El Viaje Onírico

17 Dic

000

"Tres mujeres y tres lobos", de Eugène Grasset

¿Qué clase de hierbas reunía y adobaba Katharina Kepler, madre del ilustre astrónomo, para llegar a tener problemas con los señores inquisidores de la época? En 1615 la represión, la ignorancia y el miedo desencadenó una de aquellas «cazas de brujas» del siglo XVII en casi toda la Europa central y llevó a la hoguera a 5 mujeres en la aldea de Leonberg, – la ciudad natal de Katharina Guldenmann, nombre de soltera de la madre del astrónomo.

Este lamentable espíritu represivo, que hoy llamaríamos como poco «radical y retrógrado», alcanzó a aquella mujer, esposa de Heinrich Kepler y madre de Johannes, persona al parecer nerviosa y dada la fabricación de preparados de hierbas que vendía en saquitos hechos de pellejos de cabra. La alcanzó, y le creó problemas. Y sólo los empeños del hijo, bien situado en la sociedad de su época, (había sido nombrado Matemático Imperial), libraron a la pobre mujer de las acusaciones de una vecina, y aunque estuvo un tiempo encarcelada, logró salir libre : cosa a la verdad insólita, pues era muy raro que cualquier acusación de brujería no acabara, como menos, con el sambenito de por vida, luego de cárceles y hasta torturas.

Hay que decir que el propio Kepler colaboró, involuntariamente, aunque hay que decir que de forma un tanto inconsciente, a la causa que se instruyó contra su madre, pues en medio de aquellos enrarecidos ambientes de «obtusa mentalidad» él no se cortaba un pelo al propagar por escrito, y escrito en latín que era la lengua aún preferida de sabios y también de inquisidores, las habilidades de «maestra en hierbas y cocciones» de Katharina, su madre. Aún no estaba publicado el «Somnium» luego famoso, pero el ilustre matemático y astrónomo hacía correr entre amigos y menos amigos el manuscrito «maldito», confiado tal vez en los no menos excelentes antecesores que tenía la obra del «viaje onírico», tanto en la Antigüedad Clásica como entre sus contemporáneos, desde Cicerón hasta el propio Galileo.

Y en ese manuscrito se leía lo que podría servir a los jueces de su madre como prueba casi concluyente de su culpa, ya que… ¿Y si el hijo se había servido de aquellas pociones para «viajar a la Luna»? Pero : ¿era en realidad hechicera o bruja la madre de Kepler, o era sólo una pobre mujer que se ganaba la vida como sabía, con sus conocimientos de una farmacopea de rostro popular y directo?

Una estupenda experta, tal vez, en enteógenos y otros tipos de combinaciones de hierbas silvestres que, debidamente tratadas y mezcladas, unas veces cocidas y otras no, y en sus dosis idóneas, daban de sí sus poderes naturales, por un lado, y propiciaban por otro la posibilidad de aquella infausta y maliciosa acusación : Catalina era bruja. O por lo menos era muy posible que lo fuera : a los ojos de aquella mentalidad cerrada que aún perduraría algunos siglos.

La cuestión que nos planteamos al principio sigue en pie : ¿realizó Kepler un viaje onírico merced a esos conocimientos de su madre, o simplemente imaginó lo que sus conocimientos de astronomía y sus lecturas también de libros sobre eventuales viajes a la Luna le decían? Trataremos de dar respuesta a esta pregunta : merece la pena. Pero dejemos esto ya bien asentado : los llamados «viajes oníricos» no son meras fantasías, y aunque sean raros o poco frecuentes, se dan. Son. Sin necesidad de diablos.

5 respuestas a «El Viaje Onírico»

  1. Aunque no te lo haya dicho en ocasiones anteriores, quiero que sepas, Manolo, que leerte es un placer y que presumo entre mis amistades o familiares más cercanos de señalarte,entre mis ex-compañeros y amigos, como uno – si no el que más – de los más inteligente que he conocido.

    Que no se quiebre tu pluma es mi mayor deseo.

    P.Luque

    • Y esto, amigo Pepe : que no se pierda nunca el sentido del humor, que por lo que algunos neuro-científicos apuntan, también se cimenta en hábitos sanos. Que se continúe en el tiempo esta amistad y este contacto nuestro desde aquel inolvidable «Pablo Picasso» y hasta hoy, ¿no era acaso impensable hace quince, veinte años? ¡Díganlos aquellas vikingas a las que tú ensañabas en la Escuela Superior de Idiomas!

  2. Estimado Manuel Laza (tengo referencias personales suyas):
    Puedo dar fe de que el tal Kepler no necesitó tomar alguno de los preparados de su madre. Me consta de que «es» persona de una capacidad racional y, al mismo tiempo, imaginativa, como para elaborar los conceptos teóricos que desarrolló.
    Actualmente, en su reciente encarnación, sigue dando muestras de ello; profesional de la electrónica y gran aficionado a estudios sobre Astronomía, así como a la creación de programas informáticos que requieren dominio matemático y estructural.
    Un saludo cordial.
    Angel Baña

  3. Para los sueños lúcidos, hasta no hace mucho, era posible adquirir en herboristerías un tipo de salvia, la «salvia divinarum», que potencia en un sentido muy positivo ciertos procesos oníricos. En la actualidad están prohibidas por ley al igual que otras muchas que antes eran lícitas : en el sentido de «no ilegales», porque «lícitas», siguen siendo todas o casi todas, a mi personal entender.
    Para otros tipos de fenómenos, ya no diría yo que recomendables así sin más, existen distintos tipos de hierbas, y combinaciones de hierbas, que se conocen de manera genérica como «enteógenos», y que (éstas ya de con un sentido lógico) están igualmente prohibidas por la ley.
    ¿Era hierbas así las que sabía recoger por la festividad de San Juan Katharina Kepler, o eran simples remedios contra heridas, pongo por caso?

  4. Gracias, Pepe. Sé que tus palabras son sinceras. Me es grato saber lo que me dices, y yo también espero que nunca me tiemblen los dedos ( es un decir : en su lugar se puede poner que no se quiebre la pluma, pues es cosa del mundo; ¿no decía J. L. Borges que la Historia Universal es una sucesión de unas pocas metáforas? ) y pueda seguir con estos afanes de comentar «en abierto» lo que leo «en cerrado», que no «encerrado»… Un fuerte abrazo.

    En cuanto a usted, estimado Ángel Baña, ¿qué podría decir, sino que no puedo dudar de lo que me dice sobre el actual Johannes Kepler como tampoco me atrevo a creer a ciencia cierta lo de que se haya reencarnado aquel otro que nació allá por un 27 de diciembre de 1571? Y, Sí, ¡Cierto! : Kepler no precisó de poción alguna para elaborar sus teorías ni para formular sus tan famosas Tres Leyes. Pero…, ¿acaso sí para su no menos famoso «Viaje», ese que relata en su Somnium y lleva a cabo su «alter ego» Duracoto? No sé, no lo sé. Sólo imagino posibilidades, pues que no tengo yo referencias personales suyas.
    Gracias por su comentario y ¡ hasta pronto!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *