“Me había quedado en Comala. El arriero, que siguió de filo, me informó todavía antes de despedirse:
-Yo voy más allá, donde se ve la trabazón de los cerros. Allá tengo mi casa. Si usted quiere venir, será bienvenido. Ahora que si quiere quedarse aquí, ahí se lo haiga; aunque no estaría por demás que le echara una ojeada al pueblo, tal
vez encuentre algún vecino viviente.
Y me quedé. A eso venía.
¿Dónde podré encontrar alojamiento?- Le pregunté ya casi a gritos.
Busque a doña Eduviges, si es que todavía vive. Dígale que va de mi parte.
¿Y cómo se llama usted?
Abundio -me contestó-. Pero no alcancé a oír el apellido.”
Este fragmento, lo reproducido y entrecomillado que antecede al “puente con la Red” que es ese corto de YouTube, está casi al comienzo de esa novela breve, “Pedro Páramo” : la que consagró a su autor, Juan Rulfo, como uno de los mejores narradores en lengua castellano-mexicana. Para mi gusto, yo diría que el mejor de todo el siglo XX. Hablamos de novelas, y novelas en lengua castellana en sus tan diversas variedades, desde el “cubano” del autor de “Tres tristes tigres”, Guillermo cabrera Infante, hasta las cumbres narrativas de todos los que conforman eso que se llegó a considerar “el boom” de la novela hispanoamericana. Y aclaremos lo de “boom”, (palabra inglesa que siempre consideré innecesaria: en su tercera acepción del Diccionario de la Lengua Inglesa, – utilizo ahora la 4ª edición, del 2002, del HarperCollins Publishers – : boom vale por “auge, expansión”; debería haberse usado desde el principio el término castellano, pero…) A lo nuestro : “Pedro Páramo” es, quizá, la mejor novela en nuestra lengua de todo el siglo XX.
Pero lo que ahora quisiera plantear no es en absoluto una -¿aburrida, tal vez?- disertación sobre autores y obras, algo así como una charla-ladrillazo de literatura, no. Lo que ahora trato de abordar es lo que ya se anticipó en el título de nuestra entrada de hoy : ¿Podemos hablar de “espacios míticos” en Literatura, y concretamente en la novela? Así, como a bote-pronto, diría que sí que podemos. Que al igual que Cara de Plata de Valle-Inclán es un ser mítico, como lo son el Rey Arturo y sus Caballeros de la Mesa Redonda, y también lo son Camelot, o el Bagdad de “Las Mil y Una Noches”, o la mismísima Comala de “Pedro Páramo”. O ese tan buscado “lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme”.
Ahora bien : ¿en qué sentido son “espacios míticos”? Y más : ¿qué es un “espacio mítico”? Vayamos a ello, con la máxima brevedad : se trata de dejar desde ahora en claro qué queremos decir, en este escrito, y sólo en este escrito y de momento, con eso de “espacio mítico”. Tendremos que definir el concepto que pretendemos utilizar, si queremos ser cabalmente entendidos, ya que usamos ahora el sintagma “espacio mítico” con un valor de significado que trate de acomodarse a nuestro actual discurso. Veamos, pues: Llamo aquí espacio mítico a todo el que construya nuestra propia mente, o nuestras personales ideaciones, a partir de vivencias diversas, como puedan ser recuerdos muy especiales del pasado, o lecturas, o contemplaciones, de creaciones del espíritu humano : la novela, la pintura, el cine…etc.
Valga de momento con esto. Y quedemos emplazados para continuar este tema, que acabará dando alguna sorpresa, -espero-, en el otro foro de blogs de La Opinión de Málaga, el que aparece en la sección que se titula “Participación”. Hasta entonces, lectores. Antes de irnos de acá : les recomiendo que se den el gusto de ver ese “corto” de YouTube. Son buenos actores, y merece la pena, pero vaya por delante que sólo ese breve fragmento cinematográfico no alcanza a darnos una idea de la enorme riqueza que hallará en la novela de J. Rulfo quien la lea. Gracias.
Podrán leer, si entran a ver el fragmento de «Pedro Páramo» al que se accede por ese link de YouTube, que según el propio autor, Juan Rulfo, la novela iba a titularse «Los Murmullos», porque toda ella está como fabricada o escrita con las palabras o murmullos de gente que está ya toda ella muerta. La novela, como sabrá quien la haya leído, es una mirada retrospectiva sobre un pueblo que ya sólo existe como ruina, como despojo de un pasado lejano. es una de sus encantos, uno de los grandes logros de la impar obra de Rulfo.
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