de sueños en principio bien pueden ser vistos como procesos mentales inconscientes, no deliberados ni regidos por nuestra voluntad, que en sí mismos están ya acercándonos a darle un sentido ( : el que fuere ) a lo que «ab initio» habíamos concebido como un sinsentido. Para ver esto mejor, atendamos a unas palabras de ese tan notable sabio y estudioso que es C. G. JUNG :
«En las ciencias de la naturaleza es una regla de juego invariable el dar por conocido el objeto sólo si la investigación sabe decir algo científicamente válido sobre él. En este sentido, sólo es válido lo que se puede probar con hechos. /…/ En las ciencias de la naturaleza la pregunta por la substancia de lo observado sólo es posible allí donde hay un punto arquimédico exterior. Para la psique falta tal punto de observación exterior, porque sólo la psique puede observar a la psique. /…/ Pero no está en absoluto excluido que la física atómica del futuro nos proporcione, por fin, ese punto arquimédico.» (Pág. 191 del Preámbulo del capítulo 8 del vol. 9/1 de las Obras Completas de C.G. JUNG. Editorial TROTTA, 2ª edición, 2010).
La observación de Jung sobre la posibilidad de que el avance del estudio de «la física atómica del futuro», lo que hoy constituye la mecánica cuántica o lo que se centra en el estudio de las partículas sub-atómicas, es de notable agudeza. No olvidemos que Jung estuvo bastante en contacto con los estudiosos de su época de esa novedosa rama del saber científico, donde hay nombres hay tan reconocidos ya como Pauli, Heisenberg, y otros.
Tan acertado está Jung, a nuestro «lego entender», en su observación, que si acuden ustedes a un libro de Roger Penrose publicado en 1989 en la Oxford University Press, ( su título originario : «The Emperor’s New Mind». Ha sido traducido castellano por Javier García Sanz en 1991, año en que se editó en Grijalbo Mondadori. Cito por la versión castellana.), en la página 525 cita un fragmento de una carta de Einstein donde se pone de manifiesto la no necesaria verbalidad del pensamiento : no nos es necesario el lenguaje, el uso de palabras, para pensar. Esto escribió Einstein :
«… Las palabras o el lenguaje, ya sea escrito o hablado, no parecen jugar ningún papel en mi mecanismo de pensamiento.»
Y en la misma página ya dicha antes ( : 525) se cita a un genetista, Francis Galton, quien escribe lo que sigue :
«… no pienso tan fácilmente en palabras como en otras formas.» Y a continuación explica el eminente estudioso de la genética las dificultades que encuentra cuando, teniendo una idea muy clara y nítida de algún tema, puede llegar a resultar obscuro y difícil de entender para los demás al tratar de exponer ( ¿diríamos aquí mejor «traducir»?) sus pensamientos con palabras y frases verbales.
La cuestión ahora es : ¿No ocurre algo así como muchas imágenes oníricas? ¿Y qué decir del arte, sobre todo del arte pictórico «no figurativo», esto es, ese que algunos llaman «abstracto»? ¿No será que hay «sueños de/con palabras» y también «sueños sin palabras». Parecerá un mal chiste lo que voy a decir aquí : que hay «chistes sin palabras» que a veces nos hacen sonreír con mayor intensidad que muchos de los «chistes verbalizados». ¿No habrá muchos sueños que no sean sino pensamientos no verbalizables, ideas de imposible traducción a palabras? Visto esto así, hay sinsentidos que están plenos de sentido.
El libro de Roger Penrose que se ha citado antes se puede adquirir en la colección de la misma editorial «Mitos bolsillo», por la que cito, y que se publicó por Grijalbo Mondadori el 25 de marzo de 1999.
La intuición de Jung acerca del papel del futuro «afinamiento» ( o si lo prefieren, «refinamiento» ) de los métodos científicos en manos de los fisicos de la cosa cuántica y sus conexiones con lo mental, sobre ser un gran acierto, tenía ya en su momento suficiente base «real» para que se tomara en serio tal posibilidad : en 1945 muchas cuestiones cuánticas y muy notables «paradojas» de la física de partículas estaban ya sobre el tapete de la mesa de los estudiosos de estas materias.
Una hipótesis : el «solapamiento» ( : ¿ o es mejor «dualidad»? ) ONDA/PARTÍCULA es tan real en la naturaleza de la mecánica cuántica como lo es el solapamiento de VIGILIA/SUEÑO en la naturaleza de la vida humana.
¿Explicaría esto una serie de «paradojas» y de fenómenos que suelen darse y parecen «inexplicables» e insólitos?
No lo sé con entera seguridad, albergo tantas dudas como desconocimientos : sobre las materias en sí que estudian estos temas, empezando por el conocimiento del cerebro humano ( y de «su producto» : la mente ).
La imagen que ven al inicio de esta entrada es un óleo de Marc Chagall, titulado «El circo azul». Chagall vivió entre 1887 y 1985, con lo que casi alcanzó a lo largo de su vida los cien años.
Nota.- Comprueben ustedes las fechas que doy, pues escribo de memoria. Y a mis 69 años empeñados en invertir esos dígitos y convertirse en 96, me doy cuenta de que es cuestión de muy poco tiempo que quienes un día hablen de nosotros pongan junto a nuestros nombres un par de cifras, y sobre ello, que a medida que el tiempo se aleja de la cifra primera y se acerca a la segunda, la memoria crece en cosas a la vez que mengua en otras cosas, conque…, por favor, comprueben esas fechas… Gracias.
Acaben aquí mis propios comentarios : el texto de hoy quiere ser un homenaje precisamente a Marc CHAGALL, que falleció el 28 de marzo de 1985. El próximo 28 de marzo se cumplirán 28 años del «solapamiento» de la vida con la muerte en ese singular pintor francés de origen ruso.
Curioso : leo en un libro reciente que trata del cerebro, de la mente, del lenguaje… : «¿Cómo voy a saber lo que pienso si todavía no lo he dicho?»
Otro de los ejemplos más comunes de esta posible zona de «sinsentido», es cuando estamos tristes / alegres / melancólicos… etc. y aparentemente no hay motivo o no sabemos identificar por qué nos sentimos así. Quizás días más tarde, o incluso en el mismo día se revelan cosas que o bien «anteceden» o «preceden» el sentimiento que te ha embargado todo el día… Existe un vacío a la hora de identificar qué nos pasa y más tarde, un «sinsentido» al no entender por qué se llora o se ríe. Extraño.
Hola de nuevo :
Hay un estudio de Albert Bèguin, titulado «El alma romántica y el sueño» que está en el Fondo de Cultura Económica (debió llamarse «ecuménica», pero un error de imprenta, allá en sus lejanos orígenes, hizo que se formalizara lo de «económica»), que es de gran interés.