Generaciones sin semblantes

18 May

El poeta universal en su patria de letras

Escribir en España es llorar, dijo una gran poeta, y al paso que vamos, escribir en España va a ser casi morir: de pena por mucho de lo que se publica y es infumable, y por no poco de lo que se rechaza y es de gran calidad

1.- “Cierro los ojos y miro / el tiempo interior que canta”. Esos dos versos de Manuel Altolaguirre me han perseguido a ratos desde que los leí un día, creo que en una edición, (con Introducción y Antología de poemas de Antonio Garrido Moraga), de ésas que uno agradece desde un prisma de perspectivas. Quiero decir que las agradece por una muchedumbre de razones, ya que aunque sean al cabo un par tan sólo los motivos de gratitud, como que nos parecen muchos: ha perdido uno todos sus libros, (en una de esas debacles que a veces nos depara la vida), y además no hay manera de encontrar una librería de usados que tenga a mano las obras del ilustre malagueño. El mismo al que suelen despachar muchos, algunos incluso profesores, diciendo que “era un poeta menor de la generación del 27”. ¡Qué barbaridad! Y barbaridad doble cuando esté en boca de alguien que diga ser profesor de Literatura en Lengua Castellana. Que los hay así: los he conocido.

Para empezar, eso de “poeta menor” es una manera de decir que, o no lo leyó uno al poeta como se debe leer a un poeta si se es lector de poemas, de literatura, de obras de arte hechas con ese material tan escurridizo que se llama “lenguaje, palabras”, o sí que lo leyó, pero no fue capaz de captar, en lo que iba leyendo, ese poso de dolor asumido que tantos escritores, de talla incomparable, tienen. El poeta, si lo es, no es ni mayor ni menor: es poeta y sanseacabó.

Y para seguir, eso de las generaciones es otro malhadado invento, útil para salir del paso en alguna clase de literatura, o de historia y filosofía, al tiempo que vamos poniendo rótulos sobre cosas vivas y que bullen como agua que hierve, cosas que por cierto son seres, y así acomodamos nuestro pensamiento a vaguedades infinitas y optamos por el camino de los necios, palabra que quiere decir “los que no saben”. Y no saber algo no debe ser ofensa para nadie, conque nadie se dé por aludido, o nos demos todos, que no hay sobre la faz de la tierra quien sepa todo de todas las cosas. Y si lo hay, ego nescio.

Porque veamos: ¿cuántos versos de Miguel Hernández se podrían ubicar entre poetas del siglo XVII castellano? ¿Cuántas intuiciones de los griegos presocráticos, como Parménides, o Demócrito, o Protágoras, y un largo etc., no las firmarían, de mil amores, filósofos y hasta científicos de hoy? Lo de las generaciones es un tapiz que les borra a todos y cada uno de sus miembros los rasgos más personales de sus semblantes. En muchos sentidos, eso es así. Hoy, aquí, sin salir de las lindes del término municipal de Málaga, tenemos poetas que en poco se asemejan unos a otros y son, sin embargo y en principio, “de la misma generación”.

2.- “Cierro los ojos y miro / el tiempo interior que canta” : dos versos de ocho sílabas al servicio de un microcosmos de ideas y de sensaciones provocadas por el lenguaje hecho de pronto cosa viva en uno. Un lenguaje que bordea las lindes mismas de un sentir casi místico. Palabras absolutamente concordadas donde se adivina un río que fluye por dentro, (ese río tal vez sea el propio tiempo), y donde no se nota apenas ese “mirar con los ojos cerrados”, que es el mirar propio de quien quiere ver la música de algo, o de quien quiere recordar algo que un día estuvo presente y muy vivo, y ahora está ausente y lejano, y sólo la memoria, desprendida la vista de toda sensación inmediata, nos puede devolver. “Cierro los ojos y miro…” Un  acierto expresivo que sólo una voz poética propia y auténtica puede dar de sí.

“… El tiempo interior que canta”. La palabra “interior”, que tan cerca está de intus, voz latina que dice “adentro”, y de “intuir”, que es la forma más propia de captar la esencia del tiempo, la palabra “interior”, -decimos-, puesta como adjetivo de “tiempo”, le da de pronto a la gastada “noción temporal” de cada día un valor impar. ¡Cuántas veces

decimos “tiempo” y ni reparamos en ello! Pero aquí, en cambio, tenemos en el poeta  algo sumamente valioso : tiempo como intuición, como río, y como música que suena adentro, y…, ¿ pensaremos a Manuel Altolaguirre como “poeta menor”? ¡Qué disparate!

