La manera como una cultura concibe eso que en general llamamos «sueños» y que son los elementos de base de todo el mundo o universo onírico es clave. Hay sobre este tema tantos estudios ya realizados, así como tantas vías abiertas hacia futuras investigaciones, que detenernos en este aspecto sería enojoso para la mayoría de los lectores.
Hoy vamos a ver sólo algunos aspectos que tomamos de unos estudios del antropólogo Marc Augé, y que has sido reunidos en un libro que da título al texto de ahora . «La guerra de los sueños. Ejercicios de etno-ficción», (1ª edición en Gedisa Editorial, Barcelona, marzo de 1998. El original francés, «La guerre des rèves», en Editions du Seuil, es de 1997). Es obra de un extraordinario interés por la visión, en algunos aspectos tan alejada de las occidentales, que una gran mayoría de pueblos indígenas africanos tienen del mundo onírico, de los sueños.
Debemos dejar bien asentado que el hecho de cómo valorar y concebir el mundo de los sueños es independiente del nivel cultural de cada pueblo : comunidades que aún estén, en lo que atañe a su desarrollo industrial, tecnológico, económico…, etc., poco menos que en un estado próximo al de los pueblos europeos del neolítico, pueden estar en lo que al conocimiento y manejo del mundo onírico en estados de desarrollo mucho más avanzados que nosotros, que fabricamos naves espaciales y podemos aventurarnos en submarinos bajo los hielos durante días o que nos proponemos el dominio y los conocimientos de los átomos y sus partículas más evasivas.
Como ya señalara un antropólogo de la década de los años 30 del pasado siglo XX, Kilton Stewart, estudioso del mundo mental de los pueblos senoi, éstos, en lo que al dominio del mundo onírico se refiere, están tan avanzados como nosotros lo estamos en el dominio de la física nuclear. Baste este ejemplo para dar su debido lugar a lo que estamos afirmando, y quede bien claro que muchas veces y la mayoría de ellas por ignorancia podemos incurrir en menosprecio de otros saberes y otras culturas simplemente porque no son como la nuestra, como los nuestros.
En su obra, Marc Augé, profesor de antropología y etnología de L’Êcole des Hautes Études en Ciencias Sociales, muestra cómo en muchos pueblos subsiste la creencia de que los individuos llevamos una especie de «doble vida» que no se interrumpe nunca -salvo por la muerte del cuerpo físico- y que es lo que vivimos estando despiertos, en la vigilia, y lo que vive nuestro «alter ego», por así decirlo ahora, cuando dormimos. Según estas creencias los sueños no se interrumpen al despertar, sino que continúan. Y más : luego de muerto el cuerpo físico, el «doble» ( o «la sombra») del que era un ser vivo, persiste : por esa razón podemos soñar con ellos y comunicarnos con ellos luego de su muerte.
La cuestión ahora es : ¿hasta qué punto todas estas creencias sobre el universo onírico son reales? ¿Pueden o podrán alguna vez ser objeto de estudios contrastables e irrebatibles? En mi opinión, vamos camino de ello : los avances en neurociencia, y las tecnologías (aún incipientes) que permiten que se reproduzcan las imágenes de nuestros pensamientos, apuntan a que sí, será un día posible ese logro. Lo que no sabremos hasta haber llegado a ese avance es si para la inmensa mayoría significará algo positivo o será motivo de un mayor control de unos muy pocos sobre los muy muchos, o muy muchísimos, si se me permite la expresión. Seguiremos con este tema, del que aún deberemos aclarar bastantes cosas. Gracias, y buen año 2013 a todos.
Dedico este texto de hoy en un modo muy especial a mi hermano Francisco Javier, fallecido en 1989, y tantas veces en guerra con sus sueños… Descansa en paz, Javier, hermano!
Debo rectificar un dato : Francisco Javier Laza Zerón fallece en 1998. Quien cruzó el río de la vida en 1989 fue nuestra madre. Disculpa, Javier. En paz estéis todos!