Los sueños de los creadores y poetas tienen unas especies de «sintonías» que no suelen aparecer en los de los críticos y eruditos. Un filósofo como T. W. Adorno «sueña» de una manera diferente a como lo hace un espíritu creativo, estudioso, sabio y hondamente poético como Juan Eduardo Cirlot. No hay más que comparar sus respectivos “ensueños”, para darse cuenta de las distancias de matices que separan los del uno de los del otro: ambos, T.W.A., y JEC., anotan sus sueños. Si no todos, sí al menos algunos de ellos. O no pocos de ellos. Pero lo hacen de maneras diferentes, y además también son diferentes los espíritus y actitudes que les animan o les mueven a anotarlos. Aquí, un lector crítico podría preguntarnos : “¿En base a qué afirmas eso?”
Y no le podría dar de momento, como respuesta válida, nada mas que una: poner, frente a frente, sueños de T. W. Adorno y sueños de J. E. Cirlot.
Por ejemplo, en un día 1 de septiembre de 1955, anotó Adorno este sueño, -en pág. 63 de su libro “Sueños”, Ediciones Akal, 2008-, que expone ante el lector sin más comentario:
“La vida es un mito. Prueba: la raíz “bí-” en “bíos”, “vi-” en “vita”, sería idéntica a “my-”.
Aclaremos que Adorno está sirviéndose de las palabras griegas Bíos (= “vida”) y Mythos (= “mito”), y de la palabra latina Vita (= “vida”). Lo que nos sorprende es la manera como presenta el sueño: no parece un sueño, sino una reflexión filológico-filosófica hecha en la vida diaria no onírica, esto es, despiertos. Antes, en la página 60 del mismo libro, anota un sueño que tuvo en Frankfurt, el 10 de septiembre de 1954, donde leemos:
“Soñé que había tomado parte en un debate teológico en el que también Tillich se hallaba presente. Uno de los oradores desarrolló la diferencia entre equibrium y equilibrium. El primero era el equilibrio interno, el segundo el externo. El esfuerzo por demostrarle que el equibrium no existía en absoluto fue tan grande que me desperté.
Tillich es Paul Tillich, (1886 – 1965), filósofo y teólogo alemán. Se aclara en nota a pie de texto, en la propia página 60 antes citada. Adorno sueña como lo que es en su vida de vigilia: un pensador ante todo, un razonador. Y además, persona que gusta de ver en su familia ejemplos “míticos”. Véanlo en este sueño, fechado en Los Ángeles el 23 de noviembre de 1944:
Una frase: “El mito del siglo XX es Lujche.”
Lujche era el apelativo familiar del tío materno de Adorno. Louis Prosper Calvelli-Adorno, banquero y corredor de bolsa, muy autoritario en el seno de su familia. Y aclarado esto, nos preguntamos: ¿realmente estas frases son “sueños”, tienen características oníricas, o más bien parecen reflexiones de filósofo en su vida “normal” y en su actividad como profesionales de su saber? No dudamos de lo que leemos, no dudamos en absoluto de la honradez de Adorno, pero sí que debemos marcar las diferentes maneras como se aborda, por cada autor, la vivencia del mundo onírico. Eso, creemos que puede llegar a ser clave, llegado el caso.
2) Entre Cirlot y Adorno hay las suficientes divergencias vitales, pese a ser contemporáneos los dos, europeos los dos, conocedores de amplias “zonas de cultura” los dos, etc. Por ejemplo, coinciden ambos en su interés y conocimientos sobre cuestiones musicales. Pero por muchas “convergencias” que encontremos entre ellos, sus divergencias son innegables, y cualquier mediano conocedor de las respectivas obras sabrá sin duda a qué nos referimos ahora con “divergencias”.
Donde se ha escrito “sintonías” se podría haber escrito también “sinfonías” : al fin y al cabo, hoy queremos asomarnos un poco a algunos de esos “sueños no áfonos”, esto es, sueños en los que alguien habla al soñador, o donde se oyen voces que dicen cosas. Y sueños, además, donde algunas de las cosas que el sujeto onírico, (o “soñador”), escucha, ya sea porque se les digan de manera directa o ya porque simplemente las oiga, acaban creando en él una especie de interna musicalidad anímica que le predispone, de maneras y formas a veces muy sutiles, a enfocar determinadas cuestiones, (que luego van a formar parte de su vida de vigilia), con actitudes ya condicionadas, unas veces en sentido positivo, otras no.
