¿Son los laberintos algo imaginable como pertenecientes al tiempo, o por el contrario un laberinto es algo que por su naturaleza está en realidad ajeno al tiempo, a todo tiempo? La pregunta no carece de importancia, pero la respuesta que puede generar sí : porque hay laberintos del tiempo, y laberintos sin tiempo. Aquí, en estas entradas o textos para blogs, nos centraremos sobre todo en los laberintos de tipo nocional, esto es, ideales, y por lo tanto no temporales.
Pero no nos vayamos a ellos sin dejar constancia de esto, tomando ahora como guía una palabras de un muy
singular poema de F. G. Lorca, el “Poema de la siguiriya”, aquel que comenzaba con esa visual expresión que decía :
“el campo de olivos se abre y se cierra como una abanico.”
(Que reproducimos sin su ordenación en versos, pues ahora sólo interesa la idea que expresa, no su resonancia poética).
Escribió Lorca en ese casi onírico poema aquello de
Los laberintos
que crea el tiempo
se desvanecen.
/…/
Sólo queda
el desierto.
Un ondulado
desierto.
Los “Poemas del Cante Jondo” son en sí un libro laberíntico, en el sentido de que en sus poemas late la búsqueda de un centro desde el que será posible irradiar la presencia, primero, y la cabal aprehensión, luego, de todo un mundo interior de extraordinaria riqueza. Ni más ni menos a como suele ocurrir con las propuestas que nos plantean los laberintos.
Esta obra del poeta de la llamada por unos “Generación de la República”, escrita entre 1921 y 1924, (y publicada finalmente, si mal no recuerdo, en 1931), es, junto con el “Romancero Gitano”, de capital importancia en la primera etapa de la poesía de Federico García Lorca. Pero ahora, nos vamos de estos pagos y buscamos directamente los que deseamos poner ante la consideración de los lectores.
Jerry Thomas, un escritor de tendencias místicas, escribió, – a propósito del sentido que él encontraba en el hecho de nacer/vivir -, que existe un propósito, algo que diseña tanto nuestro nacer como nuestro vivir. Y describía o imaginaba, representaba idealmente el nacer como el ingreso en un laberinto del que sólo se sale con la muerte. Y se ceñía en uno de sus poemas a estas ideas:
Mathematics is the words
Meaning is the music
Life is the “Song of the Soul”.
Pueden parecer ideas simplistas, y desde luego pueden parecer muy discutibles algunas de ellas, incluso todas : dependiendo del estado cultural, la situación men tal en que nos encontremos, pero no son ideas desdeñables las que expresa. Si el lector tiene la amabilidad de entrar en ese otro texto que titulábamos “Laberintos, Símbolos, Ciudades”, y que se ha publicado en otro foro (complementario de éste) en el mismo diario “La Opinión de Málaga”, será posible avanzar unos pasos más en la dirección que ahora querríamos tomar. El “puente” o link para dicho texto es este:
Comunidades – La Voz al Vuelo – Laberintos, sÃmbolos, ciudades
Ahí se puede ver una obra de escritora anglo-mexicana, Leonora Carrington, donde se representa un laberinto de tipo clásico, uno de los más elementales que se conocen. Estos laberintos con casi toda certeza se remontan por lo menos al Neolítico, y hay constancia de ellos en culturas con más de unos 4 ó 5 años anteriores al siglo del emperador romano Augusto, sin que se descarte que puedan haber estado ya presentes en etapas muy anteriores, unos 30.000 ó 40.000 años atrás, es decir, desde el mismo Paleolítico que conocemos en Eurasia. El tema que hoy hemos tratado sólo está insinuado, apenas esbozado, pues es un asunto de múltiples facetas. Lo iremos abordando en textos sucesivos, donde las ciudades, y los tiempos de la historia, y las culturas van a ser nuestro marco de referencia. Pero no nos vamos sin tratar de quedarnos con esta idea : ¿Y si los Laberintos, al igual que los Tiempos, no fueran sino falsos espejos de los que salir no es más que llegar a ver con nítida claridad? Quién sabe…
Anoto : La imagen que se reproduce es de René Magritte, y se titula “El Falso Espejo”.
Debo corregir : donde dice «… como una abanico», debe decir » como un abanico». Está arriba, en la primera cita que se hace de versos de Lorca. Gracias.
Uno sale del confortable útero materno y ya comienza el tortuoso laberinto. Y así nos pasamos la vida:brujuleando hasta llegar a la salida: la Nada
Eso también es cierto. Quizá por tal razón la propia vida puede verse como un camino de iniciación. Algunas creencias así lo estiman y ponen en práctica, o tratan de ponerlo.