Dejemos por hoy los temas sobre ese universo que es el mundo onírico, del que tanto aún nos queda por apuntar, y recordemos de nuevo a Johannes Kepler, nacido un día 27 de diciembre : celebremos así ese nacimiento y, con él, todo lo que trajo a la Ciencia este ilustre astrónomo y matemático alemán. Y hagámoslo en un texto de los más breves posible.
Kepler, que inicialmente quiso mostrar que las órbitas de los planetas en torno al sol eran circulares, ya que desde tiempos muy antiguos se pensaba que es el círculo la figura plana más perfecta, no tuvo más remedio que rendirse a lo que su ciencia le decía y estableció que los planetas orbitan en torno a nuestra estrella media llamada «Sol» trazando una elipse. Las órbitas planetarias son, pues elípticas y no circulares.
Kepler formuló tres leyes básicas, las dos primeras en 1609, y la tercera en 1618. El gobierno alemán conmemoró con un sello ( que es el que mostramos en la imagen superior de est e breve texto ) dichas leyes. La importancia de las mismas es más destacable si se nos hace saber que el estudio de ellas, en especial la 3ª y última, permitió a Newton formular su teoría de la gravitación universal. Olvidemos, de paso que decimos esto, ese simpático «mito de la manzana» que, ya madura, cae sobre la cabeza de un estudioso de la Óptica (Newton) meditando o tal vez dormitando bajo un árbol, a la sombra de un manzano.
Un breve apunte, ya que de manzanas se habla : ¿no es curioso la cantidad de mitos que en torno a esta fruta, la manzana, se han ido forjando desde el inicio de nuestra cultura? La manzana del Paraíso, la manzana de la Discordia, la manzana de Newton… Por no extendernos a las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides, que daban la inmortalidad. Los mitos sobre este fruto y. con él, el mismo árbol no son sólo propios de la cristiandad, sino que también están presentes en el mundo céltico. Las manzanas eran frutos propicios para la ciencia, la adivinación, los ritos iniciáticos. Y el manzano sería un árbol entre los dos mundos : el nuestro, donde rigen las leyes de Kepler y la Ley de la Gravitación Universal, y el del «otro lado del río», donde moran los antepasados.
Feliz 27 de diciembre a todos. Gracias.
En el «Diccionario de los Símbolos» de Jean Chevalier y Alain Geerbrandt, publicado en HERDER, hay un breve comentario, bastante completo pese a no ser muy extenso, sobre los simbolismos de la manzana.
Con más detalles y anécdotas curiosas nos trata el tema Hans Biedermann en su «Diccionario de Símbolos», publicado en PAIDÓS.
Y en «El Libro de los Símbolos» (TASCHEN) hay unas muy curiosas reflexiones sobre lo que llamaríamos «magias de las manzanas», a propósito, entre otras cosas, del famoso cuadro de René Magritte. De esto último hablaremos en nuestra próxima entrega, y veremos de poder mostrar a los lectores ese fantástico cuadro, se dice que surrealista, del propio Magritte, donde se contempla una verde manzana que resulta gigante al estar pintada dentro de una cámara, que llena por completo. Hasta entonces, pues.
En algunas de las notas de Kepler a su «Somnium», como por ejemplo la 66, se han visto por algunos especialistas intuiciones de la ley de la gravedad anteriores a Newton, esto,es, pre-newtonianas.
«Defino yo la gravedad como una propiedad parecida a la magnética, una atracción mutua. Ahora bien, esta atracción es mayor entre cuerpos próximos entre sí que entre cuerpos alejados…» ( Pág. 125, nota 66 del libro citado ).
E. Rosen, estudioso de la obra de Kepler, opina que ahí el ilustre astrónomo y matemático ya tenía una idea bastante clara de la noción de la gravitación universal, que luego Isaac Newton (precisamente partiendo de las tres Leyes de Kepler) formularía.