La cuestión sobre qué sea lo real y qué lo solamente imaginado, – e incluso ni eso : lo «irreal» -, nos viene muy de lejos. Ya en esos textos, los Upanishads, que conocemos como Vedanta y que se escribieron entre hace unos 2600 a 2800 años en la India, está planteado el tema de la realidad o irrealidad de los mundos «objetivos» frente a los «subjetivos». ¿Cómo, entonces, queremos que en la actualidad, en un tiempo que es el nuestro de hoy y donde priva lo material sobre lo inmaterial, se valoren como «reales» nuestros sueños? Y sin embargo, lo son. Los sueños son reales.
Curioso : la ciencia física más avanzada, esa que estudia las partículas subatómicas y que comenzó a asentarse en torno al año 1927 con figuras como Heisenberg o el propio Einstein, coinciden en un asombroso grado de proximidad con los antiguos filósofos taoístas y budistas, y no dudan en asegurar, dichos científicos, cosas como que «el mundo no existe en sí mismo; es esencialmente lo que se piensa de él» (son palabras del físico Jean Chapron). Y otro físico no menos cualificado afirma que «la materia no es más que una red de informaciones, un telégrafo espacio – temporal conectado entre los psiquismos». En suma : que la ciencia actual nos viene a decir lo que hace algunos miles de años atrás ya nos decía el Tao.
¿Son los Upanishads, o los textos atribuidos a un enigmático y viejo sabio llamado Lao Tsé, esto es, el Tao, tan «reales» y creíbles en sus afirmaciones como la ciencia física de los «quanta»? ¿Y el sueño, entonces, tiene o no tiene un tipo de realidad tan «firme» como esta mesa donde se asienta este ordenador o como ese cielo con sus estrellas y planetas y ciclos que vemos desde nuestra hermosa Tierra? vayamos más allá : ¿es posible un «tao del sueño»?
Son cosas que vamos a dejar planteadas ahora, en espera de dar término a los temas que hemos tratado antes en torno a Kepler, y que procuraremos poner en este espacio en torno al 27 de este mes (aniversario del nacimiento de Johannes Kepler), y que trataremos de ver más de cerca con textos originarios ante nuestros ojos y para nuestra consideración. Pero nos quedemos con esto : los sueños son «tan» reales como las mesas que tocamos, y las mesas que tocamos a su vez lo son tan «irreales» como las que sólo imaginamos. Y sí : es posible un Tao del Sueño.
Vamos que, siguiendo eso de que «la materia no es más que (…) un telégrafo espacio-temporal conectado entre los psiquismos», dicho antes con palabras del eminente físico Costa de Beauregard, estamos una vez más de lleno con aquello otro que decía Jorge Luis Borges en 1952 y que podemos resumir en estas palabras : la Historia del Mundo es la de una unas cuantas metáforas, y nada más. Cito a Borges ahora muy a la ligera, quiero decir que mi cita no es literal.