Llamo ahora «sueños islas» a aquellos que por sí solos tiene tal unidad de sentido que permite tanto su completa interpretación, – sobre todo por parte del propio sujeto que sueña -, como su absoluta independencia con cualquier otro que se haya tenido antes. Son sueños sin vinculación directa con otros sueños, y eso es lo que nos hace llamarlos aquí de ese modo, «sueños islas». Y son sueños que por su propia estructura y contenido nunca aparecen «rotos», no pueden caer en eso que habíamos considerado como un «soñar interrupto».
En este tipo de sueños no es raro que aparezcan personajes que por sus cualidades y aspectos se asemejen a deidades, nos parezcan como angélicos o divinos, y en este sentido se les podría calificar también de «sueños celestes», aludiendo con lo de celestes más que al color, al cielo. Que aunque se suela identificar el cielo con el color celeste, o azul claro…, etc., es cosa de todo sabida que el color del cielo cambia tanto como el de lo que esté bajo él, y quede por él reflejado : cielos morados, casi púrpuras, cielos cobrizos, cielos rosados, o cielos muy oscuros, cuando no completamente negros. ¿Quién no ha visto más de una vez un cielo color plomizo, y ello sin que se divise nube alguna en toda la redondez del horizonte?
Son cielos duros como el acero, pero un cielo de su más típico color, el celeste, es algo digno de desearse y se nos aparece como una callada bendición : así también eso puede pasar con los «sueños islas», en los que conviva el soñador con alguna de esas criaturas celestiales. Pero vayamos a algunos de esos sueños, pues que sólo con los adecuados ejemplos es como suele uno dejar más claramente expresado lo que se quiere transmitir, y lo que en principio leemos como algo que sólo parece teoría, se nos vuelve de pronto plástica visión de algo que sí que se puede ya identificar como cosa también por uno mismo vivenciada. Que los ejemplos son aquí como el cuerpo de la idea.
Unos de los más curiosos tipos de sueños que por su propia naturaleza se deben sacar del común de los sueños que se suelen tener son ésos que tiene algunas personas excepcionales y que unas veces nos es dado conocer, y otras no, son aquellos en los que se sueña, al parecer de manera muy directa, con seres divinales que pertenecen a la misma creencia o credo del soñador y hasta se habla con esos seres o entidades, ya se trate de ángeles, santos, la propia Virgen o su Hijo. De entre esas personas excepcionales voy ahora a referirme, con la adecuada identificación, a Don Bosco, el fundador de una muy especial orden de religiosos. Como de este santo de la Iglesia está publicada la obra donde se refieren sus sueños y se los estudia y clasifica, haré aquí sólo referencia al que el propio Don Bosco llama «sueño de los 9 años», por la edad que tenía él cuando lo soñó, y donde se le anuncia («por una Señora») cuál será su futura actividad en esta vida. Tal sueño sería un ejemplo (posible) de «sueño isla», pues aun cuando luego será seguido de otros muchos sueños de similar carácter profético, éste es el primero y, en su momento y contexto vital, carece de conexión con los que vendrían luego. Además, está separado por su estructura de los «sueños encadenados», o sueños que se continúan una noche tras de otra, que tenía el fundador de la Orden Salesiana. remito al lector interesado en este tema al libro «Los sueños de Don Bosco», de la Editorial CCS, y cuya tercera edición, con Estudio y Notas de Fausto Jiménez, es del año 2002.
De los otros ejemplos que se van a dar en este texto de hoy, no diré los nombres de los soñadores ya que carezco del oportuno consentimiento de las personas que tuvieron tales sueños, conque sólo me limitaré a resumir o narrar los sueños en sí. Esto se hará ya fuera del texto mismo de hoy : en la notas o comentarios que se suelen añadir a estas entradas del blog. En cuando a la imagen con que se ilustra ahora el texto mismo, es de 1877, y representa a una deidad clásica del mundo antiguo. Su inclusión en este texto obedece a una sencilla razón : las «Baales» de la Biblia, las Astartés de algunos textos del Antiguo Testamento, desde determinadas ópticas, bien pueden relacionarse con las habituales «Reinas de los Cielos» de ayer y de hoy y, como veremos, están en la base de algunos «sueños visionarios», ya en nada conectados con los de San Juan Bosco.
«Estaba ya en la zona adonde llevaban a los que en breve pasarían a ser fusilados, de acuerdo con su condena. Una noche soñé que con mi pie derecho pisaba por el cuello y mantenía así sujeta a una enorme serpiente, que tenía rostro humano o casi humano y me miraba llena de ira, en tanto su enorme cuerpo de sierpe se retorcía intentando escapar de la presión de mi pie. Pensé : «Dios mío, ¿cómo puede ser que tenga yo fuerza para tener sujeto a semejante monstruo?» Y entonces miré hacia arriba y vi una Señora que me sonreía y brillaba por sí misma frente a mí. Desperté y entendí que algo me salvaría de mi fatal destino.» Al poco, -me dijo quien este sueño que refiero había tenido-, me comunicaron que se me había conmutado la pena de muerte y se me volvió a llevar a la parte de la cárcel de los demás presos políticos. Meses después
– añadió este singular soñador- salía libre de todo cargo y volvía a mi ciudad.
Valga este sueño como ejemplo de «sueño isla».
Cuando se ha dicho ahí arriba en el texto de entrada que el sueño de los 9 años de Don Bosco es «sueño isla» y que en su contexto vital no tiene conexión con otros, nos estamos ciñendo al momento en que San Juan Bosco tiene el sueño, no a su vida total : en su totalidad de vivencias oníricas, ese sueño sí que está relacionado con otros muchos que vendrían después, y en los que el santo llegaba a ver y hasta hablar con la misma Señora de su sueño de los 9 ó 10 años : la Virgen María, de acuerdo con su credo católico.