I VER y SABER
Como en otros textos estamos planteando, las nociones de “ver” y “saber” están más unidas de lo que en principio pudiera parecer. Sin ir más lejos, y sin salirnos de la propia lengua nuestra, cuando decimos cosas como “ya lo veo claro”, “ahora lo veo todo claro”, o “cómo no lo he visto antes”, estamos, por lo general, usando el verbo “ver” en el sentido de “entender”, “darse cuenta de”, “saber”, y similares. Con esto sólo debería bastar. Sin embargo, como hay un trasfondo que va mucho más allá de la mera intuición que en toda lengua (y sus hablas consiguientes) subyace, nosotros queremos ir o al menos acercarnos a ese más allá.
Hay una raíz lingüística, propia de la familia de lenguas que se conocen como indoeuropeas, y que es la que en los diccionarios correspondientes se representa como WEID-
El sentido de esta raíz da todos estos significados básicos en las diferentes lenguas de dicha familia: “ver”, “hallar”, “saber”.
Pero luego, según los sufijos que pueda recibir, nacen de esa raíz palabras como el término griego es “eidós” y significa “forma, imagen”; o “idéa”, también griego, y que vale por “idea” y “apariencia”; o la voz latina “video”, que es verbo y significa “ver”, pero también “instruir, avisar”, como se percibe en la palabra francesa “avisser”, o en la voz castellana “avizor” ( así, “andar ojo avizor”).
También con otro tipo de sufijo da “istoría”, término griego también, formado con ese WEID– más el sufijo -TOR., de donde nace el vocablo griego, que heredamos y convertimos en nuestra “historia”. Incluso la forma céltica compuesta DRU-WEID- es el origen de la palabra “druida”, donde el DRU- es pariente muy próximo del griego “dendron”, o sea, “árbol” : los druidas literalmente eran “sabios o conocedores de los árboles”.
Y el término sánscrito que no suele traducirse porque casi siempre se usa en contextos ya de por sí explícitos, y que es VEDA, viene de ese mismo origen. Cuando ustedes oigan hablar de los llamados “antiguos textos védicos”, (o del Rig-Veda, pongamos por caso, y otras cosas así), seguramente sepan que están refiriéndose a viejos “textos sabios de carácter religioso”.
Pero todo lo que estamos aquí escribiendo sería una vana muestra de inútil seudo-erudición si no nos quisiera llevar a algo más útil y sustancioso, y que es esto:
Las cosas que se dicen en los diferentes idiomas ni son ni fruto del capricho o del azar, ni son cosas carentes de un sentido profundo y digno de meditarse, sino que se rigen por unos principios lógicos, y en cuyo conocimiento aquellos que se instruyen, o alcanzan esa alta sabiduría que suele acompañar a la verdadera poesía, o cuando menos, hablan sabiendo qué dicen.
Por lo pronto ya tenemos (creo) bastante clara la relación íntima que existe, ya en el inicio de no pocas lenguas, entre las nociones de ver una cosa y saber una cosa, hasta el punto de que se podría decir que desde luego en muchos casos, como antes vimos en algunos ejemplos, son casi sinónimos, pues vienen a decir lo mismo. Con esto, lo que se ha avanzado ya no es poco.
II LOPE DE AGUIRRE
Pero aún hay más : las declaraciones que una persona, en circunstancias de plena libertad de expresión pero también de extrema necesidad de exponer las razones de sus actos, ¿hasta qué punto deben ser consideradas como declaraciones de una verdad sin sombra alguna de dudas?
Como es ésta una cuestión de no poca monta, y como para más dificultar las cosas se ha puesto de moda eso de “mi verdad, yo te digo mi verdad”, y frases similares, (¡como si la verdad pudiera ser objeto de propiedad, ni más ni menos a como lo es un reló, una chaqueta o cualquier otro objeto!), es ahora preciso afinar bien lo que se razone y diga. Lo que pondremos ahora ante la reflexión del lector es un caso de nuestra historia gestada en tierras de las llamadas Yndias Occidentales, que son “las Américas” : la historia de Lope de Aguirre.
