¿Incertidumbres del Espíritu?

7 Jun

La Gran Ola Kanagawa

1.- ¿Qué es la Materia? Un gran pensador, científico y filósofo, dice que esa pregunta es imposible de responder. Por no añadir que es absurda, ya que al igual que la electricidad y otras fuerzas o elementos básicos del Cosmos, sólo son observables una única vez, y de forma muy efímera. Nosotros por lo pronto vamos a proponer una respuesta a esa pregunta. Luego de darla por válida, claro está, pues si de entrada la consideramos como absurda o imposible de responder, ninguna respuesta podría darse.

Proponemos esta respuesta: la Materia es una Incertidumbre del Espíritu. Conviene de inmediato advertir que aquí las palabras “materia”, “incertidumbre” y “espíritu” están en mayúscula sin más propósito que facilitar en la mente de los lectores el centro de atención de lo que vayamos discurriendo. Nadie piense, pues, en el Santo Espíritu ni en una deificación de la Materia. La palabra “incertidumbre” sí está en mayúscula con un segundo propósito, aparte el de ayudar a fijar en la mente lectora el hilo de nuestros razonamientos.

Dicho propósito no es otro que hacer un breve recuerdo, en sentido de modestísimo homenaje, de Werner Heisenberg, que formuló el Principio de Incertidumbre allá por el año de 1926 ó 1927, que ahora no lo recuerdo del todo bien, y que si antes de acabar este texto tengo oportunidad, trataré de precisar la fecha, aunque creo que es la de 1927, ya que cuando yo leía cosas, ( en textos de divulgación científica, no en textos para personas con sólida formación en ciencias como las matemáticas, la física o la química), de W. Heisenberg, estaba al mismo tiempo, quiero decir que por aquellos años, explicando autores y poemas de la llamada “Generación del 27”, la de Lorca, Aleixandre, Cernuda, Alberti, Altolaguirre y otros más, que no vamos ahora a nombrarlos a todos. Y asocié las fechas.

El “Principio de Incertidumbre” se llama también de “Indeterminación”, y consiste en que no es posible fijar con absoluta certeza y al mismo tiempo la posición y el momento lineal, de una partícula, en el espacio donde se mueve, que es el “vacío”.

Advierten los físicos que no debemos confundir el “vacío” de que se habla en términos cósmicos, con la “nada” de la Metafísica. Por así decirlo, el tal “vacío” está lleno de partículas moviéndose a muy altas velocidades, como los fotones, por ejemplo. Y la “nada “ de la Metafísica sería el auténtico Vacuum o Vacío: ahí, no hay nada concebible. Bien, pero: ¿Qué es la Materia? Lo iremos viendo todo poco a poco, pero por lo pronto, esto:

La respuesta antes dada tiene que ser justificada, porque decir que “la Materia es una Incertidumbre del Espíritu”, así sin más, y no justificar o allanar el sentido de dicha afirmación, es como no decir nada. Eso sería, como mucho, una “boutade”, o sea, una simple ocurrencia que pretende ser ingeniosa, y nada más. Por eso, aquella respuesta precisa ser justificada. Y eso lo haremos con textos, poniéndolos a unos frente a otros, y tratando de que sea el propio lector quien aplique luego su personal perspectiva del tema, a la vez que se intente, por parte de todos, los lectores del texto y éste mismo “ego sum” que lo escribe, su aplicación a la realidad cotidiana y su constante problemática, es decir, al vivir de cada día. Tal cosa no sólo es posible sino que hasta es deseable.

Pondré un ejemplo: el anterior post o entrada o texto del blog que pusimos el pasado día 5, coincidía con una fecha señalada como “día para tomar conciencia de…” Nuestro texto no era inocente, no quería ser inocente: coincidía, digo, con el “Día Mundial del Medio Ambiente” Con el de hoy, lo mismo ocurre: nos mueve un propósito más allá del propio texto en sí, y esta vez sí que el tal propósito quedará explícito ante quienes esto leyeren.

Atendamos a esto que escribía Erwin Schrödinger en su ensayo “Ciencia y Humanismo”:

Vayamos por pasos. Está el problema de la materia. ¿Qué es la materia? ¿Cuál es nuestro esquema mental de la materia?

La primera pregunta es ridícula. (¿Cómo vamos a decir qué es la materia -o, por precisar, qué es la electricidad- si se trata de fenómenos observables una sola vez?). La segunda trasluce ya un cambio radical de actitud : la materia es una imagen de nuestra mente…

(Las letras en negrita la hemos puesto nosotros).

Y sigue el texto del físico y gran humanista, con estas palabras que ahora destacamos:

“En la segunda mitad del siglo XIX, la materia parecía ser algo permanente, perfectamente alcanzable.” /…/ “…Trataré de explicar el cambio radical de ideas que sobre la materia ha tenido lugar durante el último medio siglo. Se dio paulatinamente, sin que nadie lo deseara. Creíamos seguir moviéndonos dentro del antiguo marco “materialista” de ideas cuando, en realidad, nos habíamos salido ya de él.

Nuestras concepciones sobre la materia han resultado ser “mucho menos materialistas” de lo que eran en la segunda mitad del siglo XIX. Son aún muy imprefectas, muy vagas, en varios aspectos adolecen de claridad, pero puede decirse que la materia ha dejado de ser ese algo rudimentario y tangible en el espacio al que se puede seguir mientras se mueve, corroborando las leyes precisas de su movimiento.

(Debemos aclarar aquí algo más: E. Sch. escribió este ensayo con el título original de “Science and Humanism” en 1951, y se publicó en Cambridge University Press; la edición de Metatemas-Tusquets, dirigida por Jorge Wagensberg, que manejamos ahora es de junio del 2009. Es la tercera edición en la misma colección. La primera data de mayo de 1985, y la segunda de 1998. Doy estos datos para : a) situar al lector en el tiempo, y b) llevar a su ánimo la importancia y vigencia del ensayo del Nobel de Física de 1933, a la vista de las reediciones de la obra. Ahora, sigamos).

2.- Una de las cosas más sorprendentes que encontramos en ese librito de Schrödinger es la tajante afirmación de que “la mente es anterior a la materia”. Y añade, corroborando su afirmación, que ello es así : “ a pesar de la curiosa dependencia empírica de nuestros procesos mentales a los datos físicos de determinada porción de materia : a nuestro propio cerebro.”

Llegados aquí no tenemos más remedio que hacer un alto y tomar resuello, como se suele decir. Porque la concepción de que lo mental es una función del cerebro, y la certeza de que éste, el cerebro, como órgano físico-biológico que es, es “materia” ( se le suele poner el adjetivo de “gris”), unida a la idea que acabamos de ver tajantemente afirmada por todo un Nobel de Física, que “la mente es anterior a la materia”, ¿dónde nos sitúa? ¿Es que la Física se ha vuelto, de la noche a la mañana, en una rama de la Mística?

Una de dos: o aquellas concepciones de lo mental como simple función del cerebro y de éste como simple órgano físico-biológico tienen que complementarse con algo más, que aún ignoramos, o tendremos que ir admitiendo la posibilidad de que, si la mente ciertamente es anterior a la materia, ésta, la materia, bien pudiera ser una creación de la propia mente. No veo otra tercera vía de escape, quiero decir que no encuentro ninguna otra explicación razonable donde encajen todas estas cosas afirmadas antes, y donde dicho encaje no contenga contradicción alguna, como es obvio. Si ustedes la ven, mucho me agradaría que me la hicieran saber.

Las cosas cobran a veces proporciones que nos dejan algo anonadados. De pronto nos enteramos de hechos, e incluso hechos que se dan a diario en muchas o en no pocas personas, que nunca habíamos podido imaginar. Las incertidumbres que la ciencia de los “quanta”, (es decir, la Física Cuántica), ha puesto sobre el tablero de lo que consideramos como “el mundo en que vivimos”, o como “la realidad”, que viene ahora a querer decir lo mismo, son pasmosas.

Ya no nos movemos en un ámbito donde tengamos que admitir cosas como que nuestro mundo es finito en sus posibilidades de proporcionarnos materia prima con qué vivir y subsistir, pues se sabe que ni los árboles, ni las posibilidades de creación o producción de frutos, ni tan siquiera el mismo espacio vital que ocupamos, la Tierra, son infinitos. Hay límites para el mismo crecimiento de la población humana sobre el planeta, como hay límites para la propia experimentación de los seres humanos sobre el mismo planeta.

Ahora, quiero decir que a partir de ahora, nos movemos en un terreno algo resbaladizo donde muchas más cosas que pueden parecer inverosímiles resultan no ya posibles, sino más allá de eso, como cosas que se dan y se van a seguir dando cada día. Es como si dijéramos que el tiempo de la certezas acabó, y hemos entrado en un tiempo de incertidumbres. A este tipo de cosas, a esta situación que para muchos, (para mí, por ejemplo, hasta hace poco), podría parecer nueva mientras que otros pocos se movían desde hace décadas por el mundo sabiéndolas, a estas cosas, digo, es a lo que quiero llamar “Incertidumbres del Espíritu”.

3.- Y aquí, aclaro: me estoy refiriendo con la palabra “espíritu” el de los seres humanos, no a ningún otro tipo de Entidad Superior, cuestión que en estos textos ni se aborda, ni creo que se abordará: tenga cada cual sus creencias, y permitamos que todos nos demos el lujo de teniendo las propias, respetar las ajenas. Me resta, para acabar el texto de hoy, cumplir algo que se dijo al inicio: poner en claro cuál era nuestro propósito con este texto. Vamos a ello: recordará el lector que el texto o “entrada” del pasado día 5 contenía en el título la palabra “Solidaridad”. Pues bien, el texto de hoy quisiera que quedara una noción flotando en la mente de todos, o si no de todos, (por ser eso a veces un imposible metafísico), sí que de los más, de la mayoría. es la noción de “Tolerancia”.