Se diría entonces que los poetas así ignorados o pospuestos tienen sus propias semblanzas, y quienes los ignoran o posponen carecen de verdaderos semblantes. Y esto que hoy escribimos aquí con la absoluta certeza de que es sólo algo que el tiempo acaba por curar y a cada cual lo pone un día en su sitio, no es de hoy, ni de ayer: en este País, y en su tan memorable Literatura, ha sido cosa de siempre.

Y en esta Ciudad, que uno de los muy grandes llamó “del Paraíso”, (ciudad algo canalla, sobre todo para consigo misma), es cosa que se nos da doblada: “o estás a mi lado y eres de los míos porque quiero yo, o te hago ser nadie” : eso parece ser el lema de muchos. ¡Qué lástima!

II  :   La Palabra Poética de Juan Gaitán

1.- Y ahora, nos vamos a un poema (inédito) de Juan Gaitán donde, a mi entender, se capta con nitidez y alteza de miras qué es la poesía de José Antonio Muñoz Rojas y quién el gran poeta universal que no hace mucho (el 29 de septiembre del 2009) se nos fue, a quien algunos de sus contemporáneos, a salvo las muy honrosas excepciones, tenían en considerable olvido.

O al menos en cierto estado de “callada quietud” que quizá el ilustre antequerano incluso prefería y no hacía caso de ello, consciente del valor de sus versos, y de la certera justicia implacable del tiempo, que a cada cual pone en su lugar, y despeña a sumideros insondables a mucho grillo cantor de nulas lunas de cartón piedra.

Eternidad   número   3

A José Antonio Muñoz Rojas

El poeta no quiso esperar a octubre,

quizás por una cuestión de pudor.

El poeta consumió septiembre,

que es mellizo de abril,

y luego se fue porque quiso

o tal vez porque había

una voz que le llamaba,

que le mostraba otra luz

nunca antes recorrida

pero siempre intuida

en el verso,

el verso limpio

al que se le podía mirar

porque allí estaba,

entero y cierto,

dando con humildad de labrador

trascendencia espiritual a los objetos.

El poeta, que era telúrico y profundo,

no quiso esperar a octubre

y se hizo a la luz,

a la etereidad,

y a la eternidad,

como una palabra

que de pronto vuela.

2.-

Dejamos aquí de momento este primer texto. Se ha recorrido un breve trecho con algunas observaciones sobre Manuel Altolaguirre: queríamos decir cosas sobre lo que algunos contemporáneos dicen (o callan, o dicen a medias) de otros, y luego se repite como un sonsonete machacón que nada tiene de verdad y que ni música es de sonsonete, que sólo son palabras vanas e ideas vacías que quisieran disolver la historia de los hombres y sus tareas cuando a interesadas historias personales les conviene. Y se ha dejado, como final de esta primera entrega sobre la palabra poética de Juan Gaitán, su poema dedicado a José Antonio Muñoz Rojas.

En el próximo texto, entraremos por las rendijas poéticas de esta “Eternidad número 3”, veremos algunas cosas de sumo interés para quien en la poesía gusta de engolfarse, (uso el término en el sentido clásico castellano de echarse a navegar por mares y golfos), cosas que serán apuntes de esta “Eternidad…”, y por último, a modo de final situación en contexto de ese “Libro de Familia” (inédito, como se dijo) que es un muy cuidado poemario de J. Gaitán, veremos otros textos suyos del mismo “Libro…”, y de ese modo tendremos una visión (espero) de lo que se anunciaba: qué es, cómo se enfoca y perfila la palabra poética de Juan Gaitán.

Esto quiere decir que en la próxima entrega es donde se tratará lo que en esta se anuncia. Hasta entonces, lector. Y una invitación: relee esa “Eternidad número 3”. Y vuela tú mismo como esa palabra que de pronto vuela.

4 respuestas a «Generaciones sin semblantes»

  1. Un verdadero placer esta primera entrega de «Generaciones sin semblante». Esperemos que, a quienes corresponda, tomen buena nota, y esperaremos las siguientes entregas con verdadero interés.

  2. Gracias María Luisa. Es un placer y un honor saber que lo que se escribe no cae en saco roto. Habrá más comentarios.
    Un cordial saludo y mucha suerte en todo.

  3. Querido Manuel, desde que leí ‘Las islas invitadas’, con sus sandalias al viento, yo también me quedé prendado de Manuel Altolaguirre, como bien dices, injustamente colocado en la segunda división de la Generación del 27.

    Tu blog sí que merece la pena leerlo. Un afectuoso saludo

  4. Querido Alfonso: coincidimos una vez más. Te agradezco tus palabras y me enorgullece que este blog sea de tu estima. Ahora estoy en deuda contigo. Un fuerte y cordial abrazo, Alfonso.
    Que un periodista de tu categoría valore lo que hago es para mí estímulo, te lo aseguro.
    Gracias

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