En un estudio que hemos citado en otro lugar, y al que desde aquí hacemos referencia y damos el correspondiente modo de acceso, leemos lo que sigue:
“Para Aguirre la realidad de la jornada del (río) Marañón no está en las islas y leguas de su recorrido geográfico sino en la desesperación de un hombre que navegando sus aguas se ha transformado de conquistador en espíritu de hombre muerto. Y la verdad no se encuentra en la descripción de la “relación verdadera” sino en la visión interior sde una jornada de descubrimiento que culmina en la vivencia trágica de la propia alienación entre las ruinas de un mundo que se desmorona.
En las cartas de Aguirre, la realidad exterior se `presenta como una mentira y la verdad reside en la experiencia subjetiva de la realidad, única fuente de conocimiento.”
/…/ /…/ /…/
“Tal como sugiere Maravall, “para cada uno de ellos su yo es una ciudadela o una prisión”. Para Aguirre es las dos cosas.” /…/ “… visión atormentada y crítica que anticipa aspectos de la problemática del Barroco.”
(Pág. 39 de “Lope de Aguirre y la rebelión de los marañones”, edición de Beatriz Pastor y Sergio Callau, Clásicos Castalia, S. A. Madrid, 2011.
Para una mejor comprensión en su contexto de las cosas que aquí se vienen exponiendo, damos a continuación un enlace con otro foro del blogs de este mismo diario, La Opinión de Málaga. Gracias).
Comunidades – La Voz al Vuelo – ¿Cuándo Ver es Saber?
“La figura de Lope de Aguirre ilumina el proceso de transformación de una conciencia con profundas raíces en una visión medieval del mundo en una subjetividad barroca.”
Son palabras que leemos casi al final de la página y obra ya citadas antes, y lo que ahora nos preguntamos es si, hechas las salvedades oportunas que los dos casos exigen, no sería el caso de Lope de Aguirre algo similar al que don Miguel de Cervantes nos puso, en singular obra literaria, ante los ojos lectores con su magnífica figura del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Insisto : “mutatis mutandis”, o hechas las salvedades exigibles, “cambiadas las cosas que se debe cambiar”, (lo que sería traducción literal del “mutatis…”), y que no son pocas por cierto, pero que tampoco impiden la semejanza que proponemos.
Las cosas nos suelen parecer unas veces de difícil comprensión, y otras se nos muestran como muy diáfanas, y sin embargo tanto en unos casos como en otros, no es raro que nos acabe ocurriendo que ni eran tan complicadas, ni tampoco tan nítidas y claras, conque lo que tendremos que planearnos más bien es esto otro : ¿y no será que la problemática del saber está más en nosotros mismos, los sujetos que buscamos tal saber, que no en los objetos mismos cuyos conocimientos perseguimos?
Quede la respuesta flotando en el viento, como en aquella canción, (¡tan lejana ya!), de Bob Dylan. Gracias de nuevo.
Anoto.- Lo que escribió Javier Reverte en EL PAÍS SEMANAL el 10 del 4 del 2005 sobre Lope de Aguirre, a quien considera, entre otras cosas, «criatura diabólica» y ser humano del que puede afirmarse que «su carácter es esencialmente maligno», entre otras cosas, nos parece un modo de adoptar ante la historia posturas tan decididamente unívocas que uno no tiene más remedio que decir, de quienes así tan a la ligera juzgan a los demás, ESTO SÍ QUE ES SABER AFINCARSE EN DISLATES, pues, ¿cómo tomar partido por cosas tan dificultosas de poner en claro, y cuanto más de juzgar, sin caer en la absoluta auto-presunción de «Yo tengo la única verdad posible»…, cómo es posible adoptar posturas tales? -me pregunto. Para empezar, descreo de que existan «criaturas diabólicas». Profundamente descreo de eso, so pena de que existan seres no ya hechos a imagen y semejanza de Dios, sino a imagen y semejanza del Diablo. ¡Jolines!
http://www.estudiocriminal.com.ar/media/Lopez%20Aguirre%20La%20Ira%20de%20Dios.pdf
En ese link se puede leer el artículo completo de Javier Reverte en EL PAÍS SEMANAL.
Con todo, su lectura es recomendable, y mi crítica sólo atañe a esas observaciones y juicios de valor sobre una figura histórica que no por muy estudiada que esté es ya cosa sabida : ningún ser humano lo llega a ser, en tanto seamos los seres humanos criaturas falibles y de paradigmas históricos cambiantes.