Sentidos del Arte Rupestre

19 Jun

El Sueño del Chamán

Una propuesta de base:

¿Es la naturaleza de la sociedad la que determina en muchos casos los comportamientos de sus individuos, o es la de los individuos la que determina a la sociedad? La respuesta a esto puede parecer fácil, pero no lo es. Posiblemente se den ambas cosas, y dependerá a veces de la fuerza de la personalidad de un individuo, de su capacidad de liderazgo, o por el contrario de su capacidad de “auto-aislarse” del medio social. Por ejemplo, al modo como cuenta J. Lovelock, (el autor de la Teoría Gaia sobre nuestro planeta), que ha logrado hacer en las mismas Islas Británicas en nuestro tiempo : y es así como se libera de la presión social y deambula libre por sus quehaceres, por él mismo elegidos.

Unas ideas o conceptos básicos elementales a tener en cuenta:

La Iconología .- Es la rama de la Historia del Arte que se refiere al tema o a la significación de las obras de arte, en oposición a su forma. La Iconografía, por el contrario, atiende a las formas mismas que se representan, como por ejemplo, una Virgen con un manto azul y blanco, con un Niño en brazos, o una figura femenina con un cántaro. Por así decirlo, la Iconografía “describe atributos” y la Iconología “los interpreta”.

(Según Panofsky, básicamente. Nosotros hemos resumido, y de la manera más simple, un tema algo complejo. El núcleo teórico de la cita viene de la pág. 160 de » Las Raíces del Mundo», de A. Leroi Gourhan).

Un texto que trata de desarrollar una temática: El Arte de la Cavernas

La función, la forma y “la semántica” de las obras y restos de la Prehistoria son determinantes para poder establecer un sistema interpretativo suficiente que nos dé una idea del sentido que tenía para ellos, nuestros antepasados de la Prehistoria, tanto lo que pintaban como la relación de lo que pintaban con sus creencias y formas de vida cotidiana. Los restos materiales hallados nos dicen mucho, desde luego, pero, ¿estamos capacitados para interpretarlos del todo real y correctamente? Esa es la cuestión.

Porque es cosa muy frecuente en nuestra mentalidad asignar a otros, a los demás, o “al otro”, aquello que en nuestra personal visión del mundo y de las cosas es lo que creemos como lógico y verdadero. Ahí, se suele errar más veces de las que serían de desear. Y ocurre en todos los niveles mentales del “actual” ser humano: tanto en personas iletradas como en científicos y personas doctas.

Anótese que he entrecomillado la palabra “actual¨ porque ahora entiendo por tal al ser humano habitante de ciudades o de grandes imperios organizados, al margen de sus niveles tecnológicos. Esto es, son “actuales” en mi modo de ver las cosas, ahora y en este texto, tanto los romanos del siglo III antes de Cristo, enfrentados con el poder cartaginés que supuso Aníbal, como los habitantes de Nueva York que tienen que “enfrentar” modos de vida donde en el metro se producen muertes absurdas o donde en las calles actúan impunemente mafias, en algunas ocasiones. O enfrentarse a un fantástico y terrorífico apagón eléctrico que les pone al borde del caos. ¡Y cuando ocurrió el apagón no había tanta dependencia como hoy de la cibernética y el “buen comportamiento” de los electrones!

Naturalmente, soy del todo consciente de que esta amplitud dada aquí y ahora al término “actual” se aparta de la concepción de semiótica que ha defendido Julia Kristeva en una obra suya clave, (“Semiótica I y II”), pero el lector encontrará explicación a esta postura, si sigue leyendo. Por lo pronto, atiéndase a lo que reza en el título: “Sentidos de…”, en plural, no en singular. El abanico, quede abierto.

Admitir sin más un rótulo calificador sobre unas épocas y unas vidas humanas muy alejadas en el tiempo y sobre los que ignoramos muchas cosas, y admitirlo (: el rótulo) por comodidad mental, o por su adecuación, (o rechazarlo por su no adecuación, ambas siempre interesadas), a una teoría personal, es un acto inaceptable desde un punto de vista filosófico y científico.

Es injusto, propio de una inercia mental nefasta, o de personas que se han creído por encima de otros muchos por el simple hecho de conocer cosas que otros desconocen, y un error de magnitudes fatales para el verdadero avance de la ciencia, en todos sus niveles, y en lo que atañen al conocimiento del ser humano. No se da con frecuencia y suele predominar el sentido común, pero ocurre. Y entonces es preciso decirlo, quiero decir que es preciso censurarlo, criticarlo, “denunciarlo”. Hay que aprender a ser humildes siempre y en toda circunstancia, a salvo las excepciones que la vida nos coloca a veces delante de las narices.

El saber verdadero suele ir acompañado de gran humildad, porque sólo un sabio es capaz de darse cuenta de la cantidad de cosas que ignora. No ya sobre materias ajenas a la propia que él estudia y en la que está versado, sino sobre la misma que él trabaja y de la que sabe algo. Con razón dice Filón de Alejandría, en su libro “Sobre los sueños” , que:

“… No hay nada de lo que se pueda estar tan seguro como de la naturaleza infinita e ilimitada del saber”

(Libro I, pág. 55. Edición castellana de la Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 1997).