Por otra parte, posiblemente deba influir también el modo como cada cual se refiera, interiormente, a su actividad o tareas de la vigilia. O cómo asimila su propia actividad onírica, que es otra cuestión que se deberá tener en cuenta. En relación con lo primero, no creo que sean pocas las personas que estén de acuerdo con esto: cada cual, de una modo más o menos patente, valora su vida, da un determinado sentido a su actividad diaria, esto es: cada persona, interiormente, evalúa sus tareas de la vigilia.
Y en cuanto a la propia vida onírica ocurre algo similar: nos hallaremos ante quienes afirman que nunca sueñan, como es el caso de una persona a la que he conocido y tratado durante años, y ante quienes recuerdan cada día al despertar haber soñado, con independencia de que luego olviden o no sus sueños. O ante otras que llegan a ser capaces de soñar conjuntamente, y durante noches seguidas, el mismo sueño, que continúan de noche en noche y poniéndose de acuerdo durante la vigilia. Puede esto parecer extraño, pero fue el caso de dos alumnas que tuve en un curso, hace ya años, del actual IES “Pablo Picasso”, amigas ambas, a las que llamaremos a una, Silvia, y a otra, Mercedes.
Pues bien: un día, me contaron su caso, que me pareció extraordinario. Y tanto se implicaron ambas en sus soñares conjuntos que hasta la propia madre de una de las chicas intervino y me contó lo que ocurría, y quiso saber qué podrían hacer las chicas para controlar ese modo de sueños conjuntos, que les llevaba a ya no querer sino quedarse toda la mañana dormidas y no acudir a clases ni al instituto para nada. Le respondí a la buena señora que bastaría con que las chicas decidieran “salirse” de ese modo de sueños conjuntos, y todo el estado de cosas se tornaría a como era antes. Y así debieron hacerlo, pues la vida siguió para ambas con toda normalidad.
Como es lógico, y dado que para contar esto no he tenido ocasión de pedir el preceptivo permiso de las chicas, los lectores deberán saber que salvo el caso contado, que es real, los nombres de las chicas pueden ser supuestos y sólo ellas, si esto leen, podrán decir ya por sí mismas cómo fue todo en aquel curso, ya lejano en el tiempo, como dije. (No es ahora como el caso de Álvaro, o de Noemí, a quienes sí pedí permiso expreso para contar algo de sus experiencias al respecto).
3) Será cosa de poner ya algunos de los “sueños con voces” de Juan Eduardo Cirlot. Por hoy, voy a limitarme a dos de ellos, el 49 y el 53 de su obra “80 Sueños”
(Barcelona, 1951. Cito por la edición de “En la Llama”, de Ediciones Siruela, S. A. 2005. Los sueños en cuestión están en las páginas 364 y 365 de la edición citada).
49
“¿Ella ha estado aquí? -pregunto a la silenciosa pareja que, en la penumbra, permanece apoyada en la pared de la iglesia de un pueblo desconocido. –“Sí”-me dicen-.“Y tú también estuviste, pero ya no lo recuerdas.”
Ese es el sueño 49. El otro es como sigue:
53
“Yo no soy la que vive en su vida -me dice-. Yo soy la que está contigo desde el principio. Entonces veo que el precipicio que hay entre los dos se llena de una arena blanca.
Las interpretaciones de estos dos sueños de JEC no son ahora cosa que vayamos a abordar. Debemos dejarlas para otra entrada posterior, y de momento sólo insistir en la idea ya formulada desde el principio : la naturaleza tan personal que cada uno puede llegar a tener de sus vivencias oníricas, de sus sueños. Y volver a insistir en lo esencial que resulta, para mejor acceder a la comprensión del mundo onírico (de extraordinaria riqueza siempre) de Juan Eduardo Cirlot, acudir a su “Diccionario de Símbolos”. Léase en él todo el espacio que le dedica, por ejemplo, al Símbolo del Color
No estamos con ello, desde luego, apuntando a una minusvaloración del mundo onírico de T. W. Adorno, de quien nos ocuparemos también con mayor extensión en el futuro, pues tiene cosas y reflexiones de gran interés. Pero sí que marcamos las diferencias entre la manera como un autor y otro enfocaron sus sueños.
