En anteriores ocasiones hemos hablado de la salvia divinorum, una planta común entre cuyas propiedades está la de inducir a un tipo de sueño que solemos llamar «lúcido», porque en su transcurso, en el tiempo en que estamos soñando. somos conscientes de estar soñando : Sabemos que estamos soñando.
Este fenómeno del sueño lúcido puede lograrse sin necesidad de acudir a ningún tipo de infusiones ni plantas, sino con técnicas específicas como las que explica el investigador Stephen LaBerge en su «Curso de sueños lúcidos», obra que puede cualquier lector bajarse de la Red de manera (aún : no sabemos cuánto durarán esta gratuidad) libre y gratuita.
Antes de aventurarse a usar del tipo de salvia nombrado ahí al inicio de este texto, bueno será y muy conveniente que todo lector se informe debidamente de qué partes y usos de la planta están legalmente autorizados, cuáles son sus efectos, qué tipo de experiencias deben rechazarse o, por lo menos, no abordarlas a solas, sino con persona cualificada que nos sea algo así como «la conexión fiable» con la realidad habitual, y, en fin, no actuar a la ligera para evitar «malos viajes» o experiencias poco agradables.
Aparte de esas cosas, lo que ahora se quiere aquí tratar es lo que sigue :
La vida onírica y la vida de vigilia no se interrumpen nunca, salvo si uno muere. Queremos decir que al despertar una parte de nuestro ser continúa activo en el soñar. Es como si fuéramos dos, o como si tuviéramos «un doble onírico», no necesariamente conectado al «ego», el «yo» que nos es propio de la vida de la vigilia y con el que realizamos conscientemente ( por lo general : hacemos más actos inconscientes de los que creemos; si nos sometiéramos a un somero análisis por personas expertas, nos sorprendería tal vez la gran cantidad de cosas que hacemos de manera no consciente, y por supuesto estando despiertos. Pero eso es otra cuestión) las cosas de nuestro día a día.
Esta realidad del «otro yo», del «doble personal» del sueño, o como lo queramos llamar, es algo que la humanidad sabe desde tiempo inmemorial y que, como muchos antropólogos han constatado, es parte de un saber ancestral que pervive en muchas tribus de África (como los «agni» o habitantes lacustres de la Costa de Marfil, o los yoruba), de América del Sur (como los yanomami, en las selvas del Amazonas), o en esas tribus que estudiara en su día Kilton Stewart en la década de los años 30 del pasado siglo XX y que viven en las montañas de zonas, salvajes todavía en gran medida, de Asia. En gran medida el chamanismo actúa con esa «herramienta», por así decirlo, del «doble onírico». La bibliografía al respecto es muy amplia, y ahora no se va a incidir otra vez en todo eso, porque lo que queremos sobre todo es remarcar lo que sigue :
Aunque existen métodos naturales en la Botánica para acceder a esas experiencias con el soñar, en especial esa «flor del sueño» que arriba reproducimos, no hay más hermosa y válida y valiosa Flor del Sueño que la que se puede lograr personalmente por medio de un constante entrenamiento de la voluntad y también del propio espíritu. Hacerlo, lograr eso, da a nuestra vidas una tal riqueza e intensidad que son muchas las cosas que pierden el valor que falsamente se les suele dar, y en su lugar aparecen otras muy valiosas que están en nuestro interior sólo que dormidas. Profundamente dormidas. Ah, y esto : todo eso puede lograrse sin por ello perder pie en nuestro cotidiano hacer y en nuestra labor diaria, sea la que sea. Que aunque «tempus fugit» y aunque «vita brevis est», lo que está al alcance de nuestra mano es mucho más de lo que solemos pensar… ¿Quién se anima a probar? Seguiremos hablando de estas cosas. Gracias.
Este curioso dualismo del ser humano está tratado con brevedad y bastante claridad por Marc Augé en un libro que antes se ha recomendado en otras ocasiones : «La guerra de los sueños. Ejercicios de etano-ficción». GEDISA Editorial, Barcelona, 1998.
El «eco» y el uso de esta realidad en la ficción literaria, en la literatura y en la creatividad artística en general, está muy ampliamente documentado en la Historia de la Literatura y del Arte. ¿Cuántas novelas no han nacido del sueño, cuántos cuadros, cuántas «ficciones»?
Apenas se conozcan más y mejor los mecanismos que gobiernan el paso del estado de vigilia y el onírico, muchas cosas tendrán que modificarse : incluso en la propia legislación penal.
Y además podremos valorar con mayor seguridad gran cantidad de obras de arte, no sólo actos humanos corrientes y del día a día.