Monte Uluru

25 Sep
Monte Uluru, en Australia

Salvando las diferencias, y sólo como un modo de ejemplo aclarador, se podría decir que los sueños son a la vida de vigilia como la pintura impresionista, y en gran parte también la abstracta, lo son a la pintura llamada «realista». Y dado este ejemplo que no quiere ir más allá, volvemos a nuestras habituales sendas sobre este tema, el del mundo onírico, que por cierto también tiene su reflejo en muchas artes y ya no sólo la pintura, sino, pongamos por caso, el cine, por no hablar de la literatura.

El mundo onírico es para nosotros, todavía, un continente por descubrir. En la actualidad se aborda desde ángulos diversos, tan diversos y diferentes como el que se usa en el psicoanálisis, en la interpretación de los sueños desde la perspectiva mística de los sufíes, como modos de terapias diversas  (no las que son objeto de estudio científico por los psicoanalistas, sino otras, que ahora no nos interesan), con fines mánticos o de adivinación, como método de conocimientos : ya sean de cosas pasadas, de cosas presentes pero ocultas, o de cosas futuras, con los adecuados medios técnicos sirven para estudiar el funcionamiento del cerebro humano en ese estado de fase REM cuando dormimos… Y un largo etcétera.

Desde la antigüedad los sueños han sido, a la vez, algo como «una pequeña puerta del alma», y una especie de «puente de conexión entre lo divino o celestial y lo humano o terrenal». En Platón, en muchos textos y hasta libros de la Biblia, en realidad en todas las culturas, desde los más antiguos tiempos, son los sueños protagonistas muy especiales de ideas del mundo, de tendencias, de atención y hasta de estudios centrados en ellos, en lo sueños que tenemos mientras dormimos.

Hoy, y para no cansar demasiado a los lectores, nos vamos a limitar a citar un capítulo de un interés tan especial como relevante : el del caso de ciertos pueblos aborígenes de Australia que centran su mundo espiritual en torno a lo que llaman «la Era del Sueño» o también «el Tiempo del Sueño» y sitúan, como centro espiritual de poder el Monte ULURU, llamado por los occidentales Ayers Rock. Y esto, desde los tiempos prehistóricos. Ellos serán objeto de una breve serie de textos, para nuestra atención, en entradas venideras de este blog. Muchas gracias, señores lectores.

3 respuestas a «Monte Uluru»

  1. Este texto no lleva, propiamente dicho, título. Iba a llamarlo simplemente «Monte Uluru», pero como ese nombre podría haber hecho esperar de posibles lectores otro tipo de escrito, y como llamarlo «Introducción» no me parecía adecuado en su momento, lo he dejado sin título.
    En lo sucesivo, será o servirá como inicio de lo que se diga del «Tiempo o Era de los Sueños» entre los pueblos aborígenes australianos que organizan su vida en torno a todo esto, siendo el monte Uluru su capital «centro de poder».
    Gracias.

  2. La edición de Donni Hakanson, «La Era del Sueño», en Integral, con Prólogo de una narradora aborigen australiana, Pauline E. McLeod, es muy interesante. Contiene unas cartas, se supone que «oraculares», con bellas reproducciones de pinturas antiguas de los aborígenes y relatos de los mitos de aquellas tierras.
    El texto en inglés del «Oracle of the Dreamtime», título original, es de 1998. La versión castellana de RBA ediciones de librerías es de 1999.
    De esta versión castellana, «La Era del Sueño», tendrá el lector nociones (espero que de interés) en próximas entradas.
    Algunas de las cosas que soñamos nos hablan, más que del pasado o del futuro, del «presente interior», por lo que en ese sentido los sueños pueden ser, como muchos sufíes pensaban, «guías» de conductas. En aspectos concretos de nuestras vidas, que no pienso ahora en cosas místicas.

  3. «Puerta» y «puente», pues, a la vez, los sueños nos dimensionan la vida. Aquello del químico Kekulé de «Aprendamos a soñar, señores», no es una simple anécdota, sino una realidad. Pero una realidad en muchos casos por llevar a cabo, como una asignatura pendiente, -valga el tópico tan repetido-, que arrastramos la inmensa mayoría de los «hombres y mujeres con cultura» de las grandes ciudades occidentales.
    Hoy, al parecer, y salvo excepciones, sólo algunos artistas (: pintores, escritores, músicos, compositores…) y algunas personas vinculadas a esas formas de prácticas vitales que un día se llamaron «New Age», practican el arte del soñar. Hablo del soñar en tanto se duerme, no del que se refiere a «sueños de deseos y temores» que nos habiten despiertos…

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