Creo oportuno aclarar el título de la obra que aparece en la entrada de este texto. Se trata de un libro de Marie-Louise von Franz, doctora que ha estado durante más de treinta años trabajando con sueños. está editado en Paidós Ibérica, 2002.
Dado que en su momento acudiremos a sus conocimientos, y en especial a las conversaciones que mantiene sobre el tema onírico con Fraser Boa en un libro titulado «El Camino de los Sueños», de Editorial Cuatro Vientos, 1997, y también porque sigue el mismo método básicamente que en su día guiara, y no poco, a Juan Eduardo Cirlot, dar estos datos anticipadamente al lector puede valerle, si quiere mejor calibrar lo que se vaya exponiendo en estos posts. Gracias.
Sr. Laza,me gusta su blog como le he comentado y siempre aprendo cosas nuevas.El tema onirico me interesa y espero el siguiente comentario. Saludos
Gracias, Blanquita, gracias por tus comentarios.
En entradas próximas quisiera ver de comentar, entre algunos sueños más de JE Cirlot y de TW Adorno, cosas curiosas que dice la doctora Marie-Louise von Franz a una entrevista que le hace Fraser Boa. El libro se llama «El Camino de los Sueños», y tiene una estructura y tonos similares a los que escribe Eduardo Punset cuando hace entrevistas a diferentes personalidades del mundo de las ciencias: las de la naturaleza y las del ser humano como un tipo específico de ser «en la Naturaleza». Espero poner a la vista del lector lo suficiente para que cada cual capte lo fundamental de la experiencia de esa gran sucesora de Carl Gustav Jung, psicólogo y estudioso de la psiquiatría que superó en alto grado a su propio maestro, Sigmund Freud, y que (creo) ha sido muchas veces atacado sólo en base a sus creencias espirituales. Las de Jung, me refiero.
En cuanto a los sueños, esto: a veces nos indican cosas que nunca sabríamos de no ser porque las soñamos: son cosas que están dentro de nosotros, pero que no sabemos que están. Unas, nos sobran, nos pesan, y debemos aprender a dejarlas atrás. Otras, son valiosas, y las debemos potenciar. Sobre todo en estos tiempos tan duros para tantas y tantas personas en todos los ámbitos y en todas las partes del mundo. Gracias, Dama Blanca.
De vez en cuando sueño, o recuerdo que he soñado. Casi siempre me inquietan esas manifestaciones oníricas, por ejemplo: paseo por una ciudad que conozco sólo en el sueño, siempre es la misma y siempre busco algo que nunca,al despertar, sé qué pueda ser. Esto me descorazona y durante varios días el sueño se mantiene vívido, hasta llegar a un estado donde se mantiene latente y puedo acudir a él siempre que quiera, aunque sospecho que cuando lo hago pierdo algún retazo del mismo. Quisiera creer que los sueños son solamente libertades que se toma nuestro cuerpo cuando no podemos controlarlo. No sé
Creo que se trata de una ciudad onírica, y desde ese punto de vista pertenece sólo a tu propio mundo psíquico. No es un tipo de sueño frecuente, pero desde luego tampoco indica nada anormal. Simplemente ocurre que de hecho vivimos en dos mundos a la vez, que a veces coinciden en sus datos para nuestra consciencia, a veces no. Uno es el mundo de la vigilia, y el otro es el de los sueños. Y en algunas personas este segundo, el onírico, cobra mayor viveza y se hace como más «estable y contundente» que en otras. El motivo de ello, se ignora, que yo sepa. Posiblemente se deba a que en tu mundo de vigilia experimentas algún tipo de deseo que te resulta, inconscientemente, más fácil de realizar en la vivencia onírica, y entonces tu psique «fabrica» con mayor intensidad sus propios mundos. En un libro que estoy leyendo de entrevistas de Eduardo Punset a diversas personalidades de la Ciencia y la Filosofía, etc., «Cara a cara con la Vida, la Mente y el Universo», un científico entrevistado por Punset afirma que nuestro propio cerebro es capaz de «fabricar» por sí mismo modos de realidad insospechados. Pero esos sueños que dices, deberías -creo- anotarlos, con fecha de día, mes, etc., y pasado un tiempo tú mismo, al compararlos, sacarías conclusiones quizá iluminadoras. Un «axioma» que por todas partes encuentro es este: el mejor intérprete de un sueño es el propio soñador. Eso, con ciertos matices, yo lo creo también así. Gracias.
