Utilizo la palabra «magia» en su más estricto sentido etimológico : «poder, tener poder». No se refiere este poder al que se obtiene por las riquezas, o por la importancia dentro de un determinado estatus, ya sea político o militar o incluso profesional. Se trata de un modo de poder que dimana del mismo ser del «individuo – mago» ( olviden ahora a los magos de circo y a los de «cartón-piedra» ).
Una persona que domine de manera muy natural y «suya», (esto es, muy personalizada), algo como el lenguaje, por ejemplo, se acerca a eso que llamo ahora «mago». Un gran orador, capaz de enardecer a sus oyentes, sin previos trucos de publicidad oportunamente diseñados, tiene algo de mago. Un gran escritor, también. Pensemos en obras como algunas grandes cimas de la literatura universal, de esas que sobreviven a los tiempos y a las culturas y sus cambios. Un extraordinario compositor, o cantante, igualmente.
Pero en su sentido más hondo, es «mago» todo aquel que tiene poder sobre sí mismo y sobre las fuerzas naturales, un poder no aprendido sino genuino (aunque puede que además «cultivado», es decir, potenciado con un régimen de vida ad hoc) y un poder que, a los ojos de los demás, resulta innegable pues en él no se ve truco alguno, y también inexplicable, pues uno no entiende cómo puede ser que alguien haga cosas extraordinarias.
Pues bien, en ese sentido, en los sueños a veces tenemos experiencias de esa tal categoría «mágica» que venimos señalando. En sueños podemos volar y dirigir nuestro «cuerpo onírico» a voluntad por el aire, sin estar sometidos a las leyes de la gravedad. En sueños podemos contactar con extraños seres, ya sean casi personas o casi inimaginables animales, y con ellos tener algún tipo de interacción : soñamos con un pájaro que se comunica con nosotros sin palabras, como si lo hiciera, telepática, «mentalmente», y nos dice cosas. Que tales sean «reales» o «imaginarios» no es ahora la cuestión : nuestra mente los concibe.
En sueños algunas personas han descubierto estructuras antes no conocidas del mundo de las cosas : en la química, Kekulé «soñó» la estructura del benceno, que se le resistía en la vigilia. Y él mismo explicó a sus colegas el sueño que le llevó a tal descubrimiento. En sueños «ideamos» obras antes nunca imaginadas que luego en la vigilia se convierten en obras accesibles a la lectura de todos, si es un libro, una novela, un relato, o a la contemplación visual, si es un cuadro, una estatua, incluso un edificio. Los puentes sobre los ríos, posiblemente, fueron «soñados» de algún modo antes de ser realizados. Eso, sin que dejemos de lado que en determinadas partes del planeta, la propia naturaleza «le enseña al hombre» qué es un puente : un árbol caído y establemente quieto que permite cruzar un río en medio de la selva. Pero…, ¿y los puentes en llanos y sobre ríos de extensas sabanas? Pues, ¿y acaso Kepler no dijo haber soñado la superficie de la Luna? O casi : su «Somnium» es una muy curiosa obra que ya comentaremos.
Este poder «mágico» de los sueños, de algunos sueños y de algunas personas, no es algo que se dé todos los días, pero tampoco es algo que no puedan experimentar un gran número de personas, como de hecho ha ocurrido y seguirá sin duda ocurriendo. Que este poder tan alto y especial de los sueños es una realidad, hasta tal punto es cosa cierta y de naturaleza indudable para el ser humano, que no existe ninguna cultura o pueblo que no se haya ocupado de los fenómenos oníricos de alguna manera. Ya sea un pueblo primitivo, ya sea actual; y eso, en toda región y etapa de la evolución de la humanidad : desde la prehistoria ( ahí está el famoso «sueño del chamán» de la cueva francesa de Lascaux ) y hasta hoy, con las escuelas psicoanalíticas diversas, surgidas a raíz de la atención que Freud, Jung y otros comenzaron a darle a los fenómenos oníricos. Seguiremos con estos temas.
La palabra «magia, mago, maga» es de origen indoeuropeo, su raíz es MAGH- , y significa «tener poder». Otras palabras de ese origen es el persa «magus», que pasa al griego «magoi» ( los magos ) y en la tradición de los belenes acudieron al nacimiento de Jesús siguiendo una estrella.
Esta palabra entronca con la también de origen ide. MEG-, de donde «magnus», que significa «grande». Esta conexión deberá ser razonada y argumentada en otro lugar.
Posiblemente Alejandro Magno era, además de «grande» por sus victorias y conquistas, «mago» por su poder sobre sus hombres en el ejército, a los que enardecía para combatir (y vencer) a ejércitos muy superiores en número, aunque nunca en «magia».
Animales y seres «fabulosos» que pudieran haber sido, de algún modo, «soñados» por los seres humanos son, por ejemplo, el unicornio, o los caballos voladores de las «Mil y una noches», hermanos del Clavileño de Cervantes en el Quijote.
¿Y qué decir de las hadas, de los duendes, de los elfos? Porque aquí puede surgir una curiosa pregunta : ¿son algunos mitos, en cierto modo, «sueños»?
Es un tema donde se solapan otros más, y que da de sí más de lo que ahora podemos abarcar. Gracias.
Las cosas «mágicas» que podemos llegar a realizar en sueños son tantas y tan variadas, y se extienden a tantos ámbitos de la actividad humana, que los ejemplos que en el texto de arriba hemos puesto no son sino el extremo mínimo de la punta de un enorme iceberg : porque el mundo onírico constituye una especie de universo aún por descubrir y ser reproducido en «cartas de navegación y mapas fiables».