De toda persona aficionada al estudio de los sueños es sabido que uno de sus aspectos más populares es el que se refiere a su interpretación. Este interés no es nuevo, sino que nos viene desde los inicios mismos de nuestra cultura, entendiendo (ahora y aquí : no se puede generalizar en exceso) por «nuestra» la cultura, o por ser más exactos, las culturas, en plural, de los seres humanos. Desde Alaska a los pueblos dogones, desde el continente americano a las tradiciones de pueblos dispersos en numerosas islas del océano Pacífico, entre las tribus de las praderas del Far West o entre las de las cuencas de los ríos de la Amazonía. O sea, siempre y en todo lugar, el ser humano se ha interesado por el posible significado de lo que sueña.
Hablando de los manuales al uso que se corresponden con tal interés, una persona sabia y de gran valía escribió esto que reproducimos a continuación :
«Son manuales de sueños repletos de interesantes reliquias de la astrología y de otras ciencias antiguas : la idea, por ejemplo, que asocia la suerte a la mano derecha o a la izquierda, es una supervivencia de una ciencia religiosa llamada «augurio», que predecía el futuro mediante la observación del vuelo de los pájaros; el que éstos aparecieran a la derecha o a la izquierda marcaba la diferencia entre la buena y la mala suerte. La creencia respecto de los sueños soñados el viernes por la noche probablemente es de origen judío : el «sabbat» empezaba al anochecer del viernes, de ahí que un sueño soñado esa noche no podía ser obra de demonios.»
( Robert Graves, «El sentido de los sueños». Ediciones Península. 1ª edición de junio del 2007. La cita que acabo de reproducir puede leerse en el capítulo 1, titulado «Teorías del pasado hasta Freud»).
El libro de R. Graves tiene un enorme interés. Es una obra sin pretensiones, y pese a ser obra de juventud (se publicó por primera vez en Londres en 1924) anuncia ya al creador y erudito que iba a ser el autor de «Yo, Claudio», -primera parte de un díptico que llegó a ser emitido en capítulos por la tve-, y autor también de su estupendo ensayo «La Diosa Blanca». En esta obra suya sobre el sentido de los sueños pone ante los lectores un documento de sumo interés, como se acaba de señalar.Roberto Graves contempla tanto el pasado como la modernidad, dice cosas tan notables como el que el poeta J. Keats… : «Fue también en el estado onírico cuando le sobrevino el presentimiento, no aún la certeza, de que estaba destinado a morir de tuberculosis, una enfermedad en aquel entonces incurable…» (pág. 105 del libro citado de R. G.). Entre otras muy interesantes observaciones.
Al inicio de su obra Graves explica la razón de que muchas personas desdeñen y hasta se burlen de quienes creen que los sueños puedan tener significados, y significados o sentidos que puedan ser o llegar a ser interpretados de una forma bastante aceptable para toda mente abierta y a la vez lógica y observadora, y por lo tanto sea un día posible integrarlos de alguna manera en nuestro hacer y vivir personal y diario sin establecer esa tenaz línea divisoria entre lo que soñamos y lo que podemos pesar, tocar, guardar o perder durante la vida de vigilia, cuando estamos despiertos.
Personalmente, y como espero poder razonar ante ustedes desde este mismo foro de los blogs de «La Opinión de Málaga», voy quizá un poco más allá : porque creo que es demostrable que del mismo modo que en el ámbito de la física de partículas pueden de algún modo llegar a «solaparse» el estado de éstas, las partículas, que se nos presentan ya como «ondas» ya de manera «corpuscular», también los estados de vigilia llegan a solaparse con los oníricos aun cuando no siempre seamos capaces de percatarnos de ello. tales solapamientos sólo son una mostración más de que «TODO ESTÁ EN TODO». Es el sentido holístico de la existencia : formamos parte de un todo, y por mucho que nos empecinemos en establecer «parcelas» tanto en nuestra actividad diaria como en la vida en general, LOS SERES NO SOMOS PARCELABLES.
Añadiría una metáfora : despiertos, estamos en tierra firme; dormidos, navegamos mares ignotos. Conque…, ¡aprendamos a navegar!
Las obras poéticas, en un sentido muy general, suelen tener una honda resonancia que trasciende la estricta vida de la vigilia y se adentra, a veces de formas insospechadas, en los ámbitos oníricos. ¿Qué poeta no es en el fondo un «soñador de palabras»? (Lo que no quita que puedan ser, a la vez, personas con un alto sentido de las cosas que llamamos «prácticas»; quiero decir : poesía no se contrapone a praxis).
Como en otras ocasiones he comentado, los libros sobre interpretación de los sueños del tipo que son el del griego (Siglo II de C.) Artemidoro de Daldis ( o de Éfeso) o del tipo del de S. Freud, ambos de título idéntico : «la interpretación de los sueños» ( en griego el primero, en alemán el segundo, como es obvio), SÍ SON VALIOSOS e interesantes. Esos, y otros similares a esos, que no es preciso citar ahora.
Sin embargo, la inmensa mayoría de los libros que suelen presentarse como glosarios o diccionarios de palabras donde se interpretan los sueños y se titulan algo así como «El significado de los sueños» y (en orden alfabético) se pone qué signifique soñar con una paloma, con una serpiente, con agua, con madre, con… y muchas palabras más, SON INNECESARIOS.
En su lugar, acudan a DICCIONARIOS DE SÍMBOLOS.
Como mucho, el valor que pueden tener libros del tipo que hemos considerado innecesario es de HISTORIA DE LA CULTURA EN LA SOCIEDAD : si comparamos el glosario de palabras que usa Artemidoro en su obra con los que usan autores actuales, tendremos una especie de mínima «radiografía léxica» de los intereses de fondo de cada época cultural. Acudan, así, a un libro de Emilio Salas, titulado «El gran libro de los sueños» (Ediciones Martínez Roca, 1987), y cotejen lo que sugiero. El libro de Emilio Salas, a diferencia de otros «glosarios de sueños», tiene cierto interés.
Un aspecto que no hemos tocado y tiene enorme interés : Los sueños como instrumentos de terapia, o la terapia a través de los sueños. Ahí, por lo menos habría que hacer notar dos vertientes : la que desarrolló LUIS CENCILLO en su obra, donde aborda el factor terápico de los sueños, y la Historia de los sueños como instrumentos de terapias organizadas : entre los antiguos griegos, en templos como el de EPIDAURO, en la Grecia Clásica, donde en un templo dedicado a ASCLEPIOS ( O ESCULAPIO, Dios de la Medicina), unos sacerdotes se dedicaban a curar dolencias a través de los sueños.
En la actualidad, la moderna PSIQUIATRÍA sigue usando los sueños, cuando ello es preciso, como un elemento de análisis de dolencias de tipo nervioso, conductual, psicológico…etc.
Es algo muy curioso que quienes padezcan de narcolepsia suelan tener sueños muy vívidos y con facilidad los recuerden al menos durante un tiempo.
Aquí debe valer lo que se dicen de que «no existen en realidad enfermedades, sino enfermos», pues en mi caso particular, que tengo ese padecimiento (aunque ya bastante controlado : con fármacos ), los síntomas no sólo varían de un caso a otro, sino que paso por fases diferentes y, sobre todo, no me suelen valer los estimulantes sino, los fármacos relajantes y antidepresivos…
Nota.- Donde digo, ahí arriba, : «… que tengo ese padecimiento (aunque bastante controlado… etc.», en realidad NO HABLO DE MÍ, que no lo tengo. Hablo de una persona con quien hablaba de estas cosas y cuyo caso, ( muy leve, no agudo ), me interesaba y seguía, por amistad sobre todo pero también por curiosidad pues siempre las cosas relacionadas con trastornos del sueño del tipo que sean. En algún momento me identifiqué con la persona _ en Paz esté_ y hablé de mí.
Queda así aclarado el posible equívoco. Gracias.