Pero más que de sueños, de lo que vamos a empezar a decir algo ahora es de un sueño en concreto, y tomándolo como punto de partida, del marco en que dicho sueño se encuadra, marco del que no se puede prescindir y del que necesariamente se ha de decir algo. Y lo que haya de decirse deberá ser cosa que se base en estudios de personas como el ya citado Leroi-Gourhan, o como Jean Clottes, David Lewis Williams, Henry de Lumley, Jean Chavaillon, Cecilio Barroso o el grupo de especialistas que están aún estudiando la Cueva de Ardales, la de Nerja, o Atapuerca, por sólo citar a unos pocos y sin que ello suponga merma de los muchos y buenos prehistoriadores y arqueólogos españoles de hoy. Pero al grano:

Me estaba refiriendo al llamado “Sueño del Chamán”, pintura prehistórica que se halla en la Cueva francesa de Lascaux, sita en la Dordoña, cerca del pueblo de Montignac-sur-Vézère, cueva también conocida con el sobrenombre de “Capilla Sixtina del Arte Rupestre.”

Recordará quien haya leído el texto anterior lo que se tomaba de un libro de Eduardo Punset, el titulado “Cara a cara con la Vida, la Mente y el Universo”, que es básicamente una serie de entrevistas a grandes personalidades de las diversas ramas del saber humano sobre temas a cual más interesante. Reproduzco de nuevo lo que ahora nos resultará más esencial, ya que continúa en el aire flotando el mismo tema: el origen  de la escritura. Quienes hablaban eran ( ya, aquí, otra vez “son”) E. Punset, Phillip V. Tobías, y Ralph Holloway. Lo que se reproduce ahora son sólo la parte que nos interesa retomar, que son estas afirmaciones, estos datos:

Holloway.- “Y en cuevas de Australia se han encontrado pinturas de hace unos sesenta mil años…”

Ph. Tobías.- “Este fue, precisamente, el inicio de la escritura. Poco a poco, como en los jeroglíficos, los rasgos de las pinturas se fueron estilizando.

Punset.- Transformándose en símbolos.

Ph. Tobías.- Sí, símbolos comprensibles para la propia comunidad, que originaron la escritura …

(Pág. 260 del libro citado. Uso la novena impresión, en Destino, del 2007).

Dejemos ahora aparcada la serie de opiniones que discreparían de esta concepción aquí manifestada sobre el origen de la escritura: las opiniones de todos los que se ciñan a la idea de que sólo hay escritura cuando hay textos escritos y sólo hay textos escritos cuando hay en ellos signos que sean “grafos” o letras, en tal o cual tipo de alfabeto. Nosotros aceptamos la idea de que, en un sentido estricto, es así: desde el pinto de vista del “lingüista a lo gramático”, esto es así. Y además resulta de momento cómodo para los historiadores y también para muchos (no todos, ojo al detalle) prehistoriadores. Pero un “lingüista a lo semántico”, un estudioso del lenguaje que atienda antes que nada al sentido que pueda tener una serie de signos dispuestos “como si” fueran pinturas pero siendo “algo más” que pinturas, precisamente por el sentido que comportan, el proceso arriba descrito por los tres sabios ahí nombrados es aceptable, correcto, y válido. Y debemos añadir : compartimos la opinión, grosso modo, que arriba queda expresada.

Y coincidimos en ello no sólo con quienes la expresan ahí, sino con maneras de perspectivas que en día dejó planteadas André Leroi-Gourhan, y de quien también ahora vamos a hacer un a cita, que se espera sea suficientemente ilustrativa. La tomo de las págs. 163 y 164 de su obra “Las Raíces del Mundo”, antes citado. Quien le entrevista y hace las preguntas es Claude-Henri Rocquet:

“¿Y cuál es su opinión sobre el signo en forma de estrella que se ve en Lascaux en diversos sitios?

Es un signo que en su forma completa está compuesto por seis trazos dispuestos en forma de estrella. Cada uno de los trazos es susceptible de dar una figura diferente, al unirse a uno o varios de los restantes trazos o al separarse de ellos. El sentido de esta singular operación sigue siendo desconocido hasta hoy.  / … /  No puede ser que eso no quisiera decir algo. /…/

¿Esos puntos, esas estrellas, son el comienzo de una escritura?

Me abstengo de hablar de escritura cuando hablo del arte paleolítico. Sin embargo, en cierto sentido, el arte paleolítico es una escritura. Estas figuras se leían. Pero se trata de mito-grama, no de ideo-grama o picto-grama. es una escritura si se quiere, pero con la condición de no otorgar al término escritura el sentido que le damos nosotros, que entraña la linealidad de los símbolos”.

