Mundo y Sueño

1 Abr

I .- MUNDO

COSMOGONÍA

Ni tiniebla ni caos. La tiniebla

requiere ojos que ven, como el sonido

y el silencio requieren el oído,

y el espejo, la forma que lo puebla.

Ni el espacio ni el tiempo. Ni siquiera

una divinidad que premedita

el silencio anterior a la primera

noche del tiempo, que será infinita.

El gran río de Heráclito el Oscuro

su irrevocable curso no ha emprendido,

que del pasado fluye hacia al futuro,

que del olvido fluye hacia el olvido.

Algo que ya padece. Algo que implora.

Después la historia universal. Ahora.

El soneto, que en la edición de Miguel García-Posada es uno de los cuatro textos que se han seleccionado de entre los de Jorge Luis Borges, posee esa rara perfección que los textos poéticos del ilustre argentino tienen. Si en su prosa podemos encontrar, acá y allá, la sorpresa en un adjetivo, en su poesía es difícil remarcar una sola cosa sobre todas las otras, pues todas aparecen en completo equilibrio.

Hay en su texto poético una enorme carga de cultura. Y de cultura asimilada, pasada por ese siempre difícil cedazo de la selección que lima, perfecciona, ordena y configura : se libra de ese modo J. L. Borges de convertirse en una de sus personales criaturas literarias, la de Funes,  -recuerde el lector su “Funes el memorioso”-, porque ¿qué sería de la obra de Borges si, con su inmenso caudal de lecturas, no hubiera sido capaz de haber ido seleccionando lo que leía, al mismo tiempo que lo leía? Hablo de esa selección que se hace mentalmente y luego nos lleva, inevitablemente, a la re-lectura. Puede que hubiera sido eso que al principio de su soneto niega : tiniebla y caos.

Pero no es el caso : la obra entera de Borges es un ordenado cosmos donde, si alguna vez aparece algo que pueda parecer como ajeno al orden, pongo por caso esos extraños laberintos, esos impares espejos, o esos personajes absolutamente individualizados y tan borgianos como son kafkianos la mayoría de los de F. Kafka, todos tienen su exacto lugar en la gran obra del argentino.

El texto empieza, por así decirlo, en el propio relato del Génesis : “… la tierra era confusión y caos. Y las tinieblas cubrían la superficie del Océano…” Y todo ello, en el marco de un omnipresente Verbum, el Verbo Creador. El del Dios, el Demiurgo. O el del poeta, ese frágil creador humano. Y el texto, tras de aludir al espacio y al tiempo, nombrar a Heráclito y su eterno río, esa grandiosa metáfora, quizá la más destacada de cuantas la cultura humana supo ver, acaba en la historia universal : Ahora.

Observen el detalle del último verso del texto, del soneto : empieza con un adverbio, “Después…”, y termina con otro, “Ahora”. Uno, continuativo, el otro, puntual. Y esto : de hecho, Jorge Luis Borges nos mete en esas cinco palabras ( : “Después la historia universal. Ahora” ), nos pone ahí TODA la historia universal, (¡toda!), centrada en una continuidad que es un eterno hic et nunc. Un hac hora : Ahora.

Parece como si frente a todo esa “Cosmogonía” que da título al soneto y que condensa esa visión del todo que ahí nos ofrece Borges, el mundo de lo humano, la historia universal, no fuera nada más que una pasadera circunstancia, cosa que posiblemente muchos así mismo lo consideren : no somos más que una mota de polvo en el seno de unos cuantos miles de millones de galaxias, algunas inexistentes desde hace eones, y otras por existir aún dentro también de eones de tiempo.

Pero todas estas cosas  no pasan de ser dispersiones con respecto a lo que el título promete : Mundo y Sueño. Conque vayamos a lo que íbamos :

El texto poético nos ha situado conjuntamente el Mundo, y en él, luego de esa soterrada idea de “creación”, nos ha situado al Hombre. Pero, ¿qué es el hombre, sino algo que es “polvo de estrellas”, o “materia de un sueño que se desvanece”? Porque aún nos falta ver algo sobre eso otro : el Sueño.

II.- SUEÑO

El “Libro de sueños” de Jorge Luis Borges (en La Biblioteca de Babel, de Ediciones Siruela, 1976), es un clásico. Para la segunda parte del breve texto que estamos ofertando a la curiosidad de los lectores nos vamos a quedar en ese único libro, no sin antes recomendarlo a todos cuantos, teniendo el gusto por la lectura, sean amigos de la variedad, la brevedad y la, a veces y siempre muy oportuna, sorpresa. Para más, no nos espacio daría este texto, ya que deseamos hacerlo lo menos extenso posible.

