1.- Caprichos de inmediatos superiores
“Si le preguntan qué debe hacer, mejor se lo piensa dos veces y dice algo ambiguo, cualquier cosa que no le comprometa a ponerse manos a la obra. Por lo menos, durante los primeros veinte o treinta minutos de la ¿charla? que estamos suponiendo. Luego, se debe simular un estado de ánimo poco habitual en uno mismo : una expresión ilegal, un ceño ligeramente oblicuo. Alzar una ceja y mirar de lado a quien le pregunte o le proponga tarea alguna suele causar buen efecto.
Con práctica, puede incluso intimidar, sin que en los primeros instantes importe mucho la posible superioridad social del que le interpele o trate de endosarle algo que “es imprescindible que esté ese asunto resuelto esta misma tarde”. Luego es conveniente alguna palabra amable, -sin excederse : eso, siempre causa sospechas-, si el interlocutor es, pongamos por caso, su jefe. O el padre de su futura esposa, que es además accionista mayoritario de la cadena de supermercados donde usted trabaja, (por llamar trabajo a lo que hace usted).
Si no le preguntan nada, tranquilo. Nada haga ni dé usted muestras de incomodo. El estado perfecto del que no tiene nada que temer es esa expresión de bobo redimido,(redimido : por otros más bobos aún que usted), que le caracteriza tanto a usted como a un elevado número de pseudo-ejecutivos paseantes de espacios comerciales como los mercadona y similares.
Pero no se demore mucho en reclamar algo que hacer, o algo de atención laboral hacia su persona : “¿En qué podría ser yo más útil esta mañana, don…?”, eso suele dar un toque de actitud responsable en quien lo dice. Porque lo que nunca, y bajo ningún concepto, debe usted olvidar, es que estamos (es un decir : está usted) ante una situación de mercadeo donde lo que se ventila como mercancía es, precisamente, usted mismo. Tanto su puesto de trabajo como su propio futuro social…”
¿Me ha comprendido?
Perfectamente.
Me lo temía. Vuelva por donde ha venido, y…, ¡que no le vea yo en lo que resta de semana!
Nota.- Estos «micro-relatos», como se les ha llamado ahí arriba, se irán intercalando entre los tipos usuales de comentarios, textos, entradas, (o como se les quiera llamar), que suelo traer a este amable foro. Son, como todo lector podrá imaginar, breves ocurrencias propias. desde este mismo momento el autor, ( es decir, quien esto escribe ), pide disculpas, si procediera hacerlo, por esta su (: es decir, mi) osadía.
Gracias.
Muy sugerente e irónico este microrrelato que redunda, como diría Wilde, en la importancia de no hacer nada. Espero que el moderno Bartebly que atiende al narrador tome buena nota, o mejor no tome nada y prefiera «no hacerlo». Felicidades.
Muchas gracias, Alfonso.
Esa opinión, ese apunte, viniendo de ti, es un halago que estimo y que me anima. Tengo tus escritos (: de todo tipo, los que hasta hoy conozco) como ejemplos de gran valía. Tanto en lo periodístico como en lo creativo : cuando se te lee, se anima uno a releerte. «Sic itur ad astra!», que dijo Virgilio.