Mis disculpas, Rafael, por haber pasado antes un comentario que me había entrado después del tuyo.
Gracias por acceder al blog, y entrar en esta amable dialéctica de los comentarios.
Un cordial saludo
Manuel
Bueno, verás, Rafael. Yo creo que los sueños a veces son lo que dices, «libertades» que se toma nuestro cuerpo ( como volar, por ejemplo) y también nuestra psique. Pero debe haber algo más. Por lo menos, la doctora Marie-Louise von Franz, la mejor discípula de C. G. Jung más reciente, entre otros expertos en el tema, ven más cosas en los sueños. Por lo pronto, afloran a veces conflictos no resueltos en la vida de vigilia. Y en los sueños se facilita su solución. He conocido casos de personas que luego de haber dormido, con un problema «durillo» en la cabeza, al despertar lo han resuelto con agilidad. El dicho «lo consultaré con la almohada» debe aludir sin duda a eso. ¿Nunca te ha ocurrido ver más claro, luego de haber dormido, algo que antes de dormir no tenías del todo clarificado?
Otras veces ( como fue el caso de Kekulé, un químico de finales del XIX, que «descubrió» gracias a un sueño que tuvo la estructuta molecular del benceno, una de las más complicadas de las que entonces enfrentaba la ciencia de la Química. Y hay también «sueños de liberación», donde uno logra finalmente dejar atrás problemas que le venían agobiando de años y años atrás. Es un mundo muy complejo y fascinante. Además, los sueños se usaron ( en la Antigua Grecia, en los templos de Asclepios o Esculapio) como terapias, y en la modernidad, ha vuelto esa práctica, obviamente con presupuestos y métodos diferentes. La Fundación Luis Cencillo, en Madrid, tiene lo que se llama un «banco de sueños» ( los soñantes envían sus sueños, y allí se estudian) cosa que hay en diversos países del «primer mundo» (¿son mundos los otros?) como los EE. UU. y otros más, y se atacan fobias, se «desatascan» relaciones, se eliminan adicciones… Yo, antes, hará unos diez o más años, fumaba cerca de dos paquetes diarios. ya no fumo nada. ¡Nada! Y antes, bebía y mucho: ya, no. La terapia con sueños suele funcionar. Una clave: cuando te veas muy agobiado por algo, «háblale a tus sueños». es serio lo que te digo. Pídeles, por ejemplo, que te dejen claro lo que no te muestran del todo, o que se vayan, si te incordian. Si crees en tu acción, también suele funcionar. ¡Al fin y al cabo se lo estás pidiendo a tu propio ser interior!
Nota.- En un correo que recibo, una persona que suele seguir estas entradas en el blog, me hace llegar esta esta observación, que me autoriza a usar. Toda vez que en algún caso otras personas pudieran haber tenido o estar teniendo aún experiencias similares o curiosas de tipo onírico, pongo el texto del mensaje que he recibido y me limito a decir que el nombre de la remitente es María Luisa, pero no creo que sea yo quien deba proporcionar su correo electrónico, pues ese dato es ya cosa que debe ser hecho público por la persona en cuestión, si lo estima oportuno.
Gracias, María Luisa.
Saludos desde «Palabras, bosques»
El caso de los sueños compartidos de tus alumnas me ha recordado que cuando yo era adolescente y dormía en la misma habitación con mis dos hermanas, me ocurrió una cuantas noches que mantuve conversaciones en sueños con una de ella (Sole). Mi otra hermana, Carmen, una mañana se quejó y nos dijo que por favor dejáramos las charlas nocturnas para por la mañana, porque no la dejábamos dormir. Por lo visto las conversaciones tenían sentido porque ella pensaba que hablábamos despiertas, y nosotras recordábamos de forma difusa haber soñado con la otra, pero no eramos conscientes de hablar en voz alta.
Nota.- Por mi deficiente organización he dado respuesta a un comentario de Rafael, (tiene como hora las 7.57 a.m. del día 11), en último lugar. Quiere decir que mi comentario de las 6.30 pm del día 11 es la respuesta que doy al sueño que me comenta Rafael. Gracias, y disculpen mi desorden.