¿Ver : Percibir?

27 Mar

Lilith, con la Sierpe. Y Evening Mood

(La mirada desnuda)

I En términos generales la manera como solemos ver el mundo viene muy condicionada por : 1) la forma que en que nos ha sido dado vivenciarlo; 2) la interior experiencia que cada cual ha ido desarrollando; y, 3) por el modo como nombramos al mundo. En cierto sentido, al nombrar vemos la cosa nombrada, pero…, ¿la percibimos como es?

Y esto, el cómo nombremos al mundo, va a ser lo que ahora nos centrará en estas breves reflexiones. Comenzaremos por lo que se podría llamar el «núcleo» de la cuestión, o si se prefiere por «lo axial» del tema : el lenguaje es un «con-formador», o un «con-figurador» del mundo en la percepción de los seres que en él se organizan, nacen, viven y, finalmente, mueren luego de haber experimentado ahí, en ese mundo, un sinfín de situaciones, cosas, procesos de todo tipo.

Vivencias, (si no la mayoría, sí que muchas de ellas), las cuales no siempre son traducibles a  palabras, habladas o escritas.  (¿Es por eso que nacen las diversas Artes, entre otros evidentes motivos o causas, como pueda ser la propia necesidad de auto-expresarse el alma humana? No lo sé. Y sobre no saberlo, esa pregunta nos apartaría demasiado del tema ya inciado).

Hace apenas un par de días, – el pasado 24 del mes en curso, concretamente -, el diario ABC publicaba, en su sección de Ciencias, la noticia, (ya conocida desde otros foros de la Red, por cierto), de que el cerebro toma las decisiones unos 200 milisegundos antes de que lo sepamos. Y ofertaba a los lectores la posibilidad de enviar comentarios : esa loable costumbre que este diario, La Opinión de Málaga, puso en práctica hace ya años.

Pues bien : ya en la noticia misma podemos detectar empleos, (que me atrevo a calificar como “confusos”, o al menos no muy claros), usos del lenguaje y de los términos que en él se contienen, que no favorecen, creemos, la correcta intelección de lo que está realmente pasando con esas investigaciones que dirige el señor don Manuel de Vega, director del proyecto NEUROCOG. Y adviertan que re-marco lo de “en la noticia”.

II Pero como el tema es muy amplio y tiene una cierta cantidad respetables de posibles senderos, o si se prefiere, vericuetos, tratemos de centrarnos cuanto nos sea posible. Sin necesidad de remontarnos a filósofos que cita en su magnífica obra “Lenguaje y realidad” ese notable sabio que era Wilbur Marshall Urban, sí que creemos oportuno acudir a algo que allí dejó escrito (pág. 468 de la obra citada) :

“B)La ciencia como metafísica disfrazadaLa poesía, como hemos visto, es una metafísica disfrazada. La ciencia – por lo menos en su forma no trunca – no lo es menos. Así como no podemos hablar de poesía sin hablar de metafísica, así no podemos hacernos inteligibles en la ciencia, en última instancia, sin hablar un lenguaje metafísico. Si el arte y la poesía constituyen una métaphysique figurée, la ciencia no lo es menos, sólo que las figuras son muy diferentes en los dos casos.

III Debemos señalar que W. M. Urban deja claros, a lo largo de su obra, los conceptos que va utilizando, de manera que en ningún caso el lector se pierde en un marasmo de palabras, y también debemos anticipar que aquí ahora no es posible precisar lo que en un voluminoso libro de más de 600 páginas se desarrolla. Con todo, y si alguien se interesa en estos temas de los alcances del lenguaje en lo que a filosofía atañe, al final haré referencia a un otro gran libro : el del sabio profesor don Emilio Lledó.

Bien, ¿y qué?

Pues ante todo, esto : sólo desde una adecuada perspectiva nos es posible afirmar o, en su caso, negar cosas cuyos límites todavía no hemos alcanzado a vislumbrar. Cosas como el Cosmos, la Vida, los límites de la Materia…, ¿hasta qué punto todo eso nos es real y verdaderamente accesible o está a nuestra entera comprensión, habida cuenta de que nos hallamos, y valga la metáfora, en el centro mismo de la vorágine que tratamos de controlar? “Está”, hemos escrito : porque, – como se verá con detalle en otros textos -, una cosa es que algo exista, y otra muy diferente que exista para ser entendida por nosotros, en nuestra actual situación intelectiva. Y retengamos esto último escrito en cursiva.

