Según un místico dominico alemán de la segunda mitad del siglo XIII, Meister Eckhart, “Cuando el alma quiere experimentar algo, lanza una imagen frente a sí misma, y después se entra en esa imagen.” Tal cosa sería el símbolo. Los símbolos suelen darse por definidos en la mayoría de los usos que se hacen del término.
Quiero decir : si ahora, en este texto, sigo hablando de otras cosas, como las que se dirán en torno a un cuadro (y a la pintura) de Cinta Aller Krähe, y una y otra vez empleo la palabra símbolo, y no explico lo que para nosotros significa dicha palabra, nadie se preguntará por el significado, por el sentido en que uso tal término. Posiblemente, nadie. Eso, sin embargo, es un error : en todo escrito de interpretación de alguna obra como pueda ser un cuadro, un poema, o una serie de signos, todos y cada uno de los términos específicos que se usen deberían ser previamente aclarados.
Según esto, “símbolo”, “chamanes”, y ese “y después se entra en esa imagen”, entre otras cosas aún no escritas, deben ser suficientemente puestos en claro. ¿Qué es eso de “entrarse uno en la imagen (que ha creado antes y la ha puesto ante sí)?
En el inicio mismo de su obra “El hombre y sus símbolos”, K. G. Jung escribía :
“La psique no puede conocer su propia substancia psíquica”, y ello quedaba dentro de un más amplio y problemático contexto epistemológico : “no podemos conocer la naturaleza última de la materia”. Cuando aparece esa obra última de Jung ya se han producido las grandes discusiones en torno a la naturaleza de las partículas consideradas elementales de la todas las cosas, ya ha nacido y crecido la Mecánica Cuántica, que es la gran revolución de la Física en el siglo XX.
Y hoy, en la actualidad, a eso hay que sumar lo que sobre la “misteriosa” organización del cerebro humano se está estudiando : la neuro-psicología ha llegado a los umbrales de un misterio, que es el del propio cerebro humano como “objeto físico de estudio” (¡ni siquiera aún hablamos de la mente!), y se está aplicando lo que se va sabiendo al estudio de las obras de arte : la obra literaria de Marcel Proust, la de Joan Miró, la de Vincent van Gogh…
Lo propio del artista moderno es, ante todo, crear un mundo de símbolos, un océano de representaciones o ideaciones simbolizantes, mar en el que se sumerge y en el que se entra, y desde esos abismos nos lanza destellos : tenemos que captarlos a tratar de conectar con al artista a través de sus símbolos, o sea, de cada una de las creaciones donde nos propone auténticos enigmas.
Esto es así de una manera muy clara y explícita en literatura desde la obra de Charles Baudelaire, que usó con sumo acierto , en ese rotundo texto que es su poema Correspondances, la expresión “bosque de símbolos”. Por no irnos a otros autores y obras anteriores, y también bastantes otros posteriores. Y lo que vale para la literatura suele valer en general para la pintura, y a la inversa : nos movemos en las lindes visibles de la creatividad del ser humano en poesía, en pintura. Y no queremos entrarnos en otros universos artísticos, ni podríamos hacerlo sin menoscabo de la reducida extensión que debemos dar a este tipo de textos.
En la naturaleza del símbolo está implícito un proceso. Dicho proceso queda ya planteado en la propia etimología de la palabra : “lanzar algo hacia otro lugar desde un previo algo diferente”, sería la más clara explicación del proceso a que aludimos. La palabra griega compuesta “Sym-bólon / sym-bállein”, de donde “símbolo” .
Hay cuadros “realistas”, que reproducen un a imagen del natural sin ir más allá de lo que se mira, y obras “simbólicas”, que desde lo que se reproduce hay que “saltar” hacia otra cosa, por lo general, no explícita, sino sólo simbolizada, escondida, oculta. Y ahí, en ese modo de simbolizar, entra la actitud que hemos llamado “chamánica” : muchos de los artistas modernos, o no pocos de ellos, en el fondo son chamanes en potencia, en tanto bucean en sus almas y desde sus almas tratan de entrársenos en las nuestras.
En la obra de Cinta Aller Krähe se da, en mi opinión, este tipo de fenómeno y me atrevo a decir que eso ocurre con cierto conocimiento de la pintora misma, que no rehuye el reto de abismarse en sí misma para alcanzar la plenitud de una comunicación interna que desvela y conjura al mismo tiempo. “Revela” (en el sentido de “descubre”), y a la vez “re-vela” (esconde doblemente). Ahí es donde veo uno de los aspectos que he definido, de un modo aún sólo aproximado y sin irme muy al fondo, chamánico. O si se prefiere, demiúrgico. Porque en realidad todo creador de algo es un demiurgo : su propia alma entra en el proceso creador y ahí es donde el artista, en este caso la pintora C.A.K., “se la juega” : su interior es su propio reto.
En una entrada posterior a esta, trataré de justificar gran parte de lo hasta aquí dicho, y daré la bibliografía oportuna. Gracias.
Gran suerte: dos chamanes en un mismo espacio!
Gracias por mostrarnos la belleza de esos mundos interiores que sólo algunos privilegiados son capaces de exteriorizar.