Lo creo preciso por varias razones, entre las que la proliferación de actitudes violentas e impositivas, porque sí y sin más, no son las únicas. Hay más, no pocas más. Y una de ellas es que ¡oímos tánto y tánto, (las tildes, ahora, son enfáticas: lo correcto es sólo “tanto”), eso de “tolerancia cero”, que nos llegamos a pensar si “¿no será que se quiere llevar al ánimo del personal modos de absolutas intolerancias”?!

Las cosas, señores, no están para intolerancias ni tampoco para tibias actitudes. Estamos ante circunstancias que exigen timonear las naves con mano firme y con rumbos certeros. Que las aparentes incongruencias del mundo de lo Cuántico nos valgan para ser cada día más coherentes con el cotidiano mundo nuestro, tan zarandeado por vientos no deseables. En texto posterior seguiremos aclarando cosas, trayendo a colación textos adecuados e inteligibles, poniendo a poetas frente a científicos y a poemas frente a teoremas, y en definitiva, trataremos de justificar eso de que La Materia es una Incertidumbre del Espíritu.

7 respuestas a «¿Incertidumbres del Espíritu?»

  1. No me he enterado de nada, pero es igual, lo importante está al final, la tolerancia. Una sugerencia: ¿No hay otro término más positivo? «Tolerar» tiene connotaciones negativas: aguantar, soportar, tener paciencia con los diferentes… Pero ser tolerante, o lo que sea, no excluye la intolerancia ante determinadas actitudes, ¿no le parece?

    • Carlos, llevas mucha razón. Pero este punto quisiera que tuvieras en cuenta: el contexto. En el contexto en que se habla en esa entrada de «Palabras, bosques» de Tolerancia, creo que está excluido el sentido de «soportar, aguantar». Si no lo está, es que me he expresado de manera incompleta, o insuficiente. y entonces, rectifico. Pero tú, lee lo de que «cada cual cual tenga su fe…» y lo que sigue, y dime si la tolerancia que yo propugno es compatible con «aguantar, soportar». Yo la uso en el sentido de «respetar la creencia del otro», nada más.
      Y sí que te has enterado de muchas cosas, carlosaura, no me vengas con historias: eres mucho más inteligente de lo que quieres aparentar, pero a este viejo profe no lo engañas. Sabes mucho más de lo que haces aparecer.
      Enhorabuena por tu entrada, y muchas gracias. Ha sido un honor. y apostillo: el término «tolerancia» para mí carece de connotaciones negativas. es en sí, todo positivo. Pero (¡ojo al parche!) le cambiamos una simple vocal, y en ligar de «tolerancia» escribimos » tele-rancia», y… ¡Santo Cielo! : con el día a día hemos topado! Gracias, Carlos- Aura.

  2. Desde luego, Lucrecio, aún poeta, era mucho más prosaico cuando decía que la materia era simplemente lo producido por el roce de los átomos. Qué gran artículo científico, vive Dios -si es que vive-.

  3. P.D.
    Aunque también Lucrecio decía que el alma estaba compuesta de átomos y, por tanto, era también materia al fin y al cabo. Entonces, estás de acuerdo ¿no?

    • Lola, en cosas de Latín sabes de sobras que debo aprender mucho aún. Entre otras personas, de ti, joven maestra. Gracias por tu comentario. Espero seguir a un nivel de entradas por lo menos como el tuyo. ¡Sigues siendo genial!

  4. Sí que estoy de acuerdo contigo Lola. Eres, además de gran y fina conocedora de cosas como la poesía y las lenguas latinas, griega…, etc., (puse latinas en plural porque como sabes hay un latín clásico, un sermo vulgaris, un latín medieval, y otro…, saltándonos algunos, «macarrónico». Como tambiém hay una koiné griega), ágil escritora con estlo ya personal y cuajado, hecho, completo, eres, (decía) un alma filosófica en un cuerpo armónico. Los griegos te habráin tomado como modelo para esculpir a Atenea, diosa para mí muy por encima de todas las demás del Panteón ( ¿tendremos que inventar la palabra Panteona, tal y como van las cosas?) Griego. La cuestión está en que debemos determinar cuáles son las lindes ( si es que las hay) entre materia y espíriti, cerebro y mente, aloma y cuerpo… Nos seguimos manejan do con lenguaje del XIX en unos terrenos donde la Ciencia ha traspasado ya el siglo XX. Ése es el problema que trato de abordar en estas entradas, Lola. desde mis muy modestos medios de abordaje, claro es. Gracias, y un cordial abrazo.

  5. Pido disculpas por mis erratas de arriba: es «espíritu», no «espíriti»; es «alma», no «aloma». Y «manejan» debe unirse con «do» : manejando». Y ahora, mi explicación de erratas con-sentidas: pasé la noche casi en blanco, (Pepiño sin culpa alguna, dios me libre), por mor de fiebres que pudieran ser «alergias». (Ya de algunos dictámenes médicos, no me creo la mitad).
    Nota.- Si escribo Pepiño, está claro que «Dios» debe ir en minúscula : por lo tanto, dios.

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