Somos algo así como una burbuja en el seno de una masa de agua que hierve y cambia, y…, ¿queremos desde esa posición describir no ya la masa de agua misma sino hasta la olla donde se supone que hierve? ¿Acaso no parece cosa evidente que la apelación a cierta “manera metafísica” acaba resultando poco menos que precisa? Y despojemos a la noción “metafísica” de todo su contenido “fantasmal”, retornando a lo que con esa palabra quería decir su creador sumo, Aristóteles, y que es esto tan sencillo : “tá meta physika” : “las cosas que están (ubicadas) más adelante o más allá de donde están las cosas que atañen a la Física”.

IV Ahora, como es el caso que lo que está a mi personal alcance no son “cosas de ciencia”, sino cierta, determinada “ciencia de las cosas”, y lo que quería buscar era la relación entre el nombrar que es ver y el percibir, el hasta qué punto sean asimilables, y  hasta qué punto el lenguaje “con-figura” o “modela” las percepciones, ahora, -decía-, tengo que retornar a nuestros pastos, (valga la metáfora), volver a los campos que nos son conocidos y por lo tanto más transitables. Así que dejemos ahí lo de la ciencia y la metafísica, y retornemos al arte, a la poesía, y a las maneras como se manifiestan en la cultura de cada época, – : la de los románticos, la de los modernistas, la de los clásicos actuales y sus referencias continuas a los clásicos originarios de la Historia. Y ya, ahí retornados, podré poner algún ejemplo de cómo las manifestaciones de eso que llaman “el alma humana” es, a la vez algo que moldea, algo también que nos viene moldeado.

Y esto lo veremos en la confrontación entre dos obras de arte, dos cuadros de dos pintores de la segunda mitad del XIX, cuadros que ya hemos contemplado en anteriores textos de estos foros de La Opinión de Málaga. Me estoy refiriendo a la Lilith de John Collier, ahora “versus” o “frente a” esa “The Evening Mood” de W. A. Bouguereau. La primera obra es de 1892, y la del francés Bouguereau es de 1882. En términos generacionales, son coetáneas.

¿Por qué lo veremos en obras de un arte visual, la Pintura, y no en obras de Poesía (o Literatura)? Por dos razones ahora : la obra pictórica tiene una determinada inmediatez en su aprehensión, en su captación por el que la contempla, en tanto que la poesía, (la poesía de dimensión literaria, claro es) no la tiene. La pintura es un arte espacial, en tanto que un poema o una narración no lo es, no es “espacial”, sino que precisa, para su captación o aprehensión, de un decurso, de un proceso lector. La poesía es un arte temporal. (Aunque no esté de más hacer esta salvedad : algo hay de temporalidad en obras pictóricas, y también algo de cierta espacialidad en muchos  poemas. Pero esto sería tema de otro tipo de texto). Sobre estas mismas cosas deseo volver a no tardar mucho en este mismo mes, ya casi entrante, de abril, al paso que intentaré un doble homenaje a un malagueño ilustre fallecido hace ya un año y persona, como se verá, de extraordinaria humanidad y sabio saber estar. Hablo de don Francisco José Fortes Figuerola, director que fuera durante nueve años del Hospital Clínico de Málaga, y autor, como se sabrá, de interesantes obras y trabajos. (Pax tecum, Paco).

V Antes de irnos : como cuando tengo algún tipo de duda sobre algo trato de resolverla antes de pasar lo que escriba a la luz pública, acudí, (para asegurarme de una inicial sospecha sospecha mía), a la opinión de un antiguo y buen compañero de claustro en el IES “Pablo Picasso”. Se trata de don José Luque Baena, (Pepe Luque para  los amigos), quien durante años ha sido allí profesor de Historia del Arte, mientras yo lo era de Lengua Española y Literatura. Y he aquí lo que me dijo acerca de las figuras femeninas representadas en pinturas de fines del XIX, -figuras ambas que ya vimos en anteriores textos de estos foros de blogs-, sobre su posible tratamiento pictórico similar o bastante parecido. Transcribo las palabras del mail que tuvo Pepe Luque la gentileza de regalarme, pues es con su permiso que lo hago público, y le reitero, ahora en público, las gracias que en privado le manifesté.

Esto me dijo :

“Pues he rotado con Photoshop la imagen de Evening Mood y la he colocado junto con la de John Collier y, en efecto, hay una gran semejanza en sus cuerpos y forma de tratarlos. Te adjunto foto.”

Y sin más por ahora, vean los lectores el resultado de lo que mi compañero me ha hecho llegar, y cada cual juzgue por sí mismo.

Nota.- Este es el libro, de notable amenidad y hondura asequible, del ilustre sabio y profesor, filósofo y filólogo, catedrático primero de instituto y luego de universidad, don Emilio Lledó Íñigo : “Imágenes y Palabras. Ensayos de humanidades.

Edit. Santillana, S. A. TAURUS, Madrid, 1998. (Ahora destacaría su ensayo primero, el titulado “El Arte y la mirada.”). Gracias a todos.

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