Arrancando de una metáfora de J. Addison que apareció en un ensayo del Espectador, Borges argumenta con la posibilidad de que :

“… los sueños constituyen el más antiguo y el no menos complejo de los géneros literarios.”

La idea, por sorprendente que pueda parecer, no es en absoluto descabellada; pero eso es ahora otro tema. Lo que a continuación sigue tiene tanto interés que en un próximo post,  – lo más inmediato a éste de hoy que nos sea posible – , lo retomaremos y trataremos más extensamente ya que vamos a encontrarnos con un elemento arquetípico y simbólico de suma antigüedad e importancia, y ello en el seno de un muy curioso sueño. Un sueño del propio J. L. Borges.

LA CIERVA BLANCA

¿De qué agreste balada de la verde Inglaterra,

De qué lámina persa, de qué región arcana

De las noches y días que nuestro ayer encierra,

Vino la cierva blanca que soñé esta mañana?

Duraría un segundo. La vi cruzar el prado

Y perderse en el oro de una tarde ilusoria,

Leve criatura hecha de un poco de memoria

Y de un poco de olvido, cierva de un solo lado.

Los númenes que rigen este curioso mundo

Me dejaron soñarte, pero no ser tu dueño;

Tal vez en un recodo del porvenir profundo

Te encontraré de nuevo, cierva blanca de un sueño.

Yo también soy un sueño lúcido que perdura

Un tiempo más que el sueño del prado y la blancura.

(Jorge Luis Borges; pág. 121 del libro arriba citado)

Escribe William Blake en “Augurios de inocencia” :

“El ciervo salvaje, que vaga aquí y allá,

protege al alma humana de las

preocupaciones.”

En el Libro de los Símbolos, obra de inestimable valor y que será la que nos acompañará en el prometido y espero que no muy lejano texto sobre este mismo tema, se dice del ciervo blanco que “al caminar hacia adelante a la ligera entre el aquí y lo que no es aquí mientras mira hacia atrás sobre su hombro, este reluciente ciervo blanco salva las esferas terrenal y espiritual, encarna el ámbito simbólico e intermedio del alma y nos conduce hacia él.”

Y más adelante, recordando que desde el Paleolítico hasta la era industrial los ciervos han sido proveedores del género humano y en todas las culturas de todas las épocas venerados de una u otra manera, se nos dice que “ El señor celta de las bestias del bosque, Cernunnos, adornado con frondosas astas, recoge las almas de los moribundos y las acompaña hasta el inframundo.” Baste con esto de momento, pues como se ha anunciado antes, retomaremos el tema.

Allí, en el texto próximo, se dará cumplida razón del citado libro, obra de muchos autores y publicado en muy esmerada edición en el 2011 en TASCHEN. Y entraremos de más de lleno en ese tema, ese arquetipo universal, tratando de “viajar” desde las pinturas del Paleolítico hasta los autores más próximos a nuestro tiempo. Gracias.

3 respuestas a «Mundo y Sueño»

  1. La fotografía que aparece ilustrando el texto es la de un ciervo blanco de las praderas norteamericanas, el Wapiti, o gran Ciervo Blanco americano.
    Los datos más «in extenso» sobre el libro último que se cita, el Libro de los Símbolos, lo dejamos para más adelante. Con los ahí dados, tiene el lector curioso más que suficiente para contrastar lo que se dice y cita de esa obra. El artículo sobre el Ciervo está entre las páginas 284 y 287 de esa edición del pasado año de 2011.

  2. Dedico este texto, tan breve como elemental sobre este tema, a mi padre, don Manuel Laza Palacio, que fue inhumado en Málaga un día primero de abril. Corría el año de 1988 y era entonces también Semana Santa, como ahora. Sólo que en aquella fecha el día de su fallecimiento era el de Viernes Santo, no como hoy, Domingo de Ramos. En Paz estés, Padre!

  3. El soneto último, el de LA CIERVA BLANCA, es de gran interés, como veremos en una próxima entrada en este mismo blog.
    Sobre el sentido esotérico y mítico, simbólico y hasta conectado con la historia universal del Arte de los ciervos, «enviados» de La Gran Diosa Blanca, sobre eso trataré de centrar gran parte de la atención.

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