(Hemos puesto en letra cursiva las preguntas que hace Claude-Henri Rocquet a André Leroi-Gourhan. Y la letra negrita en su última respuesta, la añadimos nosotros: debemos destacar lo que interesa discutir).

Más adelante el entrevistador le comenta a A. Leroi-Gourhan que un especialista en Prehistoria le había asegurado que la causa de la escritura es la metalurgia: los herreros querían registrar con precisión las dosis… Pero ahí no entramo hoy: nos llevaría demasiado lejos de nuestro actual objetivo, que no es otro que la “lectura e interpretación” de la famosa pintura rupestre conocida como “El Sueño del Chamán”, y que haremos en la próxima entrada.

De momento adelantamos que de hecho nos vamos a tener que situar frente a una muy vieja y nunca del todo resuelta problemática : la de los nombres de las cosas, la de las nomenclaturas. Porque es cierto que sin los nombres de las cosas, éstas se nos escapan para el intelecto y la ciencia, pero también lo es que según se planteen, desde el punto de vista de su formulación mediante el lenguaje, los problemas y las cuestiones, sus enfoques pueden cambiar y de hecho cambian muchísimo. Días atrás hacíamos en este mismo foro de los blogues, (si me permiten el término), la siguiente observación:

Si decimos que “el planeta Tierra pertenece al Sistema Solar, y en la Tierra hay vida. Por lo tanto, en el Sistema Solar hay vida”. Pero si lo que decimos se ciñe a preguntar “¿Hay vida fuera de la Tierra?”, ya no podemos afirmar que haya vida en el Sistema Solar: nos hemos centrado sólo en la Tierra, y en las formas de vida de la Tierra. Y ahora añadimos más: si por “vida” entendemos los cambios y procesos que se dan en la (antes) llamada “materia inorgánica”, si por vida entendemos cuanto ocurre en la química misma de rocas ígneas o no ígneas, o en los procesos que tienen lugar en los océanos y no sólo en cuanto a su plancton, a sus peces, a sus microorganismos…,etc., entonces la noción de vida se nos amplía de una manera formidable.

Con la escritura, con los sentidos de las pinturas rupestres, con todas esas problemáticas que tratan de desentrañar el sentido final de muchas cosas, ocurre algo así.  Acabo este texto, -que continuaré, Dios mediante-, con esta pregunta: ¿Qué pasaría si alguien dijera que uno de los valores de esas misteriosas estrellas de seis puntas coincide con la tan célebre “Estrella de David”?

Del mismo modo que se sabe que la Cruz Gamada era un símbolo  muy antiguo y extendido por extensas áreas de nuestro mundo, se podría pensar que también la famosa estrella es más antigua que el Rey David. Identificar la cruz gamada a la ideología nazi además de una barbaridad es una usurpación: los indios de las praderas norteamericanas en cuyos “tipis”, (voz que toma el castellano del inglés, y cuyo origen es sioux), se pintaban cruces gamadas estaban a años-luz de esa mal llamada “ideología”.

6 respuestas a «Sentidos del Arte Rupestre»

  1. Desearía dar alguna pista, pensando en la próxima entrada sobre este tema concreto y pensando en todo lector que quisiera participar en un posible debate, acerca de algo que trataremos de pone sobre el tapete como una hipótesis que habremos de razonar: hay en el arte rupestre de las Cavernas de Paleolítico algo que podríamos calificar de «actual». Tal «herejía» deberá ser razonada, y lo será: lo suficientemente como para que, con los datos de que disponemos, un lector informado pueda disentir de nuestra hipótesis, pero sin poderla calificar de absurda ni descabellada. Piensen esto: en el primer cuarto del siglo XX, ya con la Física de los Quanta, con la Mecánica Cuántica en pleno auge, todo un E. Schrödinger descubre en los presocráticos griegos de los siglos V y VI antes de C. «precedentes válidos» de ciertos fundamentos de lo último en esos momentos en Física de partículas. También se darán los textos correspondientes. Quede así orientado el lector que se pueda interesar sobre estas cuestiones. Gracias.

  2. Debo disculpas a todo lector: por ese «pone» ( que debe decir «poner» ) ahí arriba en el comentario que yo mismo acabo de hacer, y por ese «…pinto de vista del lingüista», en el párrafo que sigue inmediatamente a la cita de la página del libro de entrevistas de E. Punset, y que debería decir «punto de vista del…, etc.»
    Gracias. Es nuestra fe de erratas. Si alguna más se me ha escapado, no duden en hacérmelo saber: quiero ser riguroso conmigo mismo y por respeto a la lengua que uso y a los propios lectores de este noble medio que ha creado estos foros. Gracias de nuevo.

  3. Pingback: Ciencia neandertal 1. Neanderthal art revolution. La piedra Rosetta de la prehistoria. | Juegos De Bendies

  4. Gracias por entrar a este espacio, y sobre todo por la aportación que da el pingback de «Ciencia neandertal…»
    Tal aportación enriquece el texto que publicó La Opinión de Málaga, y además es sumamente orientadora, lo que clarifica